11. Me gusta Yelsha

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Maya
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Me recuesto en el hombro de Yesha mientras juego con un rayo de sol que se cuela entre las hojas del árbol. El panorama es perfecto, hasta que Valeria decide hablar.

—Maya, ¿estás enferma?— Levanto la vista sin ganas.

—No. ¿Por qué? —respondo sin interés.

—Te ves... decaída— por su expresión, sé que esas no son las palabras que usaría para describirme.

—Solo tengo...

—Sueño— termina la frase por mí— Sí, debí suponerlo. Siempre tienes sueño— se acomoda un mechón de su perfectamente estúpido cabello.

—Bueno, es normal— habla Loreyna mirando su cuaderno— Después de esa noche con Yelsha, ¿quién no?— quita la mirada de su cuaderno y observa cómo la sonrisa de Valeria desaparece.

—No es lo que crees— se defiende Yelsha.

—No me des explicaciones— la interrumpe— Aún no eres mi novia, ¿recuerdas?

—Es verdad— Yelsha le guiña un ojo.

En ese momento, lo único que se escucha es cómo Nathaniel escupe su café.

Sin poder evitarlo, me alejo de su hombro, pero Yelsha me detiene al instante.

—Tranquila, Maya— dice Valeria, captando mi atención— Es solo un pequeño chiste interno.

—Sí, el primer año de campamento me gustaba Valeria y le dije que cuando fuéramos grandes, nos íbamos a casar... Y Vale me dijo que no. Pero de todas formas, no es que importe ahora.

—Si me lo vuelves a preguntar, no te diría que no— dice Valeria con un tono más serio.

Por un momento, Yelsha se queda pensativa y siento cómo la sangre de mi cuerpo se helada.

La sola idea de que Yelsha y Valeria salieran es suficiente para revolverme el estómago.

—Lo tendré en cuenta— menciona Yelsha, y eso es lo necesario para que vuelva a respirar, pero no lo suficiente para que el hormigueo de mi estómago desaparezca.

—Lorey, ¿qué tanto escribes? —pregunto en un intento de cambiar de tema.

—Le ayudo a Nath con la tarea de geografía...

—¡¿Tarea de geografía?!— la interrumpe Yelsha.

—Sí, cuesta el 20% de la calificación.

—¿Por qué no sabía?— respiro con dificultad.

—Llegaste tarde a la clase y no te dejaron entrar. ¿Recuerdas?— Loreyna no levanta la mirada del cuaderno.

—Maya, creí que le habías avisado ya que me dijiste que lo harías— me reprende Valeria— Si no, yo le habría dicho.

Abro la boca con indignación, pues de hecho fue todo lo contrario.

—Un momento, eso no fue así— digo dispuesta a defenderme.

—Eres una descuidada— me interrumpe Valeria.

—Basta— nos detiene Yelsha— Maya, está bien si lo olvidaste, a todos nos pasa— intento explicarle, pero me detiene— No pasa nada, le diré a la profesora que... Bueno, aún no lo sé, pero ya se me ocurrirá algo.

—Tranquila, Yely— Valeria saca de su mochila unas cuantas hojas sueltas— Toma, tu tarea.

—¿Por qué?— le pregunta Yelsha, mirándola como si tuviera dos cabezas.

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