Once; Una buena vida
No le había gustado para nada escuchar nuevamente sobre el sello de los Hyuga, sabía que no era de forma mezquina la mención, pero eso era como ceder parte de su libertad a alguien, no le gustaba para nada en ningun sentido. Había sido muy permisivo en acceder sobre casarse con Hinata, pero también lo hacía por que sentía la culpa comerle en el cuerpo, jamás había sentido así en toda su vida, y probablemente era por que la mocosa se había puesto enmedio del ataque, al igual que lo había estado procurando varias veces. Pero seguía siendo Shisui Uchiha, un ninja de élite que protegería la aldea a toda costa y de quien sea, por eso seguía buscando información sobre aquello a lo que Danzou le llegó a temer. En cierta porción los hyugas son muy letales, un niño puede mandarte al hospital y un adulto hasta matarte, pero no parecían ambiciar nada, eran solo ninjas buenos que no ambiciaban a más que servir a su nación y a su jefe de casa. Otros deseaban ser prodigios pero de ahí no pasaban, ambiciar un reconocimiento no era tan malo como ambiciar el poder, cosa que carecen en sus corazones, no como su clan de sangre, que parecían demonios hambrientos. Una maldición.
El tercer día de estar en el recinto sin más que hacer, qué ir con itachi para platicar, se propuso preguntarle a Hinata sobre el sello. Quería saber su punto de vista, ella estaba más familiarizada con eso, así que entre pasos en punta se escabullo como ladrón al cuarto de la menor, ella había vuelto de la escuela así que seguramente estaba haciendo sus deberes, como lo era diario. Parecía que si esposa era una niña muy inteligente, disciplinada y muy dedicada.
Ella estaba sentadita leyendo un libro sobre las habilidades en cada nación, algo que el aprendió en campo y no en algo teórico.
—¿Shisui? — la niña sin verlo atinó en su nombre.
Viendo bien la habitación de Hinata era muy mona, no estaba llena de cosas como una vez vio de reojo en el cuarto de una niña de la aldea, y no, no piensen mal, pasó por ahí buscando a un intruso. El cuarto de Hinata era poco mínimalista, solo lo necesario y bien ordenado, por ello tuvo la idea de regalarle un peluche para hacer la diferencia, al final era una niña.
—Quiero hacerte una pregunta. — ella dejó su libro y presto total atención en él, a lo que prosiguió. — ¿Qué opinas sobre el sello del pajaro enjaulado?
Los ojos de Hinata brincaron un poco, ella bajó la mirada unos segundos para pensar bien sus palabras. El tema del sello es algo que ella ha entendido bien luego de crecer, sabía que era necesario en su clan por ciertos motivos y por que muchos ambiciaban el ojo blanco, pero también sabe lo aborrece demasiado. Es algo cruel.
—El sello es nuestra forma de proteger a los nuestros. — susurro, luego recordó lo sucedido con Sasuke y Danzou — Los uchiha no tienen este sello, y cualquier puede arrebatar su poder, pero los Hyuga nos protegemos así. Imagina que alguien nos robe el Byakugan, o que este sea Orochimaru... ¿Qué podría hacer él con este poder?. O imagina que este poder junto sea destructivo...
—¿Cómo?
—El Byakugan... Nuestro Byakugan puede llegar a ser el destructor de planetas. Un arma absoluta.
Había escuchado las misma palabras en Hiashi, no le había prestado atención hasta ese momento. ¿Era eso a lo qué Danzou se refería?
Curioso por eso preguntó nuevamente.—¿Cómo harían eso?
Hinata se quedó callada de forma abrupta, confía en Shisui pero no puede decirlo todo.
—No se puede hacer jamás con los Hyugas de aquí, la mayoría poseen el sello. — concluyó — Se que tus ojos pierden fuerza después de un gran Genjutsu, pero en diez años volverá a ser fuerte y alguien más los querrá. ¿Lo haz pensado? Alguien en algún momento va a querer tus ojos y en el momento que te maten lo tendrán, así como ocurrió antes. Siendo sincera ponerse el sello es algo cruel pero necesario si posees un poder tan grande, así podría protegerte.

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Sacrificios
FanfictionShisui siempre fue un guerrero de élite, un genio lleno de habilidades, pero cayó en la desgracias de confiarse demasiado, cayó en la trampa. Lo único que lamentara siempre es haberla llevado consigo.