3. Extraña no, amiga sí

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Maya
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Despierto con el molesto sonido de la alarma. Considero seriamente ignorarla y seguir durmiendo, pero finalmente decido levantarme. Abro las cortinas para que el sol termine de espabilarme, y corro algunas cajas a medio desempacar para poder salir de mi habitación.

Son las 7:15 a.m., así que Victoria aún debe estar en casa. Bajo las escaleras y la veo sentada en la sala con las noticias de fondo.

—Buenos días —digo mientras paso directamente a la cocina.

—Buenos días, querida. Pensé que te despertarías más tarde. Tus panqueques están en el microondas.

Sonrío al ver una nota rosa brillante pegada al microondas: "Panqueques aquí" y un corazón dibujado.

—¿Te he dicho lo mucho que te amo? —digo tras probar un bocado— Y que eres mi hermana favorita.

—Eso sería un halago si no fuera la única —responde, dándome un leve golpe en la cabeza mientras pasa por mi lado— Por cierto, hoy hay un evento en la empresa, así que no vendré a almorzar. Ten cuidado cuando cocines.

—¿Quieres que incendie la casa? —me burlo.

—¿Quieres morirte de hambre? —replica con el mismo tono.

—No te preocupes, hoy como afuera —le quito importancia con un gesto de hombros.

—¿Vas a salir sola? Pero si no conoces el lugar.

—Cierto, no te conté —digo, mientras ella se sienta en el comedor, interesada— Ayer salí sola y me perdí, pero conocí a una chica que me ayudó a volver. Le pedí que me mostrara el lugar, así que hoy saldremos juntas.

—Espera, ¿me estás diciendo que ayer hablaste con una desconocida sin morir y, además, la hiciste tu amiga?

Ahora que lo dice, empiezo a pensar que tal vez no fue la idea más prudente, dado que no la conocía de nada. De hecho, ella ya sabe incluso dónde vivo.

"Genial, Maya, con suerte será una persona normal y no una asesina."

—Bueno, ella me habló primero, pero sí —me doy algo de crédito.

—Qué bien, un día más de vida para mi cocina. Estás castigada.

—¿¡Qué?! ¿¡Por qué?! —casi me atraganto.

—Por salir sin permiso. Y por confiar en desconocidos. ¿Acaso no escuchabas a mamá?

—¡Vamos, Vico! —suplico, haciendo un puchero.

—No, vas a lavar los platos el resto de la semana —la miro con ojos de reproche— Quizás lo baje a tres días si me cuentas cómo es tu amiga.

—No negocio con terroristas —me cruzo de brazos—. A propósito, ya vas tarde.

Victoria mira su reloj y sale corriendo. Toma sus llaves y su bolso, mientras algunos papeles se le resbalan de las manos.

—Gracias por ayudarme —dice con sarcasmo— Algún día conoceré a tu amiga, Maya Lucía Fernández Torres, y te avergonzaré.

Sin más, sale de la casa. "Oh, Maya, usó tu nombre completo. Creo que tu castigo acaba de subir a un año."

Tomo mi celular y veo una notificación de Yelsha:

Tomo mi celular y veo una notificación de Yelsha:

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