12. Sin arrepentimientos.

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—Majestad. —Ling entró a los aposentos donde Xian era preparado por muchos sirvientes.

—Oh, Ling. —Levantó la mirada.

Al estar totalmente listo para iniciar el día todos en la habitación se marcharon.

—Majestad, sus vestimentas son realmente bellas. —Sonrío viendo las hermosas vestimentas azules.

—Gracias. —Sonrió.

—Ese vestido.... ¿no es aquel que no quiso usar el primer día que llegó?

Fue el que había sido devuelto para ser guardado.

—Sí, ¿me queda bien?

—¡Muy bien! 

Xian sonrió y bajó la mirada lo que ponía más pensativa a la criada. 

¿Por qué el día anterior había estado en un mar de lágrimas y ahora parecía ser la persona más feliz del mundo?

—Majestad… ¿Se encuentra bien?

—¿Por qué la pregunta? —Xian sonrió y se dirigió a la mesa cercana donde tenía un pergamino.

—Bueno… Usted ayer no parecía estar de la mejor manera, pero hoy…

—Hoy obtendré mi libertad Ling.

—...¿Qué? Majestad usted no piensa-

—Seré alguien libre, totalmente, y sé que lo que más quiero, es hacer que el sello del emperador sea puesto en esa nota.

—...¿Realmente se divorciarán? ¿Majestad usted se va a ir? —Sus ojos se cristalizaron.

—Ya, ya, cálmate. —Dió dos toquecitos en su cabeza.

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—Majestad. —Un guardia reverenció al emperador de espaldas que estaba en aquel lugar solitario.

En ese mismo lugar donde Xian había tomado su mano por primera vez cuando llegó al palacio y le mostró la vista de la que fue su boda.

El emperador cerró los ojos con fuerza y volteó encontrándose con el hermoso omega de cabellos castaños y con las vestimentas azules.

Perdió el aliento.

Tuvo todo por muy poco tiempo.

—Majestad. —Xian reverenció y los guardias abandonaron el lugar dejándolos a solas.

El emperador le observó a detalle sabiendo que posiblemente esa sería la última imagen que tendría de su hermoso cielo.

—¿Podrías dejar de llamarme majestad? —El emperador bajó la mirada.

—Creo que eso sería muy inadecuado. 

—...

—Majestad, quisiera pedirle una última petición.

—Puedes pedir lo que quieras.

—Gracias por su amabilidad. —sacó de su bolsillo aquel pergamino—. Quisiera que su majestad diera su sello a este pergamino.

El emperador bajó la mirada al pergamino y extendió su mano para que Xian se lo diera.

Ya en sus manos, sin leer, sin saber de qué se trataba, simplemente puso su sello en el sin hacer preguntas.

En cuanto lo selló, lo devolvió a Xian quien al volverlo a tener levantó la mirada.

—Su majestad tiene demasiada confianza para utilizar su sello sin haber leído el contenido.

En Los Brazos Del Malvado Emperador Wang ⁺²¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora