16. Isagi

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Si en algún momento pensé que podría convertirme en la estrella del Bastard München, está claro que es porque no les había visto jugar en serio.

Que no había visto a Michael Kaiser.

Lo cual es irónico, porque nuestro querido líder solo ha marcado uno de los tres goles que nos han dado la victoria... si bien se ha tratado del del empate, que suele ser siempre el más necesario. Noa también hizo su tanto para igualar el marcador, pero el alemán ya nos había demostrado de lo que era capaz para empezar el encuentro.

Creo que estoy tan aturdido todavía que lo de no haber anotado yo no me amarga tanto la existencia. Y eso que Kunigami sí que ha conseguido su gol, lo cual es suficiente para atormentarme a la hora de irme a dormir de aquí al siguiente partido.

Pero, qué le voy a hacer. Tener que verle la cara a Kaiser, esa sonrisa de divo que no se le borra ni cuando corre, y recordar lo que ha hecho con su boca justo antes de jugar...

Maldita sea. ¿Por qué cojones me ha besado? Me lo tomaría como una mera provocación por su parte, más aún si lo ha hecho tras pillarme con Rin, de no ser porque desde que llegué al vestuario, Ness no ha hecho más que observarme. Y, la verdad, que soliera desprender alegría a cada paso desde su llegada ayudaba a no temer las consecuencias. Ahora... Ahora no sé qué pensar cada vez que me pilla mirando a su compañero.

Ni que tuviera yo la culpa de que me haya besado.

«He venido hasta aquí para conocerte».

«Yoichi Isagi, la estrella de Blue Lock».

Tócate los cojones. ¿Y conocerme implicaba comerme la boca contra la pared antes del primer partido de la liga? No me jodas. Mira, puedo llegar a entender que te haya impactado tanto mi forma de jugar como para aceptar participar en este torneo de las narices con la idea de mejorar tus capacidades aún más. Y eso que aceptar algo así implica un egocentrismo por mi parte del que aún carezco, muy a mi pesar y el de Ego. Pero, dentro de lo que eso supone, sigue siendo más fácil que creer que alguien como Michael Kaiser, alabado en todo el mundo, se ha plantado en la otra punta del planeta solo porque...

No sé ni cómo decirlo. No puedo gustarle, no tenemos doce años y ni siquiera me conoce. Y, la verdad, a estas alturas, me huelo que lo que le pasa a Ness va más allá de envidia futbolística.

Joder, ¿no tenía suficiente con lidiar con lo que sea que me pasa con Rin?

—Has jugado bien —me insiste Hiori tras las duchas.

Creo que si me lo repite tantas veces es porque estoy dejándome ver más afectado de lo que debería. Quiero decir, ni siquiera sé qué me ha estado diciendo desde que llegamos a los vestuarios. Y eso que Kaiser no está aquí para despistarme; el idiota se ha quedado haciendo declaraciones junto a Noa a pie de campo.

La verdad, cuando el entrenador llega con él a la espalda, todo lo que espero es que Hiori siga hablándome para poder desviar mi atención. Muy a mi pesar, el míster nos da un sermón pospartido y a mí no me queda otra que escuchar cómo los halaga a todos. Incluso a mí, por mi supuesta actuación cooperativa con gente como Kunigami.

Del gol de Kaiser nadie puede darme ningún tipo de valor. Aún estaba en el banquillo mirando atónico cómo se movía, cuál letal era con el balón.

Ahora se está duchando y, la verdad, prefiero que mi conciencia insista con su forma de jugar al fútbol a hacerme recrear lo que sea que está haciendo bajo el agua. Tengo la desgracia de guardar recuerdos en primera persona sobre cómo es Michael Kaiser en una ducha. No, no es lo que necesito recordar ahora mismo.

—¿Hablarás con él? —me pregunta Hiori de repente.

Bueno, no tan de repente; lleva hablando un rato pero le he ignorado otra vez. Me sabe fatal, es un gran apoyo para mí en el equipo y, sabiendo que él tampoco se relaciona mucho, que piense que no le escucho...

Tu golpe de suerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora