Parte 31

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Shoto corrió hacia su hermana en cuánto la vio caer, la levantó en sus brazos angustiado porque la chica estaba inconsciente. Sus padres se dejaron caer en el suelo junto a Ochaco.

—Ochaco... —llamó tocándole la mejilla— Hermanita, vamos despierta.

—¡Un doctor! —gritó Izuku a un lado del bicolor.

—¡Ochaco, cariño despierta! —Rei movía a su hija tratando de que ésta despertara.

—¡Tenemos que llevarla a un hospital! —habló Enji con el rostro lleno de preocupación.

—Sí, ¡que alguien traiga el auto! —pidió Shoto levantándose del suelo con su hermana en sus brazos.

—No espera... —Todos voltearon hacia el dueño de esa voz; un chico alto, de cabello azabache. Llevaba una maleta de rueditas y un maletín de cuero negro.— Déjala en el suelo 

—¿Tu quién eres?, tenemos que llevarla a un hospital. —espetó Shoto.

—Soy doctor, por favor déjala en el suelo —pidió el azabache. Shoto dejó a Ochaco sobre el frío suelo de nuevo. El doctor se acercó a la castaña con su maletín en la mano— Por favor abran espacio —ordenó sacando algodón y alcohol del maletín.

Rei, Shoto y Enji le hicieron caso observando con atención los movimientos del chico, éste humedeció el algodón con un poco de alcohol y lo acercó a la nariz de Ochaco.

—¿E-está bien? —preguntó Rei nerviosa al ver a su hija aún inconsciente.

—Sólo denle unos segundos —comentó el pelinegro— Vamos linda... —murmuró acercando nuevamente el algodón a la nariz de la chica. Los demás se sorprendieron por la manera en que la había llamado pero no dijeron nada, después de todo el chico se había acercado a ayudarles por su propia cuenta.

—Katsuki... —balbuceó Ochaco empezando a reaccionar, sus manos volaron a su cabeza mientras abría los ojos poco a poco.

—Despacio, no hay prisa —musitó el chico ayudándole a levantar el torso y quedar sentada en el suelo. Ochaco recorrió su mirada por todo el lugar hasta posarla en él.

—¿Quién... quién eres?—preguntó confundida.

—Ochaco... —Rei se acercó a su hija antes de que el doctor dijera algo— ¿Cómo te sientes, cariño?

—Mamá... yo... —titubeó Ochaco, observó con más detenimiento el lugar dónde estaba y sus ojos se cristalizaron— ¿Qué pasó?

—Perdió el conocimiento,  señorita —habló el doctor. Ochaco lo miró sin saber que decir— ¿Se siente bien?

—Eh... sí —respondió ella tratando de levantarse, el doctor se adelantó poniéndose de pie primero para ayudarla, pero entonces su hermano se acercó y la ayudo a levantarse.— Gracias...

—Ochaco, ¿quieres ir a casa?, o mejor te llevamos a un hospital —habló Inko. Ochaco le dedicó una pequeña sonrisa.

—No, gracias estoy bien... sólo quiero ir a casa —murmuró

—Bueno yo me retiro —dijo el doctor cerrando su maletín y tomando su maleta.

—¿Quién es usted? —volvió a preguntar Ochaco.

—Mi nombre es Iida, soy Doctor y creo que es una suerte que haya pasado por aquí cuándo solicitaron... mejor dicho, cuándo gritaron llamando a una persona con mi vocación —respondió  mirando a Izuku, éste sonrió inocente.

—El doctor se ofreció a ayudarnos cuándo te desmayaste, cariño —explicó Rei— Afortunadamente estaba aquí, ¿Qué te sucede, mi amor?.

—Nada mamá, estoy bien, supongo que fue por todo lo que pasó. —exclamó tratando de tranquilizar a su madre, vio al doctor y le sonrió levemente— Muchas gracias.

Padre SolteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora