4. D. K.

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Chapter 4: D. K.















































Ese día, Hannah despertó de mal humor. Maldijo a todo el mundo en voz baja, estuvo a punto de golpear a su prima cuando ésta comenzó con aquellos comentarios sarcásticos y decidió irse de aquella casa sin desayunar.

Estaba desvelada, con hambre y a punto de llorar. Ignoró la mirada extraña que le dió su tío, esa que le hizo casi correr a la puerta mientras él se encontraba en el sofá, en silencio, con una botella de vidrio en la mano y la televisión de fondo. La pelirroja decidió no pensar más en aquella situación.

Y con una sudadera cubriendo el uniforme que constaba en una falda bastante corta para ser escolar y una camiseta blanca de botones con corbata, se emprendió a la escuela.

Estaba destrozada, sintiéndose mal de todas maneras. Aún tenía el susto de un joven a punto de hacerle daño, y aunque no había visto a su amigo, suponía que él se encontraba mejor que ella. O al menos eso esperaba.

Sin embargo, sus ojos casi se cerraron aliviados y su nariz exhaló aliviada cuando encontró a aquella chica morena, de cabello oscuro que la recibió con una sonrisa en el medio del pasillo.

Casi corrió a ella, ignorando algunas miradas extrañadas cuando colocó su cabeza en el hombro de la chica y ella le dio un abrazo sin siquiera preguntar. Hannah comenzó a llorar, sintiendo toda la carga de sus hombros alivianarse un poco.

—Está bien, todo va a estar bien —. Susurró tratando de consolarla, acariciando su cabello.

—Estoy cansada, quiero volver a casa. Necesito a mis padres —. Sollozó y ni siquiera le importó si se escuchó directamente. Simplemente... comenzó a balbucear cosas casi sin sentido, mientras su amiga se disculpaba por no haber estado el día anterior y la escuchaba.

Para cuando la primera campanada a la primera clase sonó, Hannah estuvo mejor preparada que antes, entrando con su amiga al aula.
















—Sé que no quieres volver a casa temprano —. Ella negó ante sus palabras, dando a entender que la morena tenía razón. —¿Qué tal si salimos? Vamos de compras, comida y charla —. La pelirroja se encogió de hombros ante la propuesta.

—Creo que algún día tendré que aceptarlo —. Masculló, mientras la más baja se apoyaba en su hombro.

—Vamos, Hannah, las compras a veces son buena terapia —. Trató de convencerla, mientras ambas caminaban en dirección a la salida de la escuela, esta vez la chica no llevaba su auto.

—Eso es una excusa muy mala —. La pelinegra soltó un bufido.

—Yo invito, lo que quieras lo compro —. Comentó sin dudarlo. Y es que no era una sorpresa o una nueva noticia que Neela fuera una amiga económicamente presente, puesto que Hannah no recordaba algún momento en el que ella tuviera que pagar por algún capricho que la chica hubiese sugerido.

Ella tenía dinero, que la pelirroja no se explicaba realmente de dónde podía salir, puesto que la morena había sido adoptada por una anciana, que no parecía de la milicia. En sí, la vida de la joven era bastante enigmática.

Las chicas comenzaron a caminar por los puentes peatonales marcados en el suelo con pintura blanca, charlando de todo y nada al mismo tiempo mientras Neela reía y Hannah negaba divertida. Llegó un momento, en el que hablando sobre su infancia, la chica pelinegra terminó por tocar su hombro y decir aquella palabra que la pelirroja hacía mucho que no escuchaba.

Hannah.| Tokio Drift.| Han Lue.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora