Capítulo 20

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El sábado llegó pronto; antes de lo que esperaba. En estos instantes, me arrepiento de tener que ir yo sola, aunque no es la primera vez. Entonces, ¿por qué estoy tan nerviosa? Bueno, mejor dicho, irritable. Abby ha insistido en que era una cita, pero su romanticismo y agrado con la vida le hace pensar tal... ¿Locura? No me puedo creer que esté perdiendo un segundo de mi vida planteándome la remota posibilidad de que Will me quiera. No sabría quererme o simplemente estuviera cegado por la influencia del afán de tener pareja, a pesar de que sus sentimientos no sean tan fuertes como se creería. Mas no debo ni tengo por qué preocuparme de ese asunto. Solo somos amigos, por mucho que Abby asegure lo contrario.

Podría haberme quedado en la comodidad de mi cama, viendo cómo se desgasta paulatinamente el sol mañanero hasta que me tuviese que ir junto a Will. Sin embargo, tengo tareas pendientes, escritas todas juntos con el nombre de mi padre. Bajo las escaleras y, como me figuraba, Andrew y papá están viendo la televisión. Al mismo tiempo, mi padre lee el periódico, aunque no parece que le esté prestando mucha atención.

Preparo el desayuno mientras que maquino cualquier excusa para sacar a mi hermano del salón. Mas, ahora que lo pienso, sería más natural si está él delante; por lo menos, de esa forma tengo a alguien para saber cuándo estoy siendo manejada por mi propia ira. Con una sonrisa falsa y mi manzana en la mano, me adentro en el salón y me siento al lado de mi padre, quien me saluda con una sonrisa. Mi hermano está demasiado ocupado atendiendo a unos hombres mayores de voz grave en la televisión.

-Buenos días -saludo, alzando la voz de tal manera que hasta mi hermano voltea la cabeza.

Me siento sin obtener ninguna respuesta. Ambos siguen ocupados en sus quehaceres, sin inmutarse de mi presencia. Normalmente me daría igual, es más, normalmente no estaría aquí si puedo evitarlo. Pero ahora me toca poner una sonrisa falsa y hablar, puede que de asuntos sin importancia, mientras intento esconder la realidad que carga mi sombra.

-Andrew -mi hermano me mira y se concentra en prestarme atención- ¿Hoy por la tarde vas a quedar con Abby?

-Así es -contesta, dibujando una sonrisa traviesa en la cara- ¿Y tú con Will? -se ríe, haciendo que mi padre atienda a la conversación.

Asiento con la cabeza. Espero no haberme puesto roja. Al menos, ha servido para captar la atención de mi padre.

-¿Quién es ese tal Will? -pregunta mi padre.

-Nadie -respondo antes de que Andrew pueda abrir la boca-. Es solo un amigo.

-Sí -replica Andrew en un tono irónico-. Seguro que solo eso.

-Pues sí -afirmo-. En concreto es tu amigo.

-¿Conque mis dos hijos ya se han cogido pareja? -afirma mi padre riéndose-. Lo que os espera.

Eso nos ofende a los dos. En Andrew, me es normal que le parezca mal: quiere mucho a esa chica; pero Will... Es un amigo, pero tampoco nos queremos tanto como Andrew y Abby. No hay ese brillo en los ojos, ni esa sonrisa tonta que se les dibuja en la cara cuando pronuncias el nombre del otro; ni siquiera nos volteamos rápido cuando nos dicen que el otro se acerca. Lo suyo es amor; lo nuestro, no.

-¿Por qué dices eso? -pregunta Andrew; se nota que está molesto.

-Oh, no te sientas ofendido hijo, pero en mi opinión, el amor es una forma de debilitar el alma y la mente, a parte de ser una distracción -contesta, fijando la vista en su periódico. Por una parte, estoy de acuerdo con él, lo cual me asusta.

-Eso no es cierto, papá -replica mi hermano-. Y tú lo sabes.

-Bueno... -interrumpo sin darme cuenta.

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