Gael llegó antes que nadie al bufete. El día no acompañaba, hacía frío y además llovía, por lo que se había molestado en comprar dos cafés en la cafetería más cercana para hacer el encuentro algo más agradable. A continuación, una vez dentro, colocó una silla junto al sillón del despacho y provisionó el escritorio con todo lo que Amelia pudiese necesitar; un portátil, agenda, boli e incluso había dejado algunos post-it de colores cerca, porque si no recordaba mal, ella era de las que le gustaba llenarlo todo de pintorescos colores.
Después, se sentó mientras se mentalizada de lo que pensaba hacer, pues pasar el día pegado a ella no iba a ser fácil.
Los empleados fueron llegando a cuenta gotas. Muchos de ellos aprovechaban las primeras horas para desayunar con algún cliente, pero eso a él poco le importaba pues a quien necesitaba era a la Trambel. Finalmente llegó con parte del cabello mojado y una sonrisa impuesta que, borró inmediatamente, cuando él se aproximó a la puerta del despacho para mirarla con atención.
—Tienes dos minutos para hacer lo que creas conveniente. Después te quiero dentro.
Amelia lo miró desaprobando su actitud. Sin embargo, Gael no le dio tregua a replicar nada, pues con la misma seriedad que había salido, regresó dentro.
—¿Qué quieres? —preguntó ella entrando como un torbellino.
—Siéntate y pon atención a lo que te voy a explicar, por favor.
—¿Sí? ¿Y eso quien me lo pide? ¿Gael Moore como amigo o como jefe?
Él la miró con seriedad. A ninguno les interesaba entrar en una guerra de esa índole.
—Pequeña, siéntate, por favor —insistió mientras intentaba respirar dos veces.
Amelia finalmente cerró la puerta del despacho y se dirigió a la silla que señalaba Gael, la más próxima a él. El Moore no pudo ignorar su vestimenta que lo incitaba a desnudarla, pero tampoco la intensa fragancia que estaba dejando a su alrededor. Con lentitud, tomó uno de los cafés y se lo ofreció en son de paz.
—Cortado de café con mucha leche —indicó mientras que ella lo cogía —. Espero que lo sigas tomando así, si no…
—Gracias, es perfecto —murmuró ella con timidez.
—¿Tienes acceso al programa de facturación?
—Lo desconozco, pero si te sirve como respuesta te diré que nunca he entrado.
—Me sirve. Eso hoy se va a acabar…
Ambos se miraron. Gael sobreprotector y Amelia agradecida de lo que aquello significaba, pues la contabilidad era una gran responsabilidad.
—¿Dorian lo sabe?
—Está al tanto. Ahora escúchame… Quiero que me ayudes con el cierre del mes. Hay unas facturas pendientes de contabilizar. Lo idóneo sería que esta semana queden grabadas en el sistema y que la que viene se autorice el pago.
—¿Y pretendes que lo haga yo?
—Querías trabajar… ¿Verdad?
La cercanía era algo que estaba destruyendo a Gael, pues en realidad, deseaba tocarle la mano, pero sus diferencias se lo impedía.
—Por supuesto, mi idea es ayudar en todo lo que pueda, pero es mucha responsabilidad.
—Y eres totalmente capaz de hacerlo. Ahora, toma los apuntes que consideres y parame cuanto necesites… ¿Entendido?
Ella asintió y entonces ejecutó el programa ante sus ojos. La indexación de facturas no tenía mayor complejidad y era totalmente intuitivo, sin embargo, el tema de los pagos era otro cantar. Por lo que Gael intentó ser más volátil con aquella primera parte para dedicarle mucho más tiempo a la segunda.
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Gael - La Leyenda De Un Moore | Erótica + 18 | Completa ✅
RomanceGael Moore se ve ante la necesidad de renunciar temporalmente a su vida en Washington y regresar a New York, junto a toda su familia. Allí se dará cuenta de que el duelo que debe lidiar es mayor, pues no solo tendrá que afrontar el dolor de perder a...