20. - 𝗮𝗯𝗼𝘂𝘁 𝗹𝗼𝘃𝗲𝘀 𝗮𝗻𝗱 𝗺𝗼𝗼𝗻𝘀

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MALVINA TENÍA QUE PASAR dos semanas en los Estados Unidos por un evento de Twitch al cual había sido invitada junto con uno de sus mejores amigos, Spreen. Estaba muy emocionada por haber sido tenida en cuenta para vivir aquella experiencia y poder representar a su país en la comunidad, pero también sentía un pesar en su corazón porque las cosas con Santiago no habían quedado nada bien.

Durante esos tres días no hubieron mensajes, ni llamadas, ni ningún tipo de comunicación por cualquiera que pudieran ser los medios. A la morocha le habían quedado deambulando por su cabeza las ultimas palabras intercambiadas con Santiago en aquella tarde que hoy pensaba con melancolía. Sabía que debía darle su espacio y no insistir de más, aún si su corazón doliera de no tenerlo a su lado al momento de dejar el país.

La pesadez en su cuerpo se hacía notoria. La alarma sonaba y el reloj indicaba las tres y media de la mañana, lo que quería decir que había dormido tan solo una hora entre el insomnio habitual y la ultimación de detalles para su viaje. En dos horas más, su mejor amigo estaría en la puerta de su apartamento esperando partir hacia el aeropuerto. Trató de poner su mejor cara y levantarse para arreglarse. Seguía observando la pantalla encedida de su celular, no había notificaciones de ningún ojiazul allí.

Cuando el pelinegro llegó, agradeció que a él tampoco le sentase tan bien madrugar -aunque sus razones fuesen muy diferentes- y no le haya insistido en mantener una conversación más allá de la necesaria. No sabía cómo, pero de un momento a otro el uber ya los había dejado en su destino y procedieron a hacer el check-in y todo ese aburrido y desesperante trámite de avión. Otra vez, volvió la vista a su teléfono pero ahora observando los mensajes sin responder que tenía de sus otros amigos. Era claro que ellos habían visto lo sucedido en las redes, pero ella no podía cargar con más explicaciones para dar.

No supo cuando pero se durmió y, al cabo de unas largas horas de sueño sin sueños, una mano tocó su brazo con delicadeza en busca de despertarla.

— Ya estamos por llegar, Vina. Despabilá
—habló el más alto, con sus rizos desordenados mientras sonreía sin mostrar sus dientes.

Malvina se limitó a asentir y devolver la sonrisa. Se levantó de su asiento y caminó hacia el baño para arreglar un poco su cabello y rostro, que luego de un poco más de diez horas de vuelo, estaban hechos un desastre.

En una situación paralela, pero con horas de diferencia, se encontraba un Santiago con la barba crecida de más y unos oscuros círculos debajo de sus ojos mientras se miraba en el espejo luego de haberse enjuagado la cara. A diferencia de Malvina, había dormido demasiado esos días. Al menos así, su cabeza no lo atormentaba. El arrepentimiento lo abrazaba con furia cada vez que recordaba la última vez que había visto a la morocha. Sabía con exactitud que ella ahora estaría en Nueva York y hubiera deseado poder estar ahí para al menos despedirla.

Ragnar lo observaba con sus pequeños ojos azules desde el suelo, él tambien la extrañaba. ¿Cómo no hacerlo? La presencia de Malvina irradiaba luz hasta en los lugares más impermeables a la misma. Estaba preocupado por como pudiera estarse sintiendo ella. Había sido tan cobarde, tan estúpido. Era más que claro lo mucho que la morocha lo amaba y siempre se lo demostró. Haber puesto aquello en duda se sentía como dejar pendiente en un hilo la confianza que habían depositado en su vínculo amoroso.

Pero Santiago tenía una idea, y con un poco de ayuda de por medio, la iba a concretar.


























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— ¿Y nosotros estamos acá para... ? —habló Mazza. El primero entre su grupo de amigos en hacerlo.

GOLPE DE SUERTE ━━ SantutuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora