Capítulo 10

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Tal cual como me acosté, me levanto: ojos rojos e hinchados, pelo revuelto y con las ideas hechas un remolino en mi cerebro. No he tenido noticias de Abby desde anoche, cuando una ambulancia se la llevaba corriendo al hospital, rompiendo el silencio espectral de la noche. Estoy preocupada, pero tengo demasiado miedo como para llamarla.

Hoy es sábado, así que me tomo la libertad de ir arrastrando los pies, aunque eso lo hago todas las mañanas. Llevo el teléfono en el bolsillo del pijama, y me doy cuenta de ello cuando comienza a vibrar. Lo cojo, pero el número no está entre mis contactos. Le doy al botón de descolgar.

- ¿Diga?

- Buenos días, Katie. Soy Will, el del instituto.

- Hola, Will. -contesto en un tono cansado que hasta llega a ser borde- ¿Qué quieres?

- Ya veo que no tienes un buen despertar -ríe.

- Will...

- Vale, no me meto contigo que se ve que aún no has desayunado. -otra sonrisita- Quería preguntarte si hoy por la tarde podrías venir a darme clase.

- Pero hoy es sábado -protesto.

- Lo sé, pero esta semana hay examen y he pensado que podríamos estudiar juntos, si te parece bien. Además, ayer no terminamos muy bien y quiero que hoy cambien las tornas.

- Puff... -dudo qué responder, pero mi cerebro está demasiado dormido como para pensar- Venga, vale. Pero solo estudiar química, ¿lo captas?

- Recibido -dice en tono burlón- ¿Qué pensabas si no que iba a intentar hacer?

Cuelgo para evitar responderle. La verdad, eso último podría haber sobrado, pero tengo el presentimiento de que vamos a acabar mal. Espero que no monte ningún follón raro.

Entro en la cocina con cara larga. Mi hermano ya está vestido y preparándose el desayuno. No me cuadra que haya madrugado.

- Buenos días, Katie. -me saluda. Está eléctrico.

- Hola, Will. ¿Has podido dormir algo?

- Si. Bueno, después me desperté y no me volví a dormir, así que me bebí como cuatro tazones de café.

- Pues se te está subiendo la cafeína.

Avanzo lento por la cocina mientras mi hermano me esquiva y va de un lado a otro. Sigo dándole vueltas a lo de anoche, lo que me quita cada vez más ganas de hacer algo. No sé el porqué de la reacción de Abby, pero tengo que averiguarlo. Por desgracia, para ello debo saber qué le pasa y cómo está, lo cual no creo que traiga muy buenas noticias.

- ¡Katie, espabila! -me insiste Andrew mientras paso a su lado.

- Que estés eléctrico no significa que yo no pueda ir a lo estilo zombi.

- Pues a ese ritmo no iremos a visitar a Abby en la vida.

Me freno en seco y me quedo tiesa. ¿A visitar a Abby? Ni que me leyese la mente.

- No pasmes. -me dice mientras chasquea los dedos delante de mi nariz- Lo que has oído: Abby está en el hospital y nos dejan visitarla durante diez minutos.

Bueno, si vamos a ir a visitarla, es buena señal, ¿no? Aunque la idea de verla tumbada en una cama, metida en un hospital y pegada a un montón de maquinaria, me pone la piel de gallina. Y si a mi me afecta, no quiero pensar a sus padres.

La noticia de ir a ver a Abby me pone las pilas. Desayuno rápido con la ayuda de mi hermano y me visto en nada, aunque es verdad que no me esfuerzo en ir muy bien conjuntada. No creo que importe mucho, teniendo en cuenta que voy a visitar a alguien que se intentó suicidar y que las batas de los hospitales están abiertas por detrás.

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