Parte 34

197 5 1
                                    

Dos meses después...

Katsuki sonrió hacia las personas que empezaban a llegar, se sentía tan orgulloso en su traje negro a la entrada de la casa de sus padres. Su casi esposa se encontraba en la recámara que antes había pertenecido a Izuku, él sólo tenía una pregunta ¿Era necesario llevar más de dos horas ahí dentro?, para él Ochaco siempre estaba hermosa aún cuándo últimamente se molestaba y lloraba por todo; y según ella el culpable de todo era él.

—Hijo de tu... padre —Yagi llegó abriendo los brazos hacia su hijo, El rubio rio pero Aceptó el abrazo.— ¿Nervioso?

—No —mencionó asintiendo con la cabeza.

—Díselo a tu cabeza porque ella no entendió —bromeó el hombre.

—¿Sabes si alguien ha salido de esa habitación? —preguntó nervioso.— Hace unos minutos quise entrar y prácticamente me arrojaron al suelo.

—Es una chica y es el día de su boda, sólo quiere verse bien para ti —comentó Yagi— O al menos eso fue lo que Ochaco dijo entre lágrimas cuándo casualmente pasé por la habitación.

—¡¿Está llorando?! —Preguntó incrédulo. Su padre asintió— ¡Diablos!

Sacó su teléfono celular dispuesto a llamarle, si no lo dejaban entrar entonces llamaría sólo para saber lo que pasaba dentro de esa habitación. Pero el aparato entre sus manos vibró antes de que él pudiera marcar, en la pantalla apareció el nombre y la imagen de Ochaco,  respondió de inmediato.

—Ochaco, ¿Qué sucede amor?

Soy Hawks, mi amor. —Katsuki se sonrojó de inmediato, Mientras del otro lado el tío Hawks soltaba una risita.

—Lo siento señor —se disculpó aclarándose la garganta.

Me gustaba más "Amor" —se quejó el hombre.

—¡Tío! —la voz de Ochaco se escuchó sobre la de Hawks. El hombre rio antes de volver a hablar.

Katsuki, ¿Podrías decirle a esta niña que te casaras con ella aunque tenga una pelota de playa cómo estómago?. Llevamos haciendo y deshaciendo el maquillaje por ¡Dos horas!. —chilló.

—Dale el teléfono, por favor —pidió el chico. Hawks rio antes de que la voz de Ochaco se pudiera escuchar por el teléfono.

Kats...

—¿Qué pasa?, llevo horas esperando a que salgas, no puedo acercarme a la puerta porque prácticamente me arrojan dagas y ahora me dicen que estás llorando —musitó el chico.— ¿Qué pasa?

El vestido es enorme, mi vientre también... me veo igual que una pelota con vestido —sollozó la chica.

El rubio suspiró, las hormonas de su mujer estaban peor, sus cambios de humor eran tan repentinos cómo sus idas al baño. El vientre se hacía más notable; eso más las hormonas eran un desastre pues la chica no paraba de decir que estaba hecha una ballena y qué Katsuki la dejaría por una mujer más delgada. A veces no podía ni verlo pues le arrojaba cualquier objeto que tuviera a su alcance culpándolo hasta porque una mosca pasara.

—Escúchame bien... tienes media hora para bajar y casarte conmigo, de lo contrario subiré y te traeré a cómo estés. —advirtió el chico. Escuchó cómo Ochaco soltaba un jadeo de sorpresa.

Tú no harías eso —mencionó la chica.

—Pruébame, cariño.

Necesito más de media hora para estar lista, quiero verme bonita para ti.

Padre SolteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora