En Los Brazos Del Malvado Emperador Wang ⁺²¹

37. Adiós Eterno

Ustedes saben que yo los aprecio mucho, y por ello, les recomiendo, de que si ustedes se han encariñado con personajes de esta novela, por favor, no lean si están en el trabajo, o haciendo una actividad importante. No es que vaya a pasar algo malo verdad, solo aviso...

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—¡¡Wang Xian!! —Akuma, y el rey gritaron al ver tal escena

—¡¡Wang Xian!!

—¡¡Majestad!!

—Xian… —la dulce voz llamó por tercera vez.

El omega finalmente pudo abrir los ojos con dificultad, encontrándose con los ojos color miel de un hombre de cabellos casi naranjas y piel blanca.

Xian rápidamente se sentó y miró a su alrededor, pero no encontró más que silencio. Parecía estar en un cuarto totalmente blanco, y a solas con ese hombre.

—Xian —el hombre volvió a llamar, a lo que el mencionado lo miró inmediatamente.

El omega estaba muy alterado, pero aún así, su mente se enfocó un poco en la persona que era su única compañía en ese lugar que desconocía, y se le hacía tan familiar…

Sabía que ya lo había visto antes, ¿pero a dónde?

—...¿Papá? —Xian sintió sus ojos humedecer.

—Oh, mi querido Xian. —el hombre lo abrazó con ternura y acarició su cabeza.

Ante la acción, Xian se dejó llevar, y ya no pudo controlar las lágrimas que ahora salían sin remedio.

—Papá…¿estoy muerto? —se separó lentamente para preguntar entre lágrimas.

—...No, querido.

—¿E-entonces…?, ¿qué hago aquí?, ¿por qué…? 

—Trata de tranquilizarte, ¿si? 

Xian con dificultad incluso para respirar, solo lo miró esperando una explicación, a lo que el hombre acarició una de sus mejillas y después besó su frente.

—Mi amado Xian, no es por ti que he venido…

El omega sintió un nudo en la garganta, y su pecho doler horriblemente.

—¿Qué quiere decir…? —en el fondo, conocía la respuesta, pero se negaba a aceptarla.

—No te preocupes por eso cariño-

—No, no, papá por favor, por favor se lo ruego no… no se lo lleve, por favor —sus lágrimas descontroladas y su respiración cortada se hicieron más evidentes.

—Xian, eso no es algo que yo pueda decidir…

—S-sé que es mi culpa, no pude p-protegerlo, pero por favor, prometo hacerlo mejo- 

—Xian, Xian mírame. —puso sus manos en las mejillas empapadas en lágrimas—. Nada de esto es tu culpa, ¿entiendes?

—Papá… —Xian sollozó sumergido en llanto, pero al bajar la cabeza incapaz de verlo, escuchó unos pasos detrás de él, lo que hizo que se volteara.

—¡Papá! —un pequeño abrazo lo recibió.

—¿Syaoran…? —Xian pronunció con voz cortada—, mi amado Syaoran —lo abrazó cálidamente y lloró amargamente.

No habían palabras para describir el dolor que sentía en ese momento, su mayor miedo se estaba cumpliendo, y no quería aceptarlo, no podía. Su primogénito, su pequeño, su príncipe, ¿cómo pudo perderlo?, eso no podía estar pasando…