Capitulo 10

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Sasuke permaneció en silencio. Quizá así todo acabaria antes y podria regresar a su cuarto, pero la fusta cayó de nuevo sobre su espalda produciéndole un lacerante dolor en la espalda.

-¡No, por favor!-gimió de nuevo, pero como en las veces anteriores, su maltrato continuó.

A sus oídos volvió el sonido del aire silbando tras la ventana cerrada, y el zumbido de la fusta al descender sobre su espalda. Iba a golpearlo de nuevo y no estaba seguro de cuánto más iba a poder soportar.

-Eres una perra desagradecido.-

La áspera voz volvió a resonar en su cabeza consiguiendo que  se estremeciera.

Era inconfundible el odio que emanaba de cada palabra, aunque Sasuke no conseguía saber por qué lo odiaba tanto.

La fusta volvió a golpear su espalda y con ello vino otra oleada de dolor insoportable.

¡Basta!- gritó con todas sus fuerzas, pero solo consiguió que su torturadora se carcajeara.

Fue entonces cuando miró hacia atrás, y unos ojos inyectados en sangre se clavaron en los suyos. Unos ojos que destilaban desprecio y rabia por igual y a los que conocía muy bien.

-Jamás te librarás de mi.- La voz de su madrastra encendió algo dentro de el. Le trajo el recuerdo de los desprecios, las burlas y los golpes que durante años tuvo que soportar. También le hizo sentirse indefenso y solo, pero lo peor de todo fue creer que nada habia cambiado.

El pensamiento de que estaba en la casa de su madrastra lo paralizó, al no poder soportar que su viaje a Montana y su boda con Naruto fueran solo un sueño.

No cuando ya se había visto a salvo y habia creido que nunca más volverían a hacerle daño.

El terror que sintió ante ese futuro estremecedor hizo que volviera a gritar con toda la desesperación que sentia en su interior. Un grito que lo devolvió a la realidad y a una habitación en penumbras que no lograba rесоnосеr.

Estaba asustado, con la respiración entrecortada, sudoroso y confundido, pero lo peor de todo es que no podia recordar dónde se encontraba

¿Era Colorado o Montana?

Miró a su alrededor, pero todo estaba a oscuras, por lo que no podia saber la verdad. Sin lugar a dudas, estaba sobre una cama y, por la escasa luz que se filtraba por la ventana, era de noche.

Un sollozo se le escapó de los labios justo cuando la puerta se abrió y una luz entró en el cuarto, trayendo consigo la figura de una persona en el umbral de la puerta.

-Shhh, cálmate, Sasuke, ya estás a salvo.- La voz del alfa lo sobresaltó al no reconocerla.

Sasuke se quedó quieto observándolo, como un cervatillo frente a un lobo, dispuesto a salir corriendo cuando este se le acercara. Su mente estaba tan aturdida por el cansancio y la pesadilla, que no lograba entender por qué un hombre estaría en su habitación, si es que este lo era.

De pronto, el hombre dio unos pasos hacia adelante, como si intuyera que el era incapaz de reconocerlo.

-Soy yo, Sasuke, Naruto.

Al estar ahora más cerca de ella, la luz del candil iluminó el rostro del alfa y algo de claridad regresó a su confusa mente. Pero fueron las últimas palabras de él las que trajeron el recuerdo a su nublada mente. Era el mismo hombre que habia conocido ese dia y que se había convertido en su marido.

Como un destello, el recuerdo de lo sucedido le vino a la memoria. Su viaje, Sarada, el encuentro con Naruto, su boda y la llegada al rancho. Solo entonces se percató de que estaba en su nueva habitación, más concretamente en su nueva cama y con su nuevo marido a escasa distancia, observándolo con preocupación.

Mi esposo inesperado (Narusasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora