21. Buddy.

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21. Buddy.





















La alarma de Hannah sonó a las 6:30, lo que le hizo levantarse y arreglarse para la Preparatoria. Parecía un día normal, sin embargo, la pelirroja mostraba unas ojeras oscuras bajo sus ojos que aterraban a cualquiera y definitivamente no eran ni un poco atractivas.

Cuando salió de su habitación, más temprano de lo normal y con el pensamiento de que aún con todo el caos, probablemente ya no sería bien recibida en esa casa, vió a su prima en la cocina, tratando de llamarle a alguien por teléfono.

—¿Sabes algo de mi tía?—. Le preguntó directamente, y la muchacha sorbió su nariz.

—Papá se fue a las 5, le llamaron del hospital y le dijeron que mamá está entrando en labor de parto. Es prematuro, a penas va a cumplir los 8 meses—. Le explicó a la joven que abrió la boca sorprendida, tragándose cualquier palabrita. —Pero aún así, me han pedido que vayamos al Insti, así que tenemos que ir—.

—¿Vas a ir a verla después de la escuela?—. La japonesa asintió. —¿Puedo ir contigo?—.

—No estoy muy segura de que sea lo que mamá quiera—. Susurró con una chispa de un algo que la pelirroja prefirió ignorar. Simplemente emitió un sutil "oh" antes de despedirse y salir del hogar.

Para cuando la joven llegó a la escuela, hecha un desastre, con poco más de 4 horas de sueño, sin desayuno, sin maquillaje, molesta e irritada por la gente que se encontraba en la estación del tren, bastante apresurada.

Al primero que encontró fue a su amigo Twinkie, quien al verla arrugó las cejas bastante impresionado y confundido.

—Joder, no te ves bien—. Emitió en voz alta, aunque parecía haber sido un pensamiento que por accidente había dicho en voz alta.

—Gracias, a las chicas nos encanta que nos digan eso—. Escupió con sarcasmo, sintiéndose fatal.

—Lo siento... lo que quería decir era... ¿estás bien?—. La joven negó.

—Mi tía está en trabajo de parto, me dijo que era una cualquiera que me metía con cualquier hombre, creo que me corrió de su casa, dormí 4 horas, me duele el estómago y tengo hambre—. Nombro todos sus problemas mientras contaba con sus dedos, notando como Neela se acercaba a escucharla, con los ojos abiertos.

—¿Esa maldita te ofendió?—. La vió apretar los labios.

—No sabía que tenías una tía embarazada—. Agregó el de tez oscura, recibiendo dos pares de malas miradas que le hicieron agregar otra oración. —Tengo galletas, ¿qué tal si comes un poco?—. Abrió su mochila que colgaba en su espalda y sacó un empaque de galletas que extendió a la pelirroja, quien la tomó y tras agradecer, comenzó a comer bastante complacida.

—¿Tienes algún plan?—. Le cuestionó Neela.

—No quiero quedarme en su casa mientras ella está en el hospital, eso lo tengo claro. Debo llamar a mis padres y decirles lo que sucede, creo que es el final de estudiar aquí—. Los dos negaron casi al mismo tiempo.

—¿El final? ¡No, demonios! Queda una semana antes de las vacaciones de invierno, puede resolverse todo en cuatro semanas—.

—Twinkie, no creo que mi tía me quiera en su hogar con la idea que tiene de mi—. Decretó la pelirroja, aún comiendo.

—¿La idea que tiene de ti?—. La muchacha asintió ante la pregunta de su amiga.

—Cree que obtengo regalos caros de hombres que se acuestan conmigo, Dai le dijo, tal vez me vió saliendo con Earl o con Twinkie o con Han—. Declaró su suposición la que era mayor que ambos.

—Es una maldita—. Decretó Neela enfadada. —¿Sabes qué? Hoy mismo tomarás tus cosas de ese lugar y ya no volverás—. Dijo con determinación la muchacha.

—Sí, eso creo que ya lo tengo claro—. Expresó una vez más la de tez clara. —Pero no tengo en donde quedarme, tal vez regrese a Estados Unidos esta misma noche—.

—No—. Respondió la morena. —Te quedarás en mi casa, le dirás a Han que te acompañe a por tus cosas y te quedarás en mi casa mientras tratas de comunicarte con tus padres. Tienes razón, ellos deben saber lo que sucede y decidir junto a ti lo que va a pasar—.

—Neela...—. La pelirroja se detuvo, viéndola fijamente. —¿Hablas en serio? ¿Puedo quedarme en tu casa?—. La de cabello oscuro asintió.

—Claro que si, somos hermanas. No voy a darte la espalda cuando necesitas ayuda—. Expresó, sonriendo.

Su amiga le dió un abrazo, sin dejar de agradecer en voz alta, tratando de no llorar. Twinkie se unió al abrazo, declarando que si lo necesitaba, también podía contar con él.

Hannah tenía a los mejores amigos de la historia.


















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Atte: R. A.

Hannah.| Tokio Drift.| Han Lue.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora