La felicidad de Sasori

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Unas horas más tarde, Sakura se despertó. Inconscientemente, se abrazó a la capa con las nubes rojas de Akatsuki que la cubrían. En ella encontró un olor que no pertenecía a Sasori, pero no le importó. Deidara solía ser el más amable con Sasori y casi podía afirmar que llegarían a ser grandes amigos. Sin embargo, Sasori no quería pertenecer a esa organización; Sasori era libre y así le gustaba. Su única meta era encontrar la definición perfecta para el arte.

Metió los brazos a las mangas de la capa y se sentó en la cama. No esperaba que él amaneciera a su lado, pero sabía que estaría cerca. Sonrió tras verlo sentado detrás de la mesa de trabajo que había colocado en su habitación, haciendo un bosquejo en papel de alguna nueva marioneta.

Se levantó y caminó hasta llegar a él para abrazarlo por detrás. Apenas sintió cómo él se sobresaltaba un segundo: no se había percatado de que ella había despertado. Sakura besó su cuello antes de mirar el dibujo de Sasori. Se ruborizó de inmediato.

- Creí que habías dicho que el cuerpo de una marioneta era arte puro. - mencionó escondiendo la mitad de su rostro detrás de la cabeza de Sasori.

- Así es. - corroboró Sasori regresando su atención al bosquejo.

- ¿Entonces por qué dibujas mi cuerpo?

- Porque tu cuerpo es arte puro, aunque me parece que no dibujé bien tu pezón derecho. - Ella se ruborizó aún más; no sabía si hablaba en serio. - Como sea, luego tendré oportunidad para apreciarlo bien.

- ¿En verdad harás una marioneta de mí? - cuestionó asombrada.

- ¿Por qué te cuesta aceptarlo? - preguntó él a su vez, mirando de reojo sus pantorrillas antes de estilizar el dibujo.

- Lo que pasa es que... ni siquiera has hecho una marioneta de ti mismo. - musitó apenada, tratando de esconder sus piernas de la vista de Sasori.

- Sería demasiado arrogante, aun si viniera de mí, considerar mi cuerpo como arte, ¿no te parece? - respondió con una delgada sonrisa en los labios, girando el cuello para volver a ver sus piernas.

-Sí, pero...

Pensó en decirle que ella sí lo consideraba como tal, pero advirtió que a él le parecería una estúpida cursilería. Asimismo, no veía su propio cuerpo como algo esplendoroso. Tal vez sus piernas sí eran dignas de admirar, pero su busto era demasiado infantil como para siquiera suponerlo atractivo. Muchas veces había mirado con envidia a algunas de sus amigas, aunque después de verse al espejo y mirar sus nalgas redondas y las piernas amplias, terminaba por desechar de su mente el defecto en su torso. No obstante, jamás creyó que sus piernas pudiesen romper por completo aquella situación incómoda. Sobre todo cuando era un artista el que estaba frente a ella.

- Mi cuerpo...

- Es perfecto. - la interrumpió Sasori. - Sin cicatrices, sin raspaduras, sin estrías, sin arrugas.

- Sí, pero no es perfectamente proporcional. Si lo que buscas es un cuerpo limpio de marcas, entonces puedo presentarte a mi amiga Ino... o a Hinata, tal vez. Aunque ella es más tímida.

- No me digas, sus senos son enormes. - dijo con una sonrisa irónica. Sakura no respondió, pero su cuello se tornó de un rojo mucho más intenso que el que esperaba ver. La sonrisa de Sasori se intensificó antes de levantarse y recargarse en la mesa para mirarla de frente. - Claro, debí suponer que encontrarías eso como un defecto tuyo. - dijo mirando de reojo el torso oculto de Sakura. - Bien, te diré dos cosas. La primera: soy marionetista, no creador de almohadas; la segunda: los marionetas que hago son para ataque. En ese caso, ¿de qué me servirían a mí dos grandes bolas? Tal vez podría hacerlas explosivos con ayuda de Deidara, pero eso las haría más lentas. - explicó Sasori con simpleza. - Por eso tu cuerpo es el modelo perfecto para una marioneta femenina.

Artis gratia ars (Longfic SasoSaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora