Las manchas naranjas del amanecer ya comenzaron a teñir el cielo cuando Sasuke llegó a los pies del barranco.
No sabía exactamente en qué lugar debía esperar al indio, pero estaba seguro de que seria en lo alto de este. Por desgracia, el terreno era demasiado empinado y estrecho para que el caballo lo llevara hasta la cima, por lo que tuvo que dejarlo y continuar a pie.
No tardó mucho en sentir una extraña inquietud llenando su estómago, pero por mucho que miró a su alrededor, no vio nada. Estaba rodeado de ramas de viñátigo y barbusano, tan tupidas y verdes que impedian ver lo que la rodeaba, por lo que la sensación de claustrofobia fue en aumento.
-¿Está aqui- susurró solo para sus oidos y para darse ánimos.
Aunque las piernas le temblaban, continuó avanzando, sin poder evitar mirar cada pocos pasos por encima de sus hombros. A pesar del frio del amanecer, el sudor le caia por la frente mientras cada paso se le hacía más pesado, así como la sensación de ser vigilado se hacía más intensa.
Sasuke trató de pensar. La tensión crecía a cada segundo, por lo que se dijo que debía mantenerse concentrado, pero las dudas y la presión amenazaban con abrumarlo.
Una vez más, no pudo evitar mirar hacia atrás, por si conseguía encontrar a quien al sentía que lo estaba observando.
-¿Eres tú?, ¿Eres el indio?-
Escuchó un sonido delante de el, pero fue tan suave que apenas pudo identificarlo. Luego levantó la cabeza, como si los rayos que comenzaban a marcar el cielo tuvieran la respuesta.
-Me pediste que viniera- dijo Sasuke, pero nadie le contestó.
Trató de ignorar el pánico que le oprimía el pecho y siguió andando, con la esperanza de que en algún momento, el indio se dejará ver. Solo esperaba que cuando lo hiciera no le diera un infarto, pues no creía que pudiera soportar más impresiones fuertes.
Miro hacia adelante sintiendo el viento en su cara, y vio que le quedaban pocos metros para estar en lo más alto del barranco. Unos terribles pensamientos se apoderaron de su mente, al no saber qué ocurriría cuando llegara al final.
Nunca antes habia estado ahi, pero estaba seguro de que al tratarse de un barranco, en algún punto el camino terminaría y solo quedaría una inmensa caida. Le aterraba tener que colocarse cerca de ese lugar tan peligroso, pero más la aterraba que cuando subiera los pocos metros que le quedaban, se encontrara a aquel hombre sosteniendo en vilo a la pequeña Sarada, y bajo ella la mortal caida.
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Naruto hizo girar al caballo en un circulo mientras trataba de buscar huellas. Tenian que estar alli, en alguna parte. Intentó encontrar el rastro de algún movimiento, pero no había suficiente luz para ver con claridad.
-Maldita sea.-
No podia llamarlo o delataría su presencia, si es que el indio no lo había visto ya.
Maldijo una vez más en voz baja mientras empujaba a su caballo para que siguiera moviéndose. De pronto, un relincho le indicó que estaba cerca del omega.
Sin tiempo que perder, aceleró el paso y se encontró a uno de los caballos del rancho pastando.
-Al menos sé que estás por aqui- se dijo un poco más animado, pues por fin habia encontrado una pista de dónde podia estar Sasuke.
El barranco era un lugar muy grande, con varios senderos ascendentes hacia la cima, por lo que encontrar el camino exacto que había tomado Sasuke no le hubiera resultado fácil.
Naruto desmontó y comprobó las balas de su pistola. Estaba cargada, y además llevaba un cuchillo escondido en su bota.
Decidido a encontrarlo, comenzó a subir la pendiente y alli las huellas de Sasuke eran ahora más nítidas. Sin lugar a dudas, el hecho de que el sendero fuese de tierra ayudaba, del mismo modo que lo hacía la luz del cielo, que cada vez era más clara.
Siguió avanzando sin poder evitar recordar a su esposa y a su hijo Boruto, mientras el pánico le subía por la garganta. Se preguntó si su vida estaba a punto de desmoronarse de nuevo o si esta vez Dios seria clemente con él.
Continuó la marcha con el corazón acelerado, intentando dejar atrás todo el dolor, la culpa y la agonia que durante años lo habían atormentado.
-Esta vez no. Esta vez no voy a perder a mi familia.
El sudor comenzó a correrle por la frente cuando supo que estaba cerca del final del camino. Naruto miró a su alrededor con nerviosismo, intentando encontrar una pista de Sasuke, de Sarada o del indio.
Sabía que a unos metros más adelante se acababa el sendero, y no sabia qué iba a encontrar. La imagen de Hinata ensangrentada volvió a su mente, y una lágrima se escapó de sus ojos. Hacia muchos años que no rezaba, pero había llegado el momento de hacer las paces con Dios.
-Dios- balbuceó en voz baja, -si estás ahí, si eres real... Ayúdame a encontrarlos. No puedo perder a nadie más. No puedo...-
No fue capaz de continuar rezando. No después de todo lo que había soportado en el pasado. El rostro de su nueva familia le vino a la mente y trajo angustia a su alma. Puede que Sarada no fuera su propia hija, pero no podia permitir que corriera la misma suerte que Boruto.
Esa pequeña se merecía ser feliz junto a una familia que la quisiera, y por primera vez desde que la conoció, se dio cuenta de que él quería formar parte de esa familia que la amara. Del mismo modo que queria amar a Sasuke y ser su esposo, en todos los sentidos.
Habia sido un tonto al haberlo mantenido apartado de su corazón y de sus brazos. Ahora lo sabia, como sabia que si todo esto acababa bien, no volvería a ser tan estúpido.
Se humedeció los labios mientras le temblaban las manos, pero continuo caminando. Naruto miró a su alrededor y se percató de algo moviéndose a unos metros delante de él, e instintivamente acercó su mano a su arma.
Habia alguien alli, pero no podia distinguirlo a causa de las ramas que lo rodeaban. Con cuidado, siguió andando hasta que pudo ver con claridad el cuerpo de un muchacho.
«Sauke», pensó al recordar que su esposo iba vestido con pantalones.
La alegria pronto inundó todo su cuerpo y, sin pensárselo dos veces, aceleró su paso para acercarse a el. Estaba a salvo, solo, y le había encontrado. Por fin parecía que las cosas comenzaban a salir bien, aunque no le gustaba verlo tan cerca del empinado barranco.
Sasuke debió de oírlo llegar, pues se volvió y se le quedó mirando durante unos segundos, como si no pudiera creer que fuera cierto lo que veian sus ojos. Luego, despacio, comenzó a acercarse mientras le ofrecía una radiante sonrisa.
Sin duda, lo habia pasado mal el solo en ese barranco, y ahora se alegraba de verlo. De pronto, Sasuke se detuvo en seco y sus ojos se abrieron asustados, reflejando el pánico que había en su rostro.
¡No!-gritó el omega mientras extendía una mano hacía él, como si asi pudiera apartarlo del peligro.
Naruto no tuvo tiempo a reaccionar. El indio se le echó encima y la visión de Sasuke se convirtió en una mancha borrosa.
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Mi esposo inesperado (Narusasu)
RomanceSasuke, un omega que necesita escapar de su opresiva madrastra. Desesperado, contesta al anuncio de un ranchero que busca esposo, sin saber que él no lo ha publicado. Ilusionado abandona todo y se marcha en busca de un marido y una nueva vida. Narut...