EPILOGO

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—¿Acaso te has vuelto loca? Tu hija esta atrás y...

—¡¡Cállate maldita!!, si nunca te hubieras aparecido en nuestras vidas...

—No busques culpables—dijo Víctor callándola —Nuestra relación ya no tenía reparo y tú lo sabes.

—No... —ella niega con su cabeza llorando —Había esperanza para nosotros, pero jamás me quisiste perdonar y en cambio me engañaste con esta mosquita muerta, tu... me fuiste infiel y aun así yo te perdoné, pero tú... solo me causaste dolor al hacerme creer que me darías una oportunidad y luego... me dices que la amas. Y no lo voy a aceptar.

Un grito se escapa de mi cuando ella dispara hacia mis pies, mi instinto es proteger a los niños y Víctor se coloca frente a nosotros.

—Ups... fallé. Pero no pasara de nuevo y no me importa si debo matarte primero, amor.

—¡Espera! —gritó Víctor deteniéndola —Espera. Tienes razón... no pensé en tus sentimientos y en los buenos momentos que vivimos juntos...

—Víctor ¿Qué haces?...

El me ignora y se acerca a ella, lo llamo nuevamente porque esa mujer tiene un arma y fue clara al decir que lo mataría también para llegar a mí. El estaba frente a ella, pero Verónica seguía apuntándole con su arma

—Dame otra oportunidad y te prometo que nos iremos juntos. Solo tu y yo.

—¡¡No, papá!!.

Detengo a mis gemelos cuando escucharon a su padre de irse con ella, fruncí el ceño de dolor al ver que ella lo besa profundamente. Y le dice algo haciendo que Víctor reaccione y comience a luchar con ella para arrebatarle el arma, otro disparo sale del arma haciendo que los niños griten llamando a su padre, dos patrullas nos rodearon y nos alejaron de ellos, le gritaban a Verónica que soltara el arma, pero Víctor logro quitársela de las manos y arrojarla a los pies de un oficial.

Víctor se alejo cuando vio que tenia un cuchillo en sus manos, corrí hacia a el al ver que tenia sangre en su brazo, ella lo había cortado, pero no era de gravedad, los oficiales comenzaron a rodearla, pero ella los amenazaba con el cuchillo para que se alejaran.

—¡¡Suelte el arma!!

Verónica se negó a obedecer la orden, ella comenzó a llorar y al ver sus intenciones corrí por Laura y la hice que me mirara a mi para que no viera lo que iba a pasar, ella solloza mientras mantiene sus ojos fijamente viendo los míos cuando escuchamos a los oficiales gritar que la detengan, Laura sostiene mis manos mientras llora con fuerza, Víctor cubre su cara con su pecho para consolarla, cuando volteé ya era tarde, verónica se había suicidado al cortarse la yugular.

Por el bien de Laura, se organizó un funeral para su madre, Víctor en realidad no quería pero quería que su hija comprendiera que nadie le guardaba rencor a su madre por lo que hizo y que descansaría en paz. Al regresar a casa, me quedé a su lado por temor a que pasara algo con ella.

—¿Necesitas algo?

—¿Crees que mi madre me quiso?

—Claro que si, una madre siempre querrá a sus hijos, buena o malas. Esa noche... ella misma me pidió que no vieras lo que iba a hacer. —ella entrecierra sus ojos tratando de controlar sus lagrimas —Yo te cuidaré... nunca estarás sola, lo prometo

Ella me toma por sorpresa con un abrazo, Víctor se asoma y ve que todo esta bien, al ver que esto estaba pasando y que debíamos hacer algo para olvidar esta situación, le propuse una idea de irnos de viaje, Víctor sabe que hablo de nuestra luna de miel pospuesta, pero no quiero que ella se sienta afectada por esto y él me apoyó con la decisión, con una sonrisa triste ella me dijo que estaba bien olvidar este momento.

—Maya... —vuelvo mi vista a Laura —¿Puedo ser tu hija también?

Beso su cabello y le digo que siempre tendrá un lugar en mi corazón como mis hijos, me pide que me quede con ella y le dije que si, me quedé con ella hasta que se quedó dormida, al ir con él a mi habitación, me acomodé sobre su pecho

—Gracias por lo que hiciste con Laura... yo no podría haber mucho si no tuviera a alguien a mi lado.

—Solo necesita de nosotros para que no caiga en depresión, ella estuvo presente cuando su madre murió y no queremos que ella sufra por eso.

Se posiciona sobre mi con una sonrisa.

—Sé que no tuvimos una noche de bodas... y que al final ella lo arruinó todo, por eso, mañana Lucas se llevara a los niños a un viaje de fin de semana para que puedan distraerse antes del viaje y que nosotros tengamos un tiempo a solas.

—¿Cuándo preparaste todo? —pregunto sentándome sobre mi lugar.

—Cuando te quedaste con Laura. Es egoísta por lo que esta pasando, pero quiero mi noche de bodas al menos.

—Muero por ver lo que tienes preparado para mí.

—Te fascinará.

Llegamos a una propiedad enorme, un edificio de departamentos aun sin inquilinos, según lo que me dijo Víctor, muy pronto se inaugurará y que nosotros seriamos los primeros en estrenarla, me cubre los ojos con una venda roja y me dirige hasta el ascensor, no sabia en que piso o habitación estábamos, solo sé que es una sorpresa que tiene para mi

—Víctor... —siento que me quita mi abrigo, mi blusa y mi sostén para luego atarme de las manos —¿Qué haces? —dije con nerviosismo.
—¿Lista?

—Si.

Mi cuerpo tiembla cuando siento que algo frio moja mis pezones, una risa nerviosa de mi parte le informa que recuerdo eso. Me lleva hasta algo mas cómodo quedando boca arriba, siento su respiración caliente sobre mis senos antes de jugar con su lengua, el frio nuevamente me hace gemir de placer.

Me quita la venda y veo que todo es igual que esa noche, solo traía puesto su pantalón, su torso estaba desnudo, lamo mis labios porque seguía siendo tan ardiente y sensual que esa noche, hace mucho que no tenemos nada y me refiero a casi 6 años ya que después de su accidente él quiso intentarlo, pero le dije que no, hasta que nos casáramos y cumplió con esa última petición.

—¿Un látigo de equitación?...

Un gemido se escapa de mi cuando siento que lo desliza por mi intimidad, la sensación me excita y mas cuando su lengua sigue jugueteando con mis pezones, mis piernas se mueven deseando más, sabe cómo hacer que mi cuerpo lo deseé y es lo que mas me encanta de él

—Esta noche... será una de las muchas en la que te hare sentir los placeres mas ilícitos esposa mía.

Abro mis piernas para él mientras me dejo llevar por el placer y sucumbir en la pasión y el deseo que siento cuando estoy con él.
—Comencemos entonces.

placer Ilicito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora