Capitulo 22

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Naruto se tomó su tiempo para recuperar el aliento. Después, sin dejar de mirarlo, le limpió las lágrimas que manchaban sus mejillas y lo miró con los ojos llenos de deseo.

Le habria gustado permanecer ahi con el entre sus brazos, besándolo y deleitándose de sus caricias, pero tenían el tiempo en su contra para encontrar a Sarada.

Sasuke pareció pensar lo mismo en ese preciso momento, pues se aferró a él y de repente jadeó.

-¡Sarada!

Al intercambiar sus miradas, Naruto pudo apreciar el miedo de Sasuke, por lo que trató de mitigar el suyo para no asustarlo más de lo que ya estaba. Ahora era necesario dejar todo a un lado para encontrar a la pequeña.

-¿Crees que está aqui, en el barranco?- le preguntó el omega antes de separarse de él y comenzar a mirar a su alrededor.

-Estoy convencido de ello. Creo que la dejó escondida en algún sitio para asegurarse un rehén en caso de que lo necesitara.-

Sasuke sintió un dolor en su pecho más fuerte que el que estaba sintiendo en su hombro y en su brazo, pero se negó a prestarle atención o quejarse, al ser mucho más importante encontrar a Sarada.

No sabían cuánto tiempo llevaba escondida sin agua y sin comida, y si la pequeña no estaba llorando tras el ruido que se organizó, es que debía de pasarle algo malo.

Sasuke empezó a buscar entre los matorrales cercanos. Sofocó las extrañas sensaciones en su interior para concentrarse y no pensar en lo que habia sentido en los brazos de su esposo.

Ahora tenía que centrar todas sus fuerzas y pensamientos en Sarada, quien no tenía a nadie más en el mundo que se preocupase por ella. Esa idea le causó un estremecimiento, pues le dio la certeza de que Sarada dependía por completo de el y de Naruto. La pequeña se había convertido en alguien importante en su nueva familia, y por la expresión de angustia en la cara de su esposo, sabía que él también sentia lo mismo.

-Voy a hacer dos disparos al aire para avisar a los muchachos. No tardarán mucho en llegar y nos ayudarán a encontrarla- le dijo Naruto mientras se acercaba a donde habia caído el revolver tras la pelea y lo recogía del suelo. Estate atento a cualquier ruido que escuches después, puede que el sonido del disparo la despierte.

-¿Crees que pueda estar despierta?- le preguntó esperanzado, al significar que no le había pasado nada.

-No sé cómo pensaba ese indio. Pero si yo tuviera que cargar con un bebé que no para de llorar por hambre o porque se siente solo, y además tuviera que tenerlo callado, le daria un poco de láudano para mantenerla tranquilo.-

Sasuke pensó en esa posibilidad y asintió convencido. Él tenia razón. Ahora que lo pensaba, era una posibilidad muy lógica, y ello explicaría que la niña estuviera cerca, pero en silencio. Algo más animado, observó a Naruto apuntando al cielo sin dejar de mirarlo.

-¿Estás preparado?- Quiso él asegurarse para que Sasuke no se asustara al oir el disparo.

El omega hizo un gesto afirmativo y, un segundo después, escuchó los dos disparos dirigidos al cielo. Un par de aves se lanzaron al vuelo, pero después todo quedó en silencio.

- Sarada debe de estar cerca- repetía Naruto una y otra vez en voz baja mientras miraban a su alrededor entre las piedras, la tierra y los arbustos.

La luz del sol cada vez era más intensa, y ya se podia ver con total claridad. Estaban rodeados de maleza y grandes rocas que contrastaban con otras más pequeñas. La niña podía estar escondida en cualquier lugar del barranco, o quizá en algún otro sitio.

Pero el indio no debió de disponer de tiempo de ir a ningún pueblo cercano para dejar a Sarada a cargo de un conocido, ya que tras matar a Kabuto tuvo que ir directo al barranco, esconder a la niña y prepararse para cuando ellos llegaran. Simplemente era imposible, y también era improbable que alguien de Rosebud se estuviera ocupando de Sarada.

«Tiene que estar por aqui», se dijo Sasuke mientras apartaba unas ramas.

-¿Has oido eso?- preguntó de pronto Sasuke, esperanzado. -Me pareció oir un ruido tras esas piedras- explicó girando la cabeza hacia el origen del sonido, pero no logró escucharlo de nuevo.

El omega parecía tan animado que Naruto no quiso decirle que él no había oido nada, pero no estaba de más comprobarlo. No tardó en alcanzar a Sasuke e ir juntos al lugar que había indicado esta, cuando, a un escaso metro de distancia, lo escuchó.

Sonaba como el gemido de un gatito.

-¡Lo he oido!- afirmó el con el corazón gritando en su pecho.

A paso ligero, ambos se acercaron cogidos de la mano y con la esperanza bullendo en sus ojos.

-Debe de estar en algún lugar cerca de esa piedra-dijo Naruto mientras señalaba a una enorme roca que estaba delante de ellos. -Tú ve por la izquierda y yo por la derecha.-

Sasuke asintió, al serle imposible hablar. Algo le decía que ese leve sonido era su pequeña, y estaba deseoso de cogerla y sostenerla fuerte entre sus brazos.

El martilleo de su corazón acompañó cada uno de sus pasos, mientras la preocupación se volvió esperanza cuando volvieron a escuchar otro gemido, esta vez más fuerte al estar más cerca.

-¿Lo has oido?- le dijo Sasuke con una sonrisa en los labios.

-Alto y claro. Es nuestra Sarada.-

En ese momento, Sasuke estaba tan concentrado en encontrar a Sarada, que no se percató de las palabras de Naruto «nuestra Sarada». Sin embargo, algo dentro de el sí lo notó, pues sintió un estallido de jubiló en su interior que lo hizo estremecerse.

Y de repente, frente a el, alli estaba Sarada, oculta en una grieta enorme de la roca, y envuelta en una manta.

Sasuke no se lo pensó dos veces y se agachó poniéndose de rodillas para cogerla con sumo cuidado entre sus brazos. Sollozando, le apartó la mantita manchada de tierra de la cara y la observó. Estaba adormecida, pero aun así inquieta, como si presintiera que no estaba en un lugar seguro.

Por la forma en que dormitaba, Sasuke pensó que Naruto tenía razón al sugerir que el indio la habia drogado. Solo esperaba que la pequeña no sufriera ninguna consecuencia por ello y pronto despertara como si nada.

En cuanto la sostuvo entre sus brazos, todas sus inquietudes se desvanecieron. Su pequeña hija ya estaba a salvo, y por la forma en que Sasuke se tranquilizó de golpe, era más que evidente que sabía que estaba junto a su madre. Porque si de algo estaba seguro después de lo que había pasado, era de que Sarada era su hija.

Llorando de felicidad, Sasuke quería decirle a Naruto que ya la había encontrado, pero no podia articular palabra. Queria gritar, reir y llorar, pero solo pudo sonreir mientras miraba a su pequeña.

Esta a su vez la contempló y se le formó una sonrisa en sus diminutos y agrietados labios. Sasuke no aguantó más y comenzó a llorar desesperadamente, al mismo tiempo que sintió unos fuertes brazos que la abrazaban con firmeza.

-Ya está, ya está. Está a salvo, con nosotros.-

Y asi, con Sarada y Naruto de rodillas y abrazados mientras contemplaban a su pequeña, los vieron al llegar a lo alto del barranco los muchachos del rancho, con Shikamaruba la cabeza.

Esta vez, la historia de Naruto tenía un final feliz, junto a la esposa que llegó a él de forma inesperada y la pequeña huérfana que se había ganado sus corazones.

Mi esposo inesperado (Narusasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora