11. Rin

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Dentro de lo que cabe, soy plenamente consciente de mi comportamiento. Y ya es mucho decir, porque en cualquier otro momento no sería capaz de reconocerlo.

La he cagado, sí. Pero, solo en las formas.

¿Qué narices esperaba Isagi? ¿Que lo recibiera con un beso en la puerta del edificio y lo llevara de la mano hasta el vestíbulo? He intentado mantener la compostura, comportarme como se espera de cualquiera de nosotros, y él ha estado a punto de echarlo a perder.

O quizás me he puesto a la defensiva en cuanto le he visto aparecer y he sido consciente de que tal vez, y solo tal vez, no llevo tan bien lo que ha pasado estas semanas.

Cuando días atrás me dijo que iba a volverse a Saitama, me resultó tan inesperado que lo único que supe hacer fue fingir que me era indiferente. Habría sido lo normal, ¿no? Quiero decir. Porque me es indiferente. Es Isagi, da igual lo que hagamos o dejemos de hacer, sigue siendo mi rival y lo sucedido tanto en este edificio antes de las vacaciones como luego en mi casa no deja de ser algo puntual. Algo que proviene del aburrimiento, del estrés. De no saber lo que diantres estoy haciendo.

Sí. Habría sido lo normal, pero fui tan estúpido que, cada vez que pienso en el cambio de actitud que demostré antes de que se fuera de vuelta a casa, me odio por ello.

Y no, no es por él. Isagi es mayorcito para entender que su estancia en Kamakura no fue más que algo pasajero. Arreglamos en mayor o menor medida nuestros problemas de cara al regreso de Blue Lock, y ya está. El cómo lo hicimos... no significa nada. Si apenas le importó (o no le importó en absoluto) regresar a casa tras más de una semana en la mía... entonces entiendo que lo comprende, ¿no? No espera nada de lo que ha pasado, lo nuestro es solo una alianza deportiva, y ya está.

Vale, pues, que alguien me explique entonces por qué se ha puesto así cuando le he ignorado al reencontrarnos. A lo mejor no esperaba que le comiera la boca delante de todo el mundo, pero suponer que iba a chocarle la mano y saludarle con una sonrisa de oreja a oreja... es igual de estúpido.

No somos amigos. Tampoco somos... bueno, nada más. Lo único que nos une a día de hoy es una alianza para frenar a Sae. En serio, ¿tan difícil es de entender?

Sí, me he comportado como un gilipollas cuando he hablado con él. Si se lo hubiera explicado antes de separarnos, no se habría dado este encontronazo. O si me hubiera dignado a hablar las cosas antes, puede que ahora simplemente me hubiera hecho un gesto fugaz con la cabeza en forma de saludo que yo no tendría que responder.

Pero, todo se ha dado de la peor de las maneras: yo me evadí cuando él quiso volver a Saitama, me he negado a mantener el contacto salvo cuando el muy idiota me habló de su padre y Sae, y ahora he sido incapaz de mantener la compostura.

Está muy bien reconocer dónde reside el error, lo que no llevo tan bien es no entender por qué narices se ha dado... Sobre todo porque, aunque sigo diciendo que es un idiota por esperar una relación estrecha conmigo, todos los malentendidos han venido por mi culpa.

Soy responsable de que nos hayan mirado más por discutir que por habernos saludado como si nada. Lo soy por haberme comportado como un niño celoso cuando dijo que había comprado el billete de tren y también por exagerar la distancia ahora que nos hemos...

Espera, ¿celoso? ¿De qué narices voy a estar yo celoso? ¿De sus padres? ¿De esa pobre pareja que iba a tener que lidiar con el charlatán de su hijo durante dos días hasta que pudieran deshacerse de él otra vez? No, para nada me da envidia. Al contrario; fue un alivio que me dejara en paz. Sobre todo porque, con la vuelta de mis propios padres, necesitaba tener la cabeza vacía de tonterías para soportar las charlas sobre Sae.

Tu golpe de suerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora