XVIII. Mi voz cuesta un billón

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Al día siguiente amanecí completamente sin voz, como en esas parálisis de sueño donde no puedes hacer más que ver y escuchar.
Se me complicó bastante hacer mis labores diarias, como comprar el pan sin poder hablar, subir al carro sin poder hablar, y cantar.

En la academia no pude hacer pregunta alguna, literalmente NO PODÍA HABLAR, de mis labios solo salian gemidos agudos.
Todos se burlaban preguntándome el porqué, ya que ni siquiera podía explicarlo con palabras.
Pasé 2 días completamente afónico e incluso llegué a pensar que podía ser una enfermedad degenerativa como Pedro Suarez-Vertiz, porque así como él, mi mayor pasatiempo era escribir y cantar.
Al tercer día me volvió la voz, aún estaba débil, pero lo suficiente para concretar oraciones cortas.
Me alegré, pero también me alegré al recordar la forma en que perdí la voz saliendo con Fera esa noche.
La llamé y también se alegró al escucharme alegre.
Ella me pedía que descansara mi voz, pero la verdad, solo quería seguir hablando con ella por teléfono.
Entonces pasamos otra noche de llamadas largas, 4 horas en promedio duró esa conversación, entre media le tarareaba algunos escritos míos o le interpretaba temas de cantates famosos, entre esos temas: Mi voz cuesta un billón - Anuel AA ft. Mora

Sé que 'tá cabrón verme subir, por party no son cien mil 
Mi vo' cuesta un billón, no se traten de medir 
Tu momento ya pasó, como le pasó a Grant Hill
'Tá mordío como Tyson peleando con Holyfield
'Tá cabrón verme subir, por party no son cien mil
Mi vo' cuesta un billón, no se traten de medir
Tu momento ya pasó, como le pasó a Grant Hill
'Tá mordío como Tyson peleando con Holyfield
Aquí no hay miedo a morir
Aquí no hay miedo a morir 
Y el que se oponga va a sufrir 
El que se oponga va a sufrir

Y el barco se lo vamo' a hundir.

A ella no le gustaba mucho este género de música, pero le gustaba oírme cantar.

Nos fuimos a la cama en llamada hasta que por cansancio me quedé dormido.
A la mañana siguiente ya me sentía mejor conmigo mismo, con mi voz, con mi talento, y sobre todo con ella.
Cada diá más, cada noche más, cada llamada más, cada conversación más, se hacían más lindas que las anteriores.
Y poco a poco, ya estábamos más convencidos de lo que sentíamos.

A Bela ea FeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora