── 04. trip to hogwarts

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(CHAPTER FOUR)
viaje a hogwarts

EL SIGUIENTE MES OLIVIA SE LA PASÓ LEYENDO VARIOS LIBROS SOBRE EL CASTILLO Y SOBRE algunas de las materias que más la entusiasmaban, como lo eran Astronomía, Encantamientos y Transformaciones, y en cada cena hablaba con sus abuelos de lo que había...

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EL SIGUIENTE MES OLIVIA SE LA PASÓ LEYENDO VARIOS LIBROS SOBRE EL CASTILLO Y SOBRE algunas de las materias que más la entusiasmaban, como lo eran Astronomía, Encantamientos y Transformaciones, y en cada cena hablaba con sus abuelos de lo que había aprendido y de lo injusto que era no poder ver Cuidado de Criaturas Mágicas hasta su tercer año.

El primero de septiembre la primera en despertar fue Olivia, sus abuelos la acompañarían a la estación nueve y tres cuartos, pero la emoción no le permitió volverse a dormir. Cuando a las seis de la mañana se despertó, sé puso ropa muggle (ya se podría poner la túnica en el tren), y mientras sus abuelos despertaban repasó su lista de materiales, viendo que no le faltará nada, cuando ya eran las nueve y media, y sus abuelos ya estaban completamente listos, emprendieron camino a King's Cross.

Llegaron allí a las diez y media. Cargaron el baúl de Olivia en uno de los carritos y fueron directo a los andenes nueve y diez. Olivia ya sabía como se pasaba al andén nueve y tres cuartos, pero igualmente se encontraba nerviosa ya que era su primera vez en el andén.

—Vamos pequeña, pasemos juntos ¿te parece?—con un asentimiento de parte de su nieta, Newt agarró su mano y con un pequeño troté se dirigieron hacia la barrera, Olivia cerró los ojos por inercia, pero al no sentir el golpe, los abrió.

Una locomotora de vapor de color escarlata esperaba junto a un andén lleno de gente. Un cártel decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h.» El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente. Los búhos se llamaban unos a otros y por todo el lugar se escuchaba el ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles.

Abriéndose paso entre las demás personas y con ayuda de sus abuelos, encontraron un compartimento vacío, cerca del final del tren. Metieron el baúl y la jaula de Artemis, para luego Olivia abrazar a sus abuelos. —No te olvides de escribirnos, queremos saber en que casa quedas, y no te metas en problemas, nos veremos en las vacaciones de navidad.

—Si abuela, justo cuando pueda les envío una carta, los voy a extrañar.— dijo Olivia mientras se soltaba del abrazo.

—Y nosotros a ti pequeña, diviértete mucho.

Y con eso Olivia volvió a entrar al compartimento, se sentó al lado de la ventanilla, por donde podía ver a sus abuelos despidiéndose con la mano.

—Disculpa, ¿podría sentarme aquí?.— al escuchar una voz desconocida Olivia volteó a mirar, y ahí lo reconoció, era el niño pelinegro de la tienda de Madame Malkin.

—¡Si, claro!, déjame te ayudo con eso.— y parándose del asiento en el que estaba, Olivia agarró la jaula que el niño tenía en su mano, en donde se encontraba una hermosa lechuza blanca.

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