17. Tomodachi.

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17. Tomodashi.

































Hannah como usualmente lo hacía, llegó al aula en el que le tocaba su primera clase, con el cabello atado y un suéter que la protegía de la brisa otoñal que se estaba comenzando a formar en la ciudad.

Generalmente llegaba tarde, por lo que aquel día se sintió bastante agradecida de haber llegado temprano mientras analizaba todo lo demás y veía la pizarra en busca de pistas que le dieran indicios de el tema que tocarían en aquella clase.

Se sintió incomoda cuando una morena que conocía bien se sentó frente a ella, puesto que aunque generalmente le agradaba verla, en ese momento no sabía cómo actuar. No la había visto desde aquella noche.

—Hola, Hannah—. Saludó en voz bajita, pareciendo casi apenada por su saludo algo pobre.

—¿Qué tal?—. Sonrió tensa la pelirroja, observando en silencio como la de raíces australianas aclaraba su garganta.

—Bien, todo muy bien—. Confesó en voz bajita, para luego continuar. —Lo que quería decir era que... bueno, sentía mucho haber causado ese desastre de la noche anterior. Te juro que no era mi intención, y discutí con Takashi por eso, fue todo un grosero—.

—Está bien, sé que no hiciste la salida con esa intención—. Trató de sonreírle, mostrándole el dedo pulgar a modo de aprobación.

—Oh, bueno, me alegra que no estés enfadada—. Admitió. —Nunca había tenido una amiga que me comprendiera tan bien como tú—.

—Es mutuo, Neela—. La sonrisa de la morena se hizo aún más grande, lo que terminó por imitar la pelirroja.

—Asombroso—. Susurró, para luego tragar en seco y observarla un poco más seria. —Quería preguntarte... ¿Qué pasó con Han?—. La muchacha tomó aire, encogiéndose de hombros.

—Lo arruiné. Creo que al final eso de terminar en la cárcel si que sucederá antes de algo con él—. Pasó una mano por su rostro con fastidio.

—Te enfadaste—. Supuso la morena.

—Sí—. Admitió la de tez blanca.

—¿Fue grave?—.

—Fue el fin—. Dijo con un poco de dramatismo.

—Jesús—. Ella abrió los ojos. —¿Qué pasó? ¿Qué le dijiste? ¿Qué te dijo?—. Se apresuró a preguntar directamente.

—Le dije que no quería que me fueran infiel, me dijo que no iba a pasar, lo mandé a no sé dónde y me fui aunque me llevó a casa. Igualmente, ¿qué más da? No fuimos y creo que no seremos absolutamente nada—. Su amiga le dio un golpe en el brazo que le hizo abrir los ojos con sorpresa y arrugar las cejas con un poco de molestia. —¡Oye!—. Chilló.

—No logro alcanzar tu cabeza, pero lo mereces, en verdad que sí—. Hannah gimió ante sus palabras. —Y no grites, estamos en una clase que aún no inicia—. Le recordó a la pelirroja.

—Entonces deberíamos de estudiar—. Antes de que la muchacha pudiera tomar sus libros de su bolso, la que hablaba japonés la detuvo con determinación que casi le asustó.

—Te estás auto saboteando—. Cayó en cuenta la de cabello oscuro, recibiendo una ceja alzada por parte de su amiga.

—¿De qué estás hablando?—.

—Han te gusta—. Continuó ella, ignorando directamente su pregunta.

—No me gusta—. Declaró ella, con una mueca ácida en el rostro.

—Por supuesto que no te gusta, te encanta—. Se corrigió pensativa. —Y aún así estás siendo una gruñona que no escucha, ¿te estás escuchando?—. Hannah le dio una mirada casi burlesca. —Lo que quiero decir, es que estás siendo bastante estupida—.

—¡Oye!—. Le reprendió la muchacha.

—Alguien tiene que decirte la verdad, y esa persona debo ser yo—. Decretó como si se tratase de una ley escrita. —Así que, es hora de actuar, mujer, y dejarnos de cosas infantiles. Ese hombre te gusta, tienes que admitirlo—. Casi ordenó.

La pelirroja la observó fijamente, sin siquiera poder hablar, congelándose completamente.

¿Han le gustaba? ¿Cómo podía decir eso sí lo estaba conociendo? ¿Le gusta su precioso cabello, su bonito rostro h su personalidad tan atractiva?

Oh, Dios.

—Han me gusta—. Susurró, cayendo en cuenta recién.

—¡Eso es! ¿Lo ves? ¡No es tan difícil decir la verdad!—. Aplaudió su amiga, no hablando tan alto para evitar regaños de otros alumnos.

—¿Qué tengo que hacer ahora? ¿Pedir disculpas o algo así?—. Neela sonrió con satisfacción, asintiendo y dándole la razón.

—Te vas a disculpar, vas a aprender a confiar en él, le vas a decir que te gusta, lo vas a besar y le vas a meter la lengua—. Contó con sus dedos y una sonrisa pícara lo que la joven debía hacer.

—¡Neela!—. Chilló avergonzada.

—De acuerdo, eso último es opcional, pero lo demás tienes que hacerlo ahora mismo—.

—¿Ahora?—. Observó su alrededor, notando a los alumnos listos para la clase y la ausencia del profesor.

—Bueno...—. La vió formar una mueca con los labios. —¿Sabes que? Mejor espera a que terminen las clases—. Chasqueó la lengua la joven.

De acuerdo. De acuerdo. De acuerdo.

A Hannah le gustaba Han.























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Atte: R. A.

Hannah.| Tokio Drift.| Han Lue.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora