39 - Creciendo

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911 | S6 – E7/8





—Y actuaban como locos por ese estúpido brazalete —decía Eddie al cambiarse la ropa.

—¿Lo trajiste? —le pregunté, él asintió y sacó un brazalete con forma de serpiente, lo tomé y empecé a verlo—. No parece de oro o plata, es como grava —dije al verlo.

—Lo sé, no es algo que una mujer suele usar —dijo él. Alcé las cejas.

—Ah, y sabes las joyas que usan las mujeres porque...

—Mi tía Pepa normalmente compra joyas —dijo al sonreír forzado.

—Claro.

Ambos fuimos a casa de Athena y Bobby, cuando entramos nos sentamos a la mesa con ellos y Athena nos sirvió té, el cuál agradecí. Eddie le contó a Athena la historia de la chica y su asistente que le hacía comprar cosas muy caras.

—¿Se está aprovechando de ella? —le preguntó Athena a Eddie al momento de ver el brazalete.

—Felisa dijo que Alexis la convenció de comprarlo —dijo Eddie al echarle azúcar a su té—. Se supone que es un artefacto de Pompeya.

—¿Esto? —Athena río—. Mi madre tiene bisutería que se ve mejor.

—Y quizá le cotó menos, esa cosa le costro 20mil dólares a Felisa —dijo Eddie.

—¿20 mil dólares por eso? —preguntó Bobby.

—Parece que no es lo primero que Alexis la convenció de comprar —dijo Eddie al beber té.

—Pareces estar seguro —le dijo Bobby.

—Cuando mi abuelo murió, mi abuela la pasó mal —dijo Eddie—. Sí, falleció de repente, así que no pudieron despedirse. Ella se sintió muy mal por eso. Fui a visitarla en el verano y había una mujer curandera en su casa una vez por semana, con velas y plegarias. Le prometió a mi abuela que podría hablar con su esposo perdido.

—Y jamás lo hizo —dijo Athena.

—No, nunca dejó de intentar y tampoco dejó de pagar. Ahorros, seguro de vida, todos los centavos que tenía. Mi papá y mi tía le pagaron la deuda, por poco pierde su casa.

—Por eso no crees en las maldiciones —dijo Bobby.

—Entiendo creer en algo más grande que uno, pero si hay un poder superior, no creo que esté haciendo caer candelabros ni que rompan las bombas de gasolina —dijo Eddie.

—Los mejores estafadores saben cómo jugar con la desesperación —dijo Athena—. Cuanto más desesperada esté una persona, más fácil será engañarla.

Al finalizar el turno fuimos a la playa, Eddie me dijo que en realidad todos los accidentes pasaron por causa de Nico Perelli, un hombre que vendía replicas y las hacía pasar por originales.

Ambos estábamos sentados en unas sillas de playa que veían al mar, la luz del sol era suave teniendo en cuenta que eran como las 5 de la tarde.

—Hola Eddie —dijo una chica al llegar, ella me miró y yo sonreí. Eddie había invitado a Felisa a hablar con él.

—Hola, creí que no vendrías —dijo Eddie.

—Voy a ver al pequeño —dije al ponerme en pie e ir con Chris, él estaba con el instructor de surf y este le explicaba cosas. Unos instantes después Felisa se fue y yo me cerqué a Eddie—. ¿Debería preocuparme? —dije al sonreír, él río.

—No, solo necesitaba consejos, ella verá si los toma —dijo al ponerse en pie y abrazarme—. Además, no podría alejarme de esto, mi familia —entonces me besó.

A los días después Chris iba a ir a su fiesta de curso, estaba algo nervioso y emocionado y cuando sacó a Carla y Eddie de su habitación. Yo estaba en el comedor esperándolos.

—¿Por qué quiere estar guapo? —preguntó Eddie a Carla.

—Está ansioso por la fiesta de la escuela y quiere verse bien, pero empiezo a creer que tal vez hay un primer enamoramiento —dijo Carla al ver a Eddie y sonreírme.

—¿El primero? —preguntó Eddie algo aturdido—. Es genial, pero ¿por qué no me lo dijo? —Carla me miró y yo me encogí de hombros.

—Eddie, ya es grande —dije.

—Lo sé, pero creí que habíamos pasado la fase de guardar secretos —dijo él.

—Ya sabes cómo es a esa edad —dijo Carla—. A veces hablar de tus sueños hace que parezca muy real. A veces la fantasía es mejor que la realidad.

Carla se fue a la habitación de Chris y Eddie suspirando s eme acercó, sonreí cuando me abrazó.

—Aparentemente te cuesta trabajo aceptar que Chris tiene 11 años —dije al verlo.

—Aun es pequeño... 

—Pronto será adolescente oficialmente y cuando llegué a esa etapa será un campo de batalla, yo hasta me fui de casa —Eddie entrecerró los ojos.

—Chris no hará eso... ¿cierto? —dijo al verme, negué con la cabeza.

—Él te ama, pero también es verdad que papá debe entender cuándo apartarse —dije, Eddie suspiró.

Al otro día en la noche fue la fiesta de Chris. Eddie y Carla lo llevaron y yo por obvias razones me quedé en casa.

Ambos volvieron tres horas después con Chris, quien había disfrutado mucho de la fiesta.

—Hola, ¿cómo está papá? —le dije a Eddie cuando llegó a acostarse a la cama, sonreí al ver que se acomodó a mí lado.

—Me sentí con miedo, el verlo crecer tan rápido es algo de lo que nunca podré estar listo, pero cuando lo vi en la fiesta con sus amigos, me di cuenta de feliz que me siento por él. De lo orgulloso que estoy —sus ojos de cristalizaron y yo lo besé.

—Eres un gran padre Eddie, y lo seguirás siendo, te amo —le dije, él sonrió y me abrazó.

—También te amo.

𝐒𝐓𝐀𝐑𝐑𝐘 𝐒𝐊𝐘 - 911 [Eddie Díaz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora