26. Miedo

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En el palacio por la mañana, Xian miraba el amanecer, de alguna manera verlo lo tranquilizaba, pues aún no asimilaba que posiblemente vería incontables sin el emperador a su lado.

Afortunadamente, su padre estaba allí, y por eso no se sentía tan solo, al igual que Ling, y su cuñada, con quien tenía muy buena relación.

—Ling. 

—Dígame, su majestad.

—Prepara mi baño, quiero salir del palacio.

—Sí, majestad. —Ling retrocedió dejando a Xian a solas.

Xian suspiró para después estirar un poco los brazos en forma de despertar un poco más, a decir verdad no le agradaba levantarse temprano, y tampoco tenía obligación, simplemente ese día por alguna razón su cuerpo se había despertado a esa hora, y así aprovecharía a asistir a la corte más temprano y estar libre más rápido, pero antes, iría a tomar un poco de aire fuera del palacio con Ling, eso era algo que siempre hacía, ya que le gustaba y también de esa manera se daba cuenta de alguna necesidad que las personas tuvieran.









—Majestad, ¿no deberíamos volver? —Ling preguntó.

—¿Volver? Pero si recién salimos, ¿de qué hablas? —Xian sonrió sin entender su apuro.

Sus prendas como siempre que salía, no eran de la más alta calidad, y siempre mantenía la mitad de su rostro oculto por una bella tela, sus cabellos castaños claros siempre tenían un peinado sencillo que le hacían ver elegante. Aunque tratara de pasar desapercibido, siempre robaba las miradas por su belleza y delicadeza que se podía notar a distancia.

—¿Por qué se detiene, majestad? —Ling preguntó al verlo detenerse.

—Ling… creo que ese hombre necesita ayuda.

—¿Mm? ¿Qué hombre? —Ling miró hacia donde Xian miraba pero por las personas que pasaban en esos momentos no pudo hacerlo.

—Quédate aquí. 

—¿Q-qué? —sin poder reaccionar, Xian se perdió entre la multitud dejándola sola y preocupada.










—¿Necesita ayuda? 

—...

Pudo escuchar esa voz tan suave y relajante, que el cuerpo tardó un poco en reaccionar por completo.

Lentamente el hombre levantó la cabeza y se encontró con un joven de cabellos largos castaños claros, la poca piel que podía ver era tan blanca y sus ojos verdaderamente hermosos, ya que la otra mitad de su rostro estaba oculta por una bella tela.

Al bajar la mirada un poco, el hombre se dio cuenta que ese joven que parecía un ángel, estaba ofreciendo su mano a él, cosa que hizo que sintiera una sensación extraña, pero no negativa.

—¿Trabajas en el palacio? —al no recibir respuestas, Xian volvió a hablar, y se le ocurrió preguntar eso debido a que el hombre tenía vestimentas que identificaban a los guardias que trabajaban en el palacio.

—Sí… —finalmente el hombre respondió.

—¿Dónde te hicieron esto? ¿O lo hiciste tú por accidente? 

—...

El hombre no respondió, solo le miraba como si estuviera perdido en su alma, mientras Xian en cambio miraba su brazo, el cual tenía una herida profunda.

—No soy médico, pero puedo hacer algo que te puede ayudar, ¿estás bien con eso?

El hombre está vez sólo asintió levemente, y entonces sintió el toque de la mano del joven, el cual la colocó un poco arriba de su herida para no tocarla directamente, y allí sintió como una energía suave y relajante recorrió todo su brazo, viendo como su herida se cerraba poco a poco, hasta finalmente dejar su brazo intacto, sin ninguna cicatriz.

En Los Brazos Del Malvado Emperador Wang ⁺²¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora