Capítulo 2

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Capítulo dos

Cuando era pequeña me enseñaron a defenderme, pero nunca había tenido que hacerlo a solas, siempre había alguien a mi lado.

Pero ahora me encontraba con ropa de cama, completamente sola mientras tres personas...no, monstruos comenzaban a caminar amenazadoramente en mi dirección.

No dejaría que me mataran sin luchar, ellos tenían más fuerza que yo y me ganaban en número, pero yo tenía orgullo y dignidad.

Rápidamente comencé a buscar en la oscuridad frenéticamente la daga de plata, si la encontraba, tal vez yo tendría una posibilidad frente a ellos, un corte profundo y estarían fuera del juego, y yo podría sobrevivir.

Cuando mis dedos tocaron el frío metal de la daga me sentí algo más tranquila, pero ahora sería el momento de atacar. Yo tenía que matarlos.

No quería que ellos vieran que tenía la daga, la puse discretamente en mi espalda esperando que ellos piensen que estaba entrando en pánico y estaba eufórica.

Ellos se estaban acerándose y estaban rodeándome, los lobos estaban a mis lados moviéndose en círculos mientras que el que estaba en forma humana se acercó justo frente a mí. Estaba asustada así que lo más rápido que pude mi brazo se disparó en su dirección con la punta de plata apuntando directamente en su dirección.

Pero antes de poder hacer un corte, antes de siquiera tocarlo, su mano golpeó la mía haciendo que la daga saliera de mi mano hacia el suelo, lejos de mí.

Él me empujó a la cama casi como si no le costara nada hacer ese movimiento ni mantenerme ahí, los lobos se habían puesto justo frente a mí, con su aliento en mi cuello.

Estaba entrando en pánico, estaba asustada, no quería morir despedazada por unas bestias salvajes, deseaba que esto fuera una muy rápida muerte.

Fuera de mi espacio podía escuchar los gritos de las pernas quienes me han enseñado a sobrevivir, quienes me habían dado oportunidades, algunas luces se habían encendido y podía ver las sombras de hombres y lobos anormalmente grandes saltar sobre niños y mujeres.

Sentí mis mejillas húmedas, eso sería todo signo de debilidad que verían en mí. No gritaría, no lloraría, no me quejaría. No les daría la satisfacción de saber cuánto desearía que me dejaran con vida.

Estaban torturándome, sus dientes desnudos se acercaban lentamente a mi cuello, claramente algo intencional para intimidarme. Apreté mis labios juntos cuando sentí unos colmillos enterrarse en mi cuello, pero no llegaron a hacer un daño real más que el dolor de sus dientes al perforar una pequeña parte de carme.

-- ¡Alto! -- Gritó el hombre en forma humana a los lobos, los cuales inmediatamente me alejaron sus horribles dientes de mí para que sus ojos fueran a ese hombre -- Chicos, huelan, ella tiene un olor diferente. Hay que venderla.

¿Venderme? ¿hablaba en serio? ¿A caso hablaba en serio? Comencé a luchar frenéticamente pero no logré nada más que los lobos gruñeran. Cuando lo hicieron, me quedé quieta inmediatamente por el miedo.

Escuché el sonido de huesos quebrándose y de pronto los dos lobos quienes estuvieron a punto de matarme eran dos chicos jóvenes desnudos. Dos animales de cualquier modo, sólo dos monstruos.

-- Yo la llevo -- Respondió uno de los chicos que recién había cambiado a su forma humana-- ¿Quién tiene la soga?

El que siempre había estado como humano le pasó una soga y el otro chico mantuvo mis muñecas juntas y quietas mientras que el otro las ataba cuidadosamente, luego hicieron lo mismo con mis pies.

CCH: Casa para Compañeros Humanos #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora