Capítulo 13

52 4 0
                                    

Me paso el día entero esperando a que llegase la hora de castigo. No tenía miedo ni estaba angustiada, hasta que me di cuenta de las personas que también están allí: los góticos. Se reúnen todos los días en el aula de castigo. Me pregunto qué encontraré ahí dentro. Tampoco me espero una especie de caverna oscura y con cuervos -es decir, la caverna de un gótico. Pero, si ellos son los únicos que están allí, digo yo que lo habrán decorado a su manera. Sinceramente, tengo interés en averiguar más sobre ese tal Michael y hasta qué punto están metidos los amigos de Abby en esto. Me pregunto si los profesores sabrán algo de ese asunto. Y de ser así, ¿en serio son tan tontos o retorcidos como para mezclar a alguien con ellos? Realmente, no tengo ni idea. Al menos, no estaré sola: Will vendrá conmigo. Por una parte, me resulta un estorbo en cuanto a la idea de integrarme en su grupo para espiar desde dentro, pero debo admitir que desde esta mañana, me siento más segura a su lado. Más segura o menos intimidada, pues él llama mucho más la atención: alto, con facciones perfectas, ojos azul claro y con la piel de un color tostado. Y no olvidemos musculoso, pero sin dar miedo, lo suficientemente fuerte para coger a alguien en brazos. Me pregunto si sabrá pelear con las manos desnudas. Aparto enseguida de mi mente a Will y todo lo que tenga que ver con su asquerosamente deslumbrante belleza. "Céntrate, idiota", me digo, pero no puedo. No sé si lo que hizo fue un acto de egoísmo o de verdad quería ayudarme, que volviese a confiar en mí, que no intentara olvidar a mi madre. Sea lo que sea, no lo aparto de mi mente. Parte de mí lo sigue odiando, pero la otra se resiste. "No es de fiar. Te va a dar calabazas en cuanto vea la más mínima oportunidad". Soy idiota por no hacer caso a mi conciencia, pero voy a seguirle el juego, a ver cuánto aguanta. Si quiere ser mi amigo, o incluso algo más, voy a dejarle, a ver qué pasa.

Sin darme cuenta, estoy escribiendo notas musicales en una pequeña libreta cuadriculada. Cierro la libreta de golpe, puede que más cabreada y fuerte de lo que pretendía, pues Will, sentado detrás de mí, me da un golpecito suave en la espalda. Me giro enseguida, aunque no estoy segura de si quiere hablar conmigo.

- ¿Qué pasa? -le susurro, para que no nos oigan; pero vernos a él y a mí hablando, llama demasiado la atención.

- Oye, siento que te hayan castigado por mi culpa, pero te lo pasaste bien, ¿no? -me pregunta con una sonrisa divertida.

Interesante: solo le importaba divertirse. Soy idiota. ¿Cómo pude pensar que hizo algo sin fines egoístas? Da igual. ¿Quiere seguir jugando conmigo? Pues juguemos.

- Bueno, al menos estaremos juntos en el aula de castigo -contesto, intentando que muerda el anzuelo, pero en lugar de eso se pone sonrojado.

- Me temo que eso no va a ocurrir -levanto una ceja para indicar mi desconcierto- A mi no me castigaron.

¿Qué? Siento un poco de alivio al saber que no va a estar espiándome, pero me colmo de rabia por lo injusto que es eso.

- ¿Por qué? -exijo la respuesta en un murmullo.

- Por el baloncesto, pero sobre todo, porque mi padre no quiere verme ahí metido, por imagen. Y como es un hombre poderoso, pues ya sabes... -cuando habla de su padre, siento como que lo hace con una mezcla de odio, miedo y... ¿vergüenza?

Vuelvo a mirar hacia delante sin despedirme. Él tampoco hace amago de disculparse, como normalmente haría. Sabe igual que yo que eso es una injusticia, aunque solo quiera guardar su imagen.

Suena el timbre. Esta vez, recojo despacio. No me apetece quedarme una hora más aquí encerrada. Salgo del aula mirando al suelo. No estoy deprimida ni asustada, pero me molesta que yo pierda mi tiempo mientras Will, responsable de esto, se va de rositas por tener un padre rico y poderoso. Al menos, es por algo que me importa a mí, así que la pérdida no es tan grande.

Quédate cerca #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora