10. No ves acaso la luz de las estrellas

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Se había hecho cotidiano hablar con Javier todos los días por WhatsApp. Conectamos muy bien y eso dio paso a que nuestra amistad despegara muy pronto y rápido. Solo era cuestión de tiempo que algo más pasara entre nosotros, y lo creía demasiado. Lo creía y lo deseaba.

Ya estaba bien entrada la noche y sorprendentemente no habíamos hablado aún. Él no había enviado ningún mensaje, ni yo. No me pasaba por la mente la idea de hablarle, estaba demasiado entretenido mirando una serie en mi celular, pero Javier apareció de repente en mi bandeja de notificaciones. Sonreí alegremente al ver que se trataba de él y me apuré a contestarle.

«Hola» «¿Qué haces?», decían sus mensajes. Le contesté con lo que exactamente estaba haciendo, viendo una serie. Además, obviamente le pregunté a él igualmente qué estaba haciendo. Tardó unos minutos en contestar, en los cuales aproveché para continuar con la serie.

Cuando contestó me levanté apurado de mi cama. Estaba haciendo la tarea de tecnología que yo había olvidado, por suerte había aparecido Javier a tiempo para salvar el día. Tomé mi laptop y la encendí a la vez que le decía que se me había olvidado y le agradecía por habérmelo recordado. ¿Qué hubiera hecho sin él?

Revisé las instrucciones que el profesor había asignado para realizar la tarea y me dispuse a hacerla lo más rápido que pude porque el tiempo de entrega se estaba terminando. Tenía hasta la media noche y faltaba menos de media hora para eso. Tecleaba con velocidad y el sonido que causaban mis dedos me encantaba, era super satisfactorio. Mi mamá de repente entró en mi cuarto, ambos nos miramos en silencio, esperé a que me dijera que quería.

—¿Qué haces? —preguntó al fin.

—Tarea.

—¿A estas horas? —Alzó una ceja.

—Sí, se me había olvidado —respondí con sinceridad—. Pero justo me acabo de acordar.

—Bueno, no te tardes para que ya te duermas.

—Ajá —dije y continué con la tarea, aunque sabía que no sería así. Seguiría despierto por más tiempo, probablemente hablando con Javier por un largo rato.

Terminé la tarea cinco minutos antes de la medianoche y la entregué con éxito, así ya con todos los pendientes terminados regresé a los mensajes con Javier. Seguramente él ya había terminado desde hace rato. Le informé que ya había entregado la tarea, como siempre no tardó en pedírmela para verla.

Puse los ojos en blanco buscando el archivo para enviárselo. Siempre quería ver mis trabajos y revisarlos. Y en clases de inglés siempre quería comparar nuestras respuestas, cuando lo hacíamos y teníamos alguna diferencia ambos argumentábamos porque estábamos en lo correcto. A veces ganaba él, y a veces yo.

Después de un rato llegaron sus mensajes de burla porque según él lo había hecho mal. Pero no era verdad porque seguí las instrucciones al pie de la letra, obviamente no había error alguno. Pero me hizo entrar en razón, porque había hecho todo en una hoja de cálculo, cuando el profesor ya nos había dado formato para hacerlo.

Quedé como un tonto.

Pero ya no había tiempo para corregirlo, de todos modos era casi lo que el profesor había pedido. No creía que por no usar su formato no le gustara. Nos olvidamos del tema rápidamente, y tardó un momento en contestar.

Aproveché para salir por un poco de agua a la cocina. Tenía bastante sed desde hace un rato, pero tenía tanta flojera de bajar que no había salido de mi habitación. Al regresar estaba él ahí de nuevo, esta vez con un video.

Mientras bebía lo reproduje, pasaron unos cuantos segundos de video y casi me atraganto con el agua. Dejé el vaso sobre mi escritorio y comencé a toser desesperadamente. ¿Qué rayos era eso?

Persona correctaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora