18. Bajo la lluvia

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Después de que me di cuenta de que este no sería el día en el que diéramos el siguiente paso me repetí innumerables veces que fuera fuerte y que no permitiera verme afectado. Al contrario, confié en el proceso. Y en que si ese no era el momento adecuado sería en alguna otra ocasión.

En el transcurso de las clases la lluvia se soltó sin control, tanto así que no nos dieron ganas de salir a comprar algo para comer en el receso y mejor solo fuimos a la cafetería a buscar algo rápido.

Aunque lo mejor era quedarnos dentro del salón pronto nos aburrimos ya que no teníamos nada mejor que hacer. La idea de quedarnos sentados todo el día hasta que fuera la hora de la salida se nos hacía tedioso. Así que a pesar de que llovía con mucha fuerza, salimos al pasillo y nos pegamos a la pared para no mojarnos tanto. Pero obviamente era inevitable hacerlo.

Pronto se hizo un charco en todo el pasillo y comenzamos a deslizarnos a distancias muy cortas. Algo seguro, por supuesto. Hasta que fuimos escalando más y más, y ahora íbamos Valeria y yo agarrados de la mano recorriendo todo el corredor de extremo a extremo.

Javier fue el único aguafiestas que se quedó dentro del salón, platicando con Isabel y sus amigas. De vez en cuando se asomaba por la puerta y nos miraba reprobatoriamente, pero no le dimos importancia.

A lo único que le temíamos era a sufrir un accidente, o peor, que algún profesor nos descubriese y nos arruinara la diversión. Cualquiera de las dos era posible, pero una sonaba más divertida que la otra.

Lo volvimos más peligroso cuando ya no éramos solo dos personas, si no que tres.

Sujeté a Alicia de la cintura, y Valeria se agarró de la mía detrás de mí. Una vez preparados comenzamos a deslizarnos, recorriendo el pasillo sin control y de regreso.

Repetimos eso varias veces hasta que Emma se nos unió igualmente. Mis tenis ahora estaban completamente empapados, así que mejor decidí quitármelos y solo quedar en calcetines, así me deslizaría con mayor facilidad.

Emma se puso hasta adelante, y así los cuatro empezamos el peligroso recorrido. Y vaya que era muy peligroso, pues de regreso no pudimos frenar correctamente y Emma resbaló hacia atrás.

Desde mi perspectiva todo ocurrió en cámara lenta, y pude ver como su cabeza rebotaba contra el piso dos veces. El golpe se escuchó bastante fuerte, y nos dejó boquiabiertos a todos.

El único que no se esforzó por contener la risa fue Ramiro, que en cuanto todo sucedió comenzó a burlarse descaradamente.

—¡Ay! ¿Estás bien? —Alicia se aproximó a su lado apresuradamente.

Emma tenía los ojos cerrados y luchaba por aguantarse la risa, que ya nos habíamos contagiado todos. Javier salió y vio a la otra tirada en el suelo y fue el único que demostró verdadera preocupación.

—¡Emma!...

La muchacha hizo un esfuerzo por incorporarse, pero Alicia no la dejó.

—No, no te levantes.

—¡Pero está mojado el piso! —exclamé. Le tendí una mano para ayudarla a levantarse—. Se está empapando.

—Pero...

—Estoy bien —rió y me aceptó la ayuda—... Otra vez.

Bianca y Ramiro se carcajearon, Javier negó repetidamente y volvió a meterse al salón.

Nos volvimos a acomodar pero esta vez Emma se puso detrás de mí. Según ella así ya no se podría caer y no le pasaría nada.

Pero vaya error.

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