6. Morimoto.

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Chapter 6: Morimoto.




















Aquel día, Hannah se vistió como normalmente lo hacía, sin embargo, agregó un bonito delineador, mejillas rosadas, máscara de pestañas, corrector debajo de sus ojos y labios rojizos que le hicieron sonreír al verse en el espejo.

Se sintió algo incomoda cuando su tío le dió los buenos días, pero aún así respondió tratando de sonreír y bebió un café que la mantuvo despierta para correr a la estación de tren y pelear por los asientos contra los estudiantes que también iban a la Preparatoria durante la mañana.

Llegó a su primera clase, en donde Neela la recibió con una palmada en el trasero que le sorprendió bastante, haciéndola reír.

—¿Es un día especial o por qué tanta belleza?—. Cuestionó sonriendo de oreja a oreja, bastante feliz.

—No lo sé, amanecí de humor—. La muchacha le mostró el dedo pulgar con orgullo.

—Estás genial, y dado que hoy es viernes, creo que tengo una grandiosa idea para ti—. Hannah se mostró interesada en sus palabras, sin embargo, ni la parte más remota de su imaginación podría comparar lo que había pasado en realidad.























La pelirroja tuvo la sensación de que estaba sutilmente equivocada y que en ese lugar no habría diversión cuando notó el ambiente que le rodeaba, con Neela manejando como pez en el agua, bastante casi acostumbrada.

Era un estacionamiento de varios pisos en uno de los barrios de dudosa procedencia en Tokio, en el que un hombre casi se arrodilló ante la presencia de la pelinegra antes de abrirle la puerta para que ella entrara en un auto que hizo rugir ante la muestra de respeto.

Una bolita de ansiedad en su estómago se formó cuando comenzó a ver a todas esas chicas con mini-faldas y ropa en general descubierta, algunas sobre los autos lujosos y caros que eran pertenecientes a hombres con aspecto rudo y enigmático.

La música resonaba de algún lugar, casi como un club bastante ambientado e incluso logró ver a parejas bastante amorosas contra los muros de cemento y gente inhalando extraños polvos blancos. Parecía un lugar de mala muerte.

Pero aún así, inquieta debido a toda la situación, trató de dejarse llevar mientras Neela bajaba del auto al mismo tiempo que ella. Y entonces, se mantuvo quieta casi con los pies pegados al cemento frío cuando visualizó aquel muchacho de cabello rubio sobre una mata negra, con los ojos llenos de burla aún con un hematoma que lucia reciente adornando su pómulo derecho, además de un corte en el labio. A lado de él, se encontraba el famoso D. K., a quien no pareció agradarle su visita.

—Espera aquí—. Casi le rogó la muchacha, viéndola fijamente.

Hannah no tuvo la valentía de contradecirla, quieta en su sitio. Y mientras la pelinegra hablaba con su novio, a lo lejos la pelirroja logró visualizar a un muchacho de tez oscura que conocía bastante bien.

Sus pies caminaron a él, bastante sorprendida, puesto que no parecía realmente ser su ambiente pero aún así no se veía infeliz con bonitas japonesas a su alrededor, encantadas por su belleza rara en el oriente.

—¿Qué haces tú aquí?—. Le cuestionó ella, boquiabierta al muchacho que abrió los ojos con sorpresa.

Se separó de las muchachas, tomando a Hannah del brazo para alejarla un poco.

—Yo debería de preguntarte eso—. Comentó él, sorprendido y perplejo.

—Neela me invitó, la verdad es que no tengo ni idea de en donde estoy—. Él negó, bastante preocupado mientras la jalaba por el mar de gente, confundiendo a la muchacha, quien trataba de detenerlo sin mucho éxito alguno.

Hannah.| Tokio Drift.| Han Lue.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora