XXIII. Casaca

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Terminada la maratón, salimos a caminar como ya se hacía costumbre, pasamos por el mismo parque que solíamos ver y nos sentamos.
Le dí mi casaca de universitario y me tapé los ojos. Al abrirlos me dió tanto gusto verla con los colores que amo desde chico.

Te ves hermosa con esa casaca, qué bien te queda la crema!
- Si pero al menos la hubieras lavado no?
Bueno solo está empolvada porque hace tiempo no la usaba.
- Bueno si tú lo dices.
Jajaja de verdad pues.

En qué lindo momento de vida me hallaba, yo feliz por la U y doblemente feliz por tenerla a ella.
Palabras, iban y venían, entraban y salían besos suaves, ligeros, muy lentos, pero extremadamente gratificantes.
Ver sus ojos en cada pico, sentir sus labios nunca resecos, tocar nuestras mejillas en cada abrazo, qué hermoso momento.

Terminó la tarde y cada uno para sus respectivas casas, la embarqué y la despedí con un beso, de lejos la veía pelearse por un asiento vacío, me reí y tomé ruta en dirección a mi casa.
En la caminata me sentía cada vez más estúpido, más enamorado, pero feliz.
No soy de sonreir mucho, pero aquella noche en las veredas anchas de ciudad satélite, cada persona que me veía, notaba mi desvergonzada sonrisa de oreja a oreja.

Tranquilamente podían pensar que era por la victoria de Universitario, ya que llevaba puesto una camiseta, pero en realidad era por los motivos previamente descritos.
Recorría nuevamente los parques, recordando y volviendo a sentir esos besos de Ferita mientras escuchaba en mi Bluetooth Pods canciones de amor.

Todo era muy cliché, muy surreal, como sacado de una película de romance juvenil.
Llegué a casa y ví que Ferita me mandó una foto.


Qué hermosa postal, mis dos razones de júbilo en una fotografía.
No me importaba en absoluto saber que Ferita se quedase con esa casaca, tenía pensado regalarsela de cualquier forma.

Pernocté muy tranquilo aquella noche, y a la mañana siguiente como de costumbre la desperté con un saludo mañanero.

Fui a la academia sonriente, respondí todas las preguntas en tiempo récord y le comenté a mi grupo pequeño de siempre la razón de tal cambio en mí.

Viktor: Mano te está cambiando Fera
José: Si mano, ya no sales con nosotros a cazar en los recesos.
David: Si mano, que fue contigo?
Yo: Nada mano, yo siempre dije que iba a estar tranqui cuando haya encontrado a alguien que valga la pena.

Coroné el día con una llamada larga con Ferita, cerca de 5 horas estuvimos hablando hasta que me dormí por el cansancio del trajín.

A Bela ea FeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora