Capitulo 5

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El viaje a Montana fue más largo de lo que Sasuke esperaba.

El tren lo llevó hacia el oeste, pero solo hasta cierto punto. Su asiento había sido duro e incómodo. No había tenido mucha comida ni bebida porque tenía muy poco dinero. Pero el no se detuvo. Viajó en tren durante tantos días que pronto perdió la cuenta.

Pero finalmente, después de un viaje agotador, llegó al pequeño pueblo de Rosebud, en Montana.

Habia tardado más de la cuenta en llegar, pero ya estaba alli. Ahora solo esperaba que alguien fuera a recogerlo. O mejor dicho, que su futuro marido fuera a su encuentro.

Al pensarlo se estremeció, mitad por el nerviosismo y mitad por la expectación. ¿Cómo sería él? ¿Qué pensaría de el?

Miró a su alrededor y comprobó que no habia nadie aguardandolo. Pero no se desanimó, su prometido ya le habia avisado que el tren no solia ser preciso en sus llegadas y era frecuente que los pasajeros tuvieran que esperar durante horas.

Pero el sol de Montana era abrasador y pronto Sasuke deseó una limonada fresca.

A lo lejos, divisó un restaurante y lo que parecía ser una taberna. Aunque era joven y no había visto mucho mundo, sabía que no debía acercarse a esa clase de lugares. Por lo que decidió que iria al restaurante a pedir la limonada.

Solo tenía que mantenerse alejado de la taberna y del par de hombres que estaban frente a sus puertas hablando y riendo a gritos.

No le gustaba su aspecto y que estuvieran bebidos, por lo que cogió sus pertenencias y camino decidido por la otra acera sin dejar de mirar hacia el frente.

Pero algo en el llamaba mucho la atención, pues conforme iba avanzando por la calle, la gente se paraba a mirarla. Por unos segundos, Sasuke se preguntó si llevaba bien colocado el sombrero o la sus pantalones. O quizá se le había abierto un botón de la blusa y estaba dando un espectáculo.

Abochornado, bajó su cabeza con disimulo para comprobar que cada botón estuviera en su sitio y el pantalón bien estirado y acomodado. Ya más tranquilo, pensó en el motivo de esas miradas indiscretas, y creyó haber encontrado la respuesta.

Al parecer, Rosebud era un pueblo más pequeño de lo que pensaba, y les extrañaba ver caminando por sus calles a un omega recién llegado y sin compañia. Se imaginó que no seria frecuente que recibieran pasajeros, y por eso su presencia les resultaba extraña. Aun así, levantó la barbilla y siguió caminando, decidido a comenzar su nueva vida sin agachar la cabeza,

-Mirad quién viene por ahí.- La voz de uno de los hombres le aseguró que no había pasado desapercibido.

-¿A dónde vas, precioso? Ven a tomar un trago con nosotros.-

-Nosotros te cuidaremos bien.-

Las carcajadas de los hombres lo pusieron más tenso, pero continuó caminando como si no los hubiera escuchado.

-Parece que no somos de su agrado- se mofo uno de ellos cuando lo vio pasar de largo.

-Déjala, la Madame tiene omegas complacientes que te darán menos trabajo.

Otras risas volvieron a escucharse, esta vez a sus espaldas, pero Sasuke siguió sin hacerles caso.

De hecho, estaba a escasos metros del restaurante cuando oyó otro sonido que le llamó la atención.

Por un segundo, pensó que se trataba de un gato mal herido, pero cuando volvió a escucharlo se percató de que era algo completamente diferente.

Por desgracia, era demasiado curioso y no podia alejarse sin más hasta no asegurarse de lo que era, sobre todo, porque parecía el llanto de un bebé.

Mi esposo inesperado (Narusasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora