XIII. Inefable

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Decenas de parejas de diferentes edades caminaban por aquella famosa "vereda ancha" de satélite. Nosotros éramos una más, no amorosa claro está, pero pareja al fin.
Llegamos y nos sentamos en esas bancas de concreto pulido gigantes, y para mi asombro, Fera sacó de su mochila los apuntes académicos, se sentó en el suelo objetando mayor comodidad y yo anonadado solo la veía y le dictaba claves.

En eso llega un joven reciente conocido mío al lugar con un amigo skater. El joven era apenas un poco mayor que yo, vendía chocotejas y ya me había visto previamente en otro parque con Ailin.

- Hola chicos, desean comprarme chocotejas? 1 sol cada una.
Cuál es la más rica que vendes?
- Te recomiendo esta con relleno de coco.
Bueno, dame una.
- Asu no tienes sencillo?
Nada mano, vamos, te acompaño a la tienda a cambiar.

Fera se quedó con el amigo de aquel joven y yo fui con él a cambiar una moneda de 5 soles.

Y cómo te llamas mano? te he visto alguna vez también por aquí.
- Me llamo Humberto pero no me gusta mi nombre, dime Maxi. 
Bueno Maxi, está bien.
- Y tú cómo te llamas?
Samuel.
- Ah vale Samuel
Y qué edad tienes?
- Tengo 21 y trabajo aquí, ganandome la vida.
Nunca te sientas inferior por vender en la calle, me alegra más bien que seas así, trabajador.
- Sí, estoy juntando para estudiar una carrera.
Qué bueno mano, me alegro por ti, mucho gusto de conocerte de manera oficial.
- Igualmente mucho gusto Samuel.

Me despedí de ellos  y me senté al lado de Fera.

- Eres muy parlanchín.
JAJA nah.
- Si ya, de la nada te hiciste amigo de ese chico, yo ni loca le hablo a extraños en la calle.
Ah buenoo, es que otras veces lo he visto por aquí y me causó curiosidad.
- Calla parlanchín.
JAJAJA bueno.


Ella siguió resolviendo y escuchándome sentada en el suelo.
Cuando terminó ya eran las 19hrs y pico, regresamos por la misma ruta en la que llegamos y cuando esa cita inesperada parecía acabar me pidió sentarnos en otro parque a conversar y jugar cartas.
Ella no sabía jugar cartas, así que brevemente le enseñé a jugar ocho locos, captó muy rápido.

Pasamos así aquella noche, jugando y riendo hasta que veo en mi celular 2 llamadas perdidas de mi mamá, obviamente preocupada como madre por no llegar a casa, le escribí y prolongué mi estadía con Fera.

Fue una noche inefable, no había forma de describir la buena amistad y buen ambiente que se formó.
Ya para las 20:30hrs recién decidimos irnos a nuestras casas.

Esperar su carro fue toda una odisea, a esa hora todos los pachutanos regresan a sus casas de trabajar y los transportes a full.
Esperamos un par de minutos más hasta que llegó.
Rápida fue la forma en la que la cobradora abrió la puerta como aquel beso en la mejilla que me dió Fera inesperadamente.

Me despedí mientras la veía por la ventana tomar su asiento y me fui a casa.  

A Bela ea FeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora