30. I am feel good.

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30. I am del good.



















Hannah metió una de sus manos a los bolsillos de la chaqueta ajena color verde que llevaba puesta, buscando cubrirse del frío mientras el muchacho seleccionaba la comida en el restaurante para llevarlo al departamento en el que la rubia vivía, puesto que el taller se encontraba inundado de gente que... disfrutaba la noche.

Cuando un hombre de mediana edad le entregó una bolsa de papel con la comida adentro, ambos salieron del casi vacío restaurante, para luego entrar al auto naranja con negro estacionado fuera.

Hannah sonrió cuando Han le abrió la puerta y la dejó entrar, para luego irse al lado piloto y observarla por un momento, casi ensoñado.

—¿Por qué me ves así? Me asustas—. Interrogó la joven con una ceja alzada.

—Soy demasiado cursi—. Admitió él, casi burlándose de sí mismo.

—¿Ah?—. Ella no comprendió sus palabras.

Es que creo que eres lo mejor que me ha pasado en la vida—. Confesó en un susurro mientras fingía no estar avergonzado, esperando una reacción de su parte.

La rubia tomó una de sus manos, acariciando la áspera piel que contrastaba con lo suave que era la suya.

—Cuando me mudé a Tokio, no creí que un socio de mafiosos estaría diciéndome ese tipo de cosas—. Sonrió de lado, haciéndolo negar para luego soltar una carcajada con diversión.

—Mantenlo en secreto, por favor. Arruinaría mi reputación—.

















Hannah terminó de lavar sus dientes, observando su reflejo en el espejo del cuarto de baño en el que se encontraba, completamente nerviosa con el pijama puesto, sintiéndose extraña, con esa necesidad en las venas

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Hannah terminó de lavar sus dientes, observando su reflejo en el espejo del cuarto de baño en el que se encontraba, completamente nerviosa con el pijama puesto, sintiéndose extraña, con esa necesidad en las venas.

Hannah no era estupida. No se consideraba mejor que el promedio, pero tampoco completamente inferior. Era ese balance entre mucho y poco, sin embargo, sus emociones solían afectar demasiado sus decisiones y pensamientos. Para la rubia, era más importante lo que tú corazón te decía a lo que te decía tu mente, y eso era lo que debías seguir. No había más.

Han era completamente distinto, todo lo opuesto. Consideraba que era más importante pensar con el cerebro a la hora de tomar decisiones importantes, seguir una estrategia, tener un equipo bien desarrollado en el que pudieras confiar con los ojos cerrados, y que quisieran lo mismo que tú.

Cerró sus ojos por un segundo, antes de salir de la habitación para llegar a la cama, en la que cierto muchacho leía bastante interesado una revista sobre motores que se encontraba en japonés mientras comía algo, aún a pesar de haber comido durante la cena.

Hannah se quedó quieta por un momento, ladeando la cabeza mientras trataba de descubrir que era lo que leía por sí misma.

Pero no tuvo mucho tiempo cuando cierto muchacho de cabello oscuro y largo alzó la mirada, encontrándose con la suya por unos segundos, antes de sonreírle. La muchacha le regresó el gesto, antes de analizar por unos segundos como el muchacho daba palmaditas en sus piernas tras bajar la revista.

La rubia tragó en seco. Se sintió intimidada al instante, pero tan solo le hizo falta suspirar para obtener las fuerzas que requería.

El camino fue lento, sin despegar las miradas que ambos se daban. Y Hannah no tardó mucho en sentarse sobre las piernas del muchacho, quien unió sus labios sin siquiera mencionar nada.

La antigua pelirroja sintió aquella lengua paseando en todos los lugares de su boca, tocando, explorando aquellas tierras virgenes. Solo sintió como una de las manos del muchacho apretaban la parte trasera de sus muslos, causando que además de un jadeo por la sorpresa, de su mente salieran aquellas imágenes que le producían escalofríos.

Se recordó a sí misma, en un oscuro sitio, gritando y llorando mientras una sombra que podía verse entre el silencio y la falta de luz de aquel momento se reía, la tocaba e insinuaba cosas que no le gustaban, cosas que la aterraron al instante.

Detuvo el beso, regresando a la realidad mientras todo su cuerpo se tensaba.

Han se detuvo al instante, y la muchacha bajó la cabeza cuando sintió esa penetrante mirada contra ella.

—Lo siento—. Salió de sus labios, en un susurro tembloroso que la hizo sentir completamente cobarde.

Sintió en sus mejillas una mano cálida que le hizo alzar el rostro, causando que su mirada fuera directamente a aquellos ojos que en ese momento lucían exageradamente oscuros. Hannah se sintió intimidada, porque nunca antes había visto a esa mirada en él.

No después de...

—Debí de haberlo hecho sufrir antes de asesinarlo—. Soltó de una manera tan fría que la rubia sintió escalofríos.

—No digas eso—. Masculló, casi por mero reflejo.

—Es lo que pienso—. Comentó el de cabello largo, aún sin soltar su mandíbula. —Y nadie me hará cambiar de opinión, una persona como él era una perdida de oxígeno para este mundo—. La muchacha tragó en seco.

—Ya no está, no más—. Pareció pensarlo en voz alta. —Esto... esto es mi culpa, soy una cobarde—. Dijo tras unos segundos de silencio.

—No—. Expresó el al instante. —No eres una cobarde, Hannah. Entiendo que es difícil, y no te voy a presionar a nada—. Ella tragó en seco, a punto de volver a bajar la cabeza cuando él la alzó una vez más.

Sintió un nudo en la garganta, además de que sus ojos se pusieron vidriosos.

—Lo siento mucho—. Expresó tras unos segundos. —De verdad, lo siento mucho—. Emitió un sollozo ruidoso que solo la hizo sentir avergonzada.

Han la apegó a su cuerpo, dejando que ocultara su rostro en el pecho del muchacho.

—Nadie te volverá a hacer daño, Hannah. De eso me encargo yo—.






















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Atte: R. A.

Hannah.| Tokio Drift.| Han Lue.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora