Trato

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Chiyo había despertado con un fuerte dolor en las manos. Ya llevaba, en realidad, dos días así. Había bebido el antídoto que ella misma se había preparado, rezando porque ese improvisado brebaje le ayudara lo suficiente. Era consciente de que nada podría eliminar el veneno en su sistema circulatorio, pero confiaba en detenerlo un poco.

Sasori se percató, sin embargo, de que no había servido de nada. El veneno de Danzou - ahora sabía que lo administraba y preparaba Kabuto, el "gato" de Orochimaru - estaba haciendo su trabajo. Como mucho, a esa anciana le quedaba una o dos semanas de vida. Conocía muy bien el funcionamiento de ese veneno, lo había visto en el padre de Garara, Temari y Kankurō: empezaba por volverlos más lentos, luego detenía sus extremidades y al final, los tumbaba en la cama con una tos escandalosa hasta que su corazón se detenía. Sería una verdadera tortura ver cómo le pasaba eso a Chiyo. No porque le doliera la muerte de su abuela, sino porque sabía que aun en la cama, esa vieja no dejaría de quejarse.

- Deja de mirarme así, Sasori. - lo regañó su abuela. - Ya sé que me estoy muriendo, no necesitas recordármelo de esa forma.

- Si te saqué de ese lugar fue sólo para que hicieras el veneno que matará a Kakashi Hatake, no para que te murieras siendo inútil. - respondió Sasori con frialdad mientras revolvía los palillos en su ramen.

-Nunca esperé que lo hicieras por amor a tu abuela, pero no seas tan cruel, pequeño ingrato. - respondió la anciana ofendida y con un enorme esfuerzo para llevarse el fideo a la boca. - Y ya te dije que él no tiene nada que ver con el asesinato de tus padres, fue el Colmillo Blanco el que lo hizo y él, para tu desgracia, también está muerto.

- No te pienso dar explicaciones, menos cuando te has convertido en un estorbo.

- Bueno, eso te enseñará a no contar con nadie pues no espero que llegue alguien de los cielos y te haga los venenos que tanto deseas. - espetó Chiyo finalmente rindiéndose con su desayuno. Si iba a morir, no le importaba entonces saltarse una comida.

- No necesito a nadie que haga nada por mí, sólo quería ganar tiempo. Además, ¿qué persona conoces que pueda hacer un veneno tan eficaz como los tuyos?

- ¿Llamas veneno a lo que te hacía para comer cuando niño?

Sasori alzó una ceja sin responderle. Por supuesto que llamaba veneno a eso que Chiyo decía cocinar. Estaba seguro de que no era comida, de que sus sopas no eran sopas y que la única intención de su abuela era envenenarlo. Jamás dudó de ello.

Suspiró aliviado. Tan siquiera, estaba seguro de que no podría existir una persona que cocinara peor que su abuela y si existía, le alegraba ser tan poco sociable pues así no tenía posibilidades de conocerla.

Sin un comentario más, Sasori regresó su interés a la comida. Chiyo, más ofendida que antes, se puso de pie y caminó hacia el pasillo de su recámara, pero el grito de una mujer en la puerta de Artis gratia ars la detuvo. De inmediato, miró a Sasori. Éste ya se había cubierto la cara con ambas manos tras reconocer la voz de ese grito.

- Otra vez esa niña chillona. - murmuró deseando no haber quitado la oz de Hidan para lijarla. Estaba lo suficientemente afilada para deshacerse de cualquier intruso. Las marionetas que había puesto en su lugar eran letales, pero no prometían nada.

- ¿Será un ANBU? - preguntó Chiyo.

- No seas tonta, ningún ANBU haría tanto escándalo como esa niña. - respondió Sasori poniéndose de pie. A pesar de que la idea que se estaba formando en su cabeza no le agradaba en lo más mínimo, sabía que sería una escapatoria para su problema.

Se detuvo a un lado de la puerta verde y sostuvo la manija para evitar que Sakura la girara. Tampoco se pondría a saltar de alegría por tenerla ahí, necesitaría compromiso ya que no le gustaba perder tiempo y la manera más sencilla de obtenerlo era arriesgar a Sakura.

Artis gratia ars (Longfic SasoSaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora