Capítulo 6

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Capítulo seis

En la vida siempre están esos momentos en los que sientes que la realidad que tus ojos ven no es más que una ilusión, eso sucede en los peores momento cuando lo único que anhelas es poder salir de ahí, y también en los mejores y el miedo que provoca el pensamiento que todo se podría acabar en solo unos segundos.

Rogaba porque todo sólo fuera una broma pesada o una simple pesadilla. Pero en cada uno de esos momentos malos que no parecen reales, hay un momento en el que sabes que lo es, y que nada cambiará la situación en la que te encuentras.

Estaba siendo arrastrada por alguien quién me había elegido como su compañera, yo no estaba moviendo mis pies, no estaba colaborando con él, pero sin mayor esfuerzo él podía arrastrarme y por lo que veía para él no era un problema hacerlo.

Tenía que admitir que sentía mucho miedo, el miedo me estaba inundando por completo y ni siquiera podía luchar contra eso.

Sentía que mis pensamientos eran lo más fuerte de la habitación, todo lo que podía escuchar era lo que había dentro de mi cabeza, todos los sonidos que antes se encontraban ahora habían desaparecido: La música, las charlas, los gritos... no quedaba nada.

Habían seis palabras que parecían imposibles para mí: Ser compañera de un Hombre lobo.

Mis pies estaban haciendo fricción contra el suelo de cerámica mientras la mano en mi cintura me arrastraba fuera de la vista de todos, a un lugar privado.

Entonces me di cuenta de lo que él estaba haciendo, me estaba alejando de todos quienes podrían ayudarme en caso que él hiciera algo conmigo. Podría violarme y nadie vendría a ayudarme porque estaríamos solos.

Comencé a luchar con ese pensamiento en mente, si no había manera de evitar que él se acercara a mí por lo menos no me quedaría a solas con él.

Antes de que los hombres lobos se dieran a conocer esas cosas solo eran cosas de pesadillas, cosas que estaban bajo la cama en el momento que los niños pequeños iban a la cama. Ahora que ellos tenían el control de todo, uno vivía en la pesadilla.

Estaba intentando golpearlo para que me soltara, no quería que me tocara. Pero al estar de espaldas a él mis movimientos se encontraban limitados. Probablemente me veía ridícula agitando mis brazos y piernas en el aire.

Pero mi codo logró tocar el estómago de él con fuerza suficiente como para que bajara un poco el ritmo en el cual caminaba arrastrándome, esa oportunidad la tomé para morder su brazo (Si, lo mordí) para que aflojara el agarre en mí y así ser libre.

Cuando había corrido unos metros lejos de él voltee para comprobar si me seguía. Mis ojos se encontraron con la muñeca de él que estaba con un poco de sangre por mi mordedura y con su rostro sorprendido. No parecía sentir dolor.

Mis ojos se encontraron con los de él de un color que no pude determinar con la distancia y la falta de luz en la habitación.

Sus ojos me habían hipnotizado por completo, por un momento sentí que no podría moverme lejos, y me di cuenta que no era la única que se estaba sintiendo así, él parecía sentir que el contacto visual movía algo profundo en nuestro interior, pero yo sabía que no podría dejarme llevar por eso.

Desviando la mirada y prometiéndome que nunca más volvería a mirar directamente a sus ojos volví a observar el lugar en el que había mordido y me sorprendí al observar que ahí ya no había una herida, parecía como si nada hubiera pasado.

Esa era una ventaja de los hombre lobos, si la herida era pequeña como la que mi mordedura hizo no demoraría más de unos segundos en desaparecer por completo. En cambio para los humanos la herida estaría durante meses marcándonos.

CCH: Casa para Compañeros Humanos #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora