15. - 𝘄𝗲𝗹𝗰𝗼𝗺𝗲 𝘁𝗼 𝘁𝗵𝗲 𝗳𝗮𝗺𝗶𝗹𝘆

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MALVINA

Me remuevo incómoda en los duros asientos de la veterinaria. A mi lado puedo observar a santiago con una notoria preocupación en su rostro. Tomo su mano y la entrelazo con la mía, tratando de quitarle la angustia y hacerle saber que estoy ahí. Me mira agradecido y reposa su cabeza sobre mi hombro derecho. Estamos esperando por ragnar, quien al parecer tenía un principio de sarna. Yo también estoy nerviosa pero entiendo que esto a él le llega más por la pérdida que sufrió hace unos meses. El sonido de una puerta abrirse me hace despejar de mis pensamientos, seguida del llamado de mi nombre completo.

Nos levantamos con rapidez para atender el llamado. Un hombre de baja estatura, más o menos de unos treinta años, sostiene a nuestro can en sus brazos y nos invita a pasar al interior de su consultorio. Lo primero que nos dice es que ragnar se había portado muy bien, lo que nos hace esbozar una pequeña sonrisa a ambos, acto seguido nos comenta que definitivamente tenía lo que ya sospechábamos pero era algo muy leve y con un tratamiento fácilmente se recuperaría de aquello. Logro sentir como el flujo de mi sangre y la de santiago vuelve a recorrer nuestros cuerpos y enseguida estrechamos a ragnar en nuestros brazos para acariciarlo con alegría.

Nos despedimos del especialista con todo lo recetado para cumplir al pie de la letra y con un gran peso quitado de encima. No nos dirigíamos a ninguno de nuestros departamentos, sino que íbamos a la ciudad natal de santiago, ya que sus padres nos invitaron a almorzar y tenían ganas de conocer a su "nieto". Mientras conduzco, en un semáforo en rojo ladeo mi cabeza para tener una mejor vista de mi copiloto. Los rayos de sol hacían lucir aún más dorada su barba que llevaba unos días de crecida, se veía muy atractivo con ella. Noto la mano del contrario descansar sobre mi muslo, dando leves apretones de vez en cuando. Estaba medio dormido, la calidez del sol entrando por la ventana del vehículo le aportaba más somnolencia y a ragnar también, quien se estaba echando una siesta en su regazo.

Al parecer mi acompañante se dio cuenta de mi mirada puesta en él porque abrió sus ojos y me regaló una sonrisa para luego besar mi mejilla, porque tampoco quería distraerme del camino. Al cabo de media hora más de viaje, llegamos a nuestro destino. Luego de estacionar, bajamos del auto en dirección a la puerta. Santiago tenía llaves así que simplemente nos adentramos al interior de su antiguo hogar. Un aroma a salsa hizo deleitar mi sentido olfativo, íbamos a almorzar pastas.

— ¡Vieja! ¡Ya llegamos! —exclamó el rubio, dejando al can en el piso.

Algo les había contado a sus padres y por eso la tan cordial invitación. Si bien nuestra relación aún no era oficial, iba bien encaminada y luego de conocer a sandra de aquella vez, ya teníamos una buena impresión de la otra. Y aunque santiago me molestara diciendo que le había caído mal, sabía perfectamente –y me lo había hecho saber ella misma– que era todo lo contrario, me adoraba.

— ¡Vengan acá, hijo! —respondió lo que supuse era su padre.

Me hizo saber que se referían al patio y tomó mi mano, sabiendo siempre como tranquilizarme, para caminar hacía el sector trasero de la casa. Lo primero que observo es a las personas que allí se encontraban. Eran sus padres, sus hermanos ya no vivían ahí, otro día tendría el gusto de conocerlos. Ya me había empezado a sentir intimidada por su padre, a quién todavía no de se me había presentado, hasta que sandra se levantó rápidamente de su silla para estrecharme en sus brazos con cariño.

— ¿Cómo estás, linda? ¡Tanto tiempo! Este forro no te quiere traer más, lo voy a hacer cagar —su confianza me hizo reír y librarme de toda emoción nerviosa que pude haber llegado a sentir. Correspondí el abrazo con la misma efusión.

— Estoy muy bien ¿y vos, sandra? Viste como es —jodí rodando los ojos.

— Me alegro mucho, nena. ¡Tenés que cagarlo a palo! Te doy mi permiso.

— Bueno eh, que no estoy pintado yo —con ese comentario hizo que los cuatro riéramos. Saludó a su madre con un beso y un abrazo, al igual que a su padre— Te presentó a malvina, pa —casi que me había empujado a su dirección.

— Es un gusto, malvina. Me llamo Néstor —estrechó su mano con la mía y me fundió en un cálido abrazo. Inmediatamente la nostalgia me invadió, se llamaba igual que mi abuelo.

Ragnar apareció a un perezoso paso en el patio. Tanto Sandra como Néstor quedaron embobados con la ternura que el can desprendía. Nos invitaron a sentarnos mientras la comida –que era ni más ni menos que ravioles caseros, cortesía del mayor– estuviera lista. La mujer de ojos verdes cebaba mates mientras el varón más grande, me preguntaba acerca de mi vida, cosas triviales. Aunque mi vida no había sido un cuento de hadas perfecto y feliz, respondí sus dudas y tomó mis manos en forma de apoyo cuando llegué a la parte en la que tuve que contarles, que la única familia que tenía era yo misma. Y bueno, ahora santiago y ragnar ocupaban una gran parte de ella.

Cuando la comida estuvo lista, ayude a preparar la mesa y luego sandra se encargó de servir. Elogié de arriba a abajo al cocinero, jamás había probado unos ravioles tan ricos como los que él preparó y me prometió que una próxima vez, haría de nuevo solo para invitarme. Todo el almuerzo había sido fantástico, me asombraba la calidez y la confianza que se tenían y cómo por igual me incluyeron en ella. Hacía tiempo había olvidado como se sentía un hogar, una familia. De un momento a otro, Néstor saco un vino de su colección especial para brindar.

— Qué te haces el colección especial, viejo. Si cuando no tenés le entras al termidor —comentó santiago haciéndole montoncito.

— Vos cállate, pibe. Esta es una ocasión especial, es la primera chica que traes a la casa —bueno, no me esperaba aquel dato pero ahora tenía algo más para molestar a su no-pareja— Malvina —dirigió mi vista hacia mi, haciéndome acomodar en mi silla y regalándole una sonrisa— ¡Bienvenida a la familia!

Gesticule un "gracias" a Néstor mientras hacíamos el típico choque de copas. Santiago nos veía con una gran sonrisa en su rostro, me contagió tanto su alegría que no dude en darle un pequeño pico, tampoco lo iba a tranzar estando en frente de mis suegros. La sensación de familiaridad me invadió en un instante y todo se sentía bien, correcto y en su lugar. Ragnar no se quedo atrás y lo cargué para llenarlo de besos, la imagen era tan tierna que hizo que santiago nos tomara una foto y también la subió a su cuenta de instagram, como un gesto sin demasiado pensamiento detrás y sin que sepamos, en ese entonces, lo que se desataría más tarde.

@santutuu via instagram stories.

Luego de dos horas más de compartir anécdotas y charlas con Sandra y Néstor, decidimos que ya era hora de volver a capital

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Luego de dos horas más de compartir anécdotas y charlas con Sandra y Néstor, decidimos que ya era hora de volver a capital. Mientras manejaba, me acordé de lo que había dicho el último mencionado durante el almuerzo y me fue inevitable no molestar a mi acompañante.

— ¿Así qué soy la primera chica que llevas a tu casa? —le pregunté mirándolo de reojo.

— No pensaba decirte nada porque se te sube el ego enseguida a vos —me canchereó— Encima que tenés eso que vos decís –se esforzó en pensar–sol en marte ¿o cómo?

Lo último dicho por él, hizo que me echara a reír. Eso era todo. Todo lo que necesitaba, sin saber que lo necesitaba. No quise molestarlo más, había sido un día agotador para ambos. Me dediqué a tomar su cuello para besarlo y luego seguir conduciendo.

GOLPE DE SUERTE ━━ SantutuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora