Capitulo 13

38 7 3
                                    

Erwin entra a su despacho y encuentra a Hange de espaldas, con las manos en su rostro, ocultándose para que él no la vea llorar.

— Hange, de verdad lamento esto... —pone la mano en su hombro y le da pequeños golpecitos.

— No te angusties, a veces hacemos elecciones equivocadas, pero ya era demasiado tarde cuando lo conocí, no puedo cambiar nada.

— Por supuesto que pueden, si hay amor, es posible –seca las lágrimas de Hange.

— Solo evita que él me vea llorar, nunca nadie ha presenciado mis lágrimas, excepto mi amiga Nanaba.

— ¿Te reprimes las lágrimas? Nunca suprimas tus emociones; si sientes ganas de llorar, hazlo. No puedes quedarte siempre con ese sentimiento de tristeza dentro de ti. Llorar no tiene nada de malo, al igual que reír y enojarse. Llorar no te causará daño. Claro, a veces sentimos que damos lástima, pero puedes contar conmigo para todo. Y no te quedes así, sonríe y lucha por lo que más amas.

Erwin era un excelente asesor, sus palabras tenían sentido, pero ya no tenía motivo para pelear por estar con Levi. Era hora de dejarlo en mi pasado y enfocarme en el presente.

— Aprecio tus consejos, Erwin, eres muy sabio.

— No hay de qué, nunca dudes en compartir cualquier problema que enfrentes. Estaré aquí para escucharte. Debo decirte que creo que llorar no es signo de debilidad; lo hacemos porque no nos avergonzamos de expresar lo que sentimos. Recuerda eso, al fin y al cabo, somos seres humanos con emociones.

— Gracias, Erwin, tienes razón. Comparto esa perspectiva, solo que suelo reprimir mis emociones porque siento que solo personas cercanas a mí deberían verme llorar. –lo abraza– Gracias por dejarme ser tu amiga.

— Gracias a ti también por permitirme ser tu amigo. Tenemos una gran conexión como amigos.

— Estoy de acuerdo en eso –se separa del abrazo.

Mikasa observó a su primo pensativo, intrigada por lo que pasaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mikasa observó a su primo pensativo, intrigada por lo que pasaba. Se acercó a él y notó que estaba... ¿llorando? Desde cuándo muestra sus lágrimas, pensó la pelinegra. Claro, él también tenía sentimientos, aunque rara vez los expresaba. Hizo ruido y él rápidamente se puso los lentes para ocultar sus lágrimas al percatarse de su presencia.

— Puedes tocar, mocosa. No soy sordo.

— ¿Qué pasa? ¿Ahora se te acabaron las lágrimas? Conmigo no finjas, no soy estúpida, Levi.

Así que me había visto lagrimear. Maldita sea, qué vergüenza. Volteé y ella me observó con preocupación.

— Levi, puedes llorar. Si sientes que lo necesitas, hazlo. No tengas vergüenza. Retener tus lágrimas no te ayudará en nada. Y no quiero que pienses que llorar es para débiles. No es así. Eres humano. Sabes que desahogarse es lo mejor.

Pecar por amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora