Capítulo 6

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Llego a casa y me desplomo sobre mi cama. Estoy extremadamente cansada para no haber hecho nada. El ritmo en el que se movía el alumnado en ese instituto era demasiado rápido, incluso teniendo mis largas piernas. Debería de comenzar a hacer los deberes, así que me arrastro fuera de la cama y me tiro poco a poco al suelo para luego levantarme. Cojo los libros y me puse a ello. A veces me pregunto como puedo ser tan vaga y a la vez tan trabajadora. Cuando estoy a punto de terminarlos todos, alguien llama a mi puerta. Es mi padre.

- ¿Qué tal el primer día?

- Bien, tampoco es que haya sido mi día favorito.

- ¿Y el instituto, los compañeros...? ¡Cuenta algo mujer!

- A ver... El instituto está muy bien, las instalaciones y todo; aunque la comida no es que esté precisamente muy buena. Los compañeros bien, como siempre hay de todo: desde los típicos raros a los populares.

- ¿Hiciste alguna amiga?

- Papá, no me lo preguntes como si fuera una cría.

- Lo siento, pero para mí siempre serás la pequeña.

"La pequeña de papá: el sueño de toda adolescente de dieciséis años".

- ¿Te contó tu hermano que se va a presentar al equipo de baloncesto?

- Sí, ya me lo dijo. Aunque creo que solo es para estar con sus amigos.

- Bueno, yo creo que hace bien.

- Pero papá, ¿cómo puedes decir eso? Se supone que si se apunta a baloncesto es porque le gusta; no debería apuntarse solo para encajar o hacerse más popular y como padre tendrías que averiguar el porqué de su elección y guiarle por el buen camino.

Mi mirada está que echa chispas. Puede que fuese fruto del cansancio o porque me frustra pensar que mi hermano es uno de esos chicos que siguen las modas antes de ser ellos mismos. No, Andrew no es así; al menos eso creo.

- Kate, tu hermano ya tiene la edad suficiente como para darse cuenta de eso. -contesta con la antigua calma que suele tener- Además, recuerda que en parte eso te lo enseñó él a ti.

Estoy a punto de contestarle que nunca se tiene la edad suficiente como para que no te ayuden, que no podía abandonar su educación solo porque le pareciese "demasiado mayor"; por suerte para ambos, alguien llama al timbre. Mi padre comienza a ponerse blanco y una mirada de temor se apodera de sus ojos castaño claros. Me pregunto que es lo quién o qué hay detrás de la puerta. Baja las escaleras y abre la puerta de fuera, antes de que mi hermano pudiese salir de su habitación para abrir. Entra entonces en casa una persona vestida con chandal negro, con un gorro que me impide ver si es hombre o mujer, así como su rostro. Por un momento pienso que se trata de un ladrón, pero saluda a mi padre amablemente y él le conduce hacia su despacho. Se nota que está nervioso por la presencia de aquella persona: el pulso le tiembla al abrir y cerrar las puertas, y anda inseguro, como si no supiese a dónde ir.

Estuvieron conversando un largo rato. Por el timbre de la voz, la persona desconocida parecía una mujer. Al principio, sus voces eran calmadas, como si estuviesen razonando, pero poco a poco se convirtió en una discusión en voz baja, seguramente que para que Andrew y yo no oyésemos nada; desde donde yo estoy, mi nuevo sitio estratégico para espiar, no se podía oír lo que decían, pero sí como lo decían.

Lo único que pude escuchar fueron las últimas palabras de ella: "No puedes alejarlos de mí; por mucho que te esfuerces los acabaré encontrando". Abre la puerta de golpe y sale de casa. Después, silencio, y mi padre se queda muy pálido mirando hacia la puerta. Por un momento pienso que se va a desmayar, pero se gira y vuelve a entrar en su despacho.

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