22. Final 2/2

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Yelsha
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Miro el reloj y noto que ya son las nueve de la noche.

—Ya vuelvo, iré a traer a Maya —aviso antes de salir de casa. Aunque todos están demasiado felices como para escucharme.

Quizás debí haberle pedido a Nathaniel que nos llevara, pero Maya me dijo que el chico misterioso del que me había hablado tiene auto. De cualquier manera, con una sola llamada Nathaniel nos iría a recoger.

Llego a la puerta de su casa y toco el timbre. Una señora de cabello rubio, que asumo es la madre de Maya, abre la puerta.

—Lo siento, no compramos pescado hoy. Buenas noches —hace el amague de cerrar la puerta.

—Soy Yelsha —le aviso—. No vendo pescado —digo extrañada por ese último comentario.

—Tú eres la famosa Yelsha —su mirada cambia a una juzgadora—. Pasa, hay tanto de qué hablar —me cruza un brazo por el cuello.

—Solo vengo por Maya —hay algo en ella que la hace intimidante.

—Ya lo sé —dice con desagrado—. Por eso te quiero mostrar por qué no deberías estar aquí —la miro extrañada—. ¿Qué? Ya sé que son "novias" o algo así.

—¿Ella le dijo? —me sorprendo. Maya no me había mencionado nada.

—Claro, me dijo que solo eras un juego, un experimento para saber que en realidad sí ama a su novio.

—Está mintiendo —digo casi riendo—. Le aseguro que nuestra relación es muy real —eso parece enfurecerla.

—Tan real como eso —me toma del rostro con brusquedad para que mire al jardín. Ahí está Maya, con un chico bastante apuesto, hablando de algo que parece serio. De vez en cuando, se ríen y se abrazan.

—Solo son amigos —intento mantenerme firme.

—¿Lo son? —susurra en mi oído—. ¿Por qué no te dijo que yo sabía lo de ustedes? ¿Le creerás cuando no la veas el próximo año? ¿Cuando no responda tus llamadas? Vamos, Yelsha, nadie puede tomarte en serio, ¿crees que mi hija sí? Son las nueve y ni siquiera se acordó de que llegarías. De ser así, ella te habría abierto la puerta, no yo.

—¿Hace cuánto están juntos? —siento que las palabras me queman la lengua.

—Un año y medio, nunca dejaron de hablar —me aleja del patio—. Esa conversación tan intensa es Maya explicándole a su novio —remarca la última palabra— que lo tuyo no significa nada.

—Está mintiendo —me aparto de ella, no muy segura.

—¿Por qué lo haría? Yo apoyaría su relación cien por ciento —entonces siento como si me hubiera dado una patada en el estómago y una puñalada en el corazón—. Querida, si te lo digo es porque no quiero que sufras por la indecisión de mi hija.

—Yel —aparece Victoria, intercalando la mirada entre su madre y yo—. ¿Qué le estás diciendo, Milagro?

—La verdad —dice con inocencia. Para mí, es suficiente para salir de esa casa.

—¡Yelsha! —me toma del brazo y exploto.

—Cuñada favorita, ¿no? —digo llorando—. Pero no la única, ¿se divirtieron viéndome la cara? —salgo, tirando la puerta detrás de mí.

Corro con la vista nublada por las lágrimas. Algunos autos tocan el claxon, pero no me detengo. Cuando el ardor en mis piernas se vuelve insoportable, me limpio la cara y veo la cafetería, la única cosa que parece estar ahí para mí en medio de esta tragedia. Intento calmarme antes de entrar.

Positivo y Negativo ✔️ 🏳️‍🌈 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora