Capítulo 17

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No me dirijo a mi casa. Esta tarde parece que toda la ciudad se ha paralizado. No hay coches, y solo es recorrida por algún despistado que se ha olvidado quedarse en casa. Parece mentira que en realidad, sea una ciudad de cristal, con seres y sistemas tan frágiles que se pueden quebrar con facilidad. Todo es cristal, en algunas ocasiones más opaco, pero siempre frágil.

Cojo los zapatos con dos dedos de una mano y dejo que mis pies se hundan entre granos de piedras desgastadas con los años. Corro hasta las orilla, escapando del mundo de cristal, escapando de lo quebradizo. La brisa me eleva el pelo hacia atrás y hace que me lloren los ojos. Pateo la arena, fría por culpa del gélido mar, y dejo que la espuma blanquee mis pies por unos segundos. Sigo andando hacia la punta de la playa, que parece estar a kilómetros de distancia. Si no me equivoco, estoy yendo en dirección contraria a la casa de Will.

Me siento en una roca. Tengo el pelo encrespado por la humedad y cuesta el paso de mis dedos entre mi cabello. Observo el paisaje, sola, como mejor se me da. Tal vez, si me quedase aquí para siempre, nadie preguntaría por mí, nadie se molestaría en preguntarse en dónde estoy. Mas el tiempo fluye a mi alrededor y me veo obligada a ser parte de su juego. Tengo que levantarme cada día, hacer lo que los demás esperan de mí y dejar que una voz controlador a en mi interior me diga que soy libre, para así poder volver a empezar. Al menos sé que el amor existe en un mundo así.

Me acuerdo de Andrew sonriéndole a Abby. Ojalá hubiese alguien que me sonriese así. Alguien como...

Me río. Dibujo su inicial en el suelo. Si por un momento hubiera llegado a fijarse en mí de esa manera, seguramente habría descubierto aquello de lo que incluso yo quiero escapar. Tengo miedo de que descubra lo que soy y que ese ser no le guste. WB y KJ. Qué repulsivo.

Recuerdo que mi madre, en algún momento el cual no soy capaz de situar en la fina línea de mi vida, me contó que papá había grabado sus iniciales en la corteza de un árbol de mi antiguo hogar. Fue una muestra de amor entre la joven pareja y la prueba de su futura longevidad.

El mar se lleva nuestras iniciales y sigo recordando a mi madre. Papá no había sido su primer amor, pero sí el correcto, supongo. ¿Se podría haber dado acaso, la remota posibilidad de que ese amor anterior hubiera sido el padre de Will, John? Eso explicaría el hecho de que la conociese. Aunque si mi padre también sabía de su persona, podría haber tenido el detalle de comunicarle que mamá murió por una enfermedad, a pesar de que no lo invitase al entierro. Y ahora se vuelven a encontrar en la misma ciudad trabajando juntos, qué ironía. Cambiar el compañero de oficio de mamá a el señor Baxter.

Ojalá que ella siguiese aquí conmigo. Le habría gustado vivir al lado del mar. Seguro que hasta estaría contenta de ver que tengo amigos de verdad. Puede que Will le hubiera encantado; me la imagino regañándome por criticarle la primera vez que lo vi, insinuando que le gustaba,... como si fuese una adolescente. Tal vez así sentiría que alguien me entiende; aunque si siguiese viva, nunca habría conocido este lugar.

En realidad, no creo que mi madre esté aquí físicamente -viva, me refiero. No sé muy bien por qué se lo pregunté a Andrew. Fue más bien un impulso que una pregunta razonada. Admito, no obstante, que hay veces que me parece verla, normalmente por la noche, pero es solo producto de mi imaginación. Nos fuimos de la anterior ciudad para olvidarla y lo único que consiguen es que me acuerde más de ella.

Las sombras creadas por el atardecer señalizan que ya s hora de irse. Me quedaría aquí el resto de las semanas, esperando a que terminase el instituto y no tener que volver a ver a todos esos adaptados. Me quedaría aquí si no fuese porque eso significaría darle la victoria al enemigo, y no puedo permitirlo.

Subo la ligera cuesta que forma la arena de la playa y me calzo. Tengo los pies fríos y morados, pero no me importa. Pongo rumbo hacia casa y continúo mi viaje entre las calles desiertas de la ciudad de cristal. Ando con cuidado de no romper el silencio del viento, mientras el paso del tiempo va apagando el sol con las aguas del mar.

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