Celos y odio

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Cuando pasaron diez días desde la última vez que Konoha se posó en la estación, Hebi se encontraba a tres kilómetros de donde Suigetsu aseguraba se encontraba una de las guaridas de Akatsuki. Todos parecían agotados, pero Sasuke no había permitido más de cuatro horas de sueño diario. La fuerza y el odio en él crecían sin parar, sin darle oportunidad de pensar en otra cosa. Sasuke había olvidado incluso cuál era la verdadera razón por la que quería muerto a Sasori, sólo sentía que debía acabarlo, que debía matarlo.

- Neh, Sasuke - lo llamó Suigetsu desde atrás. - Hay una desviación cerca de aquí, ¿no crees que podamos pasar por algo de provisiones? Ya casi no tenemos comida y no pienso atacar a nadie con el estómago vacío.

-Si no me apoyas, te mataré. - advirtió Sasuke mirándolo. - Si tanto te urge comer, apresúrate. Deben tener comida en la guarida.

- Pero estamos a casi un día de ahí. - alegó dejando caer los brazos con desesperación.

- Una palabra más y estarás muerto.

Karin, asustada, tomó del brazo a Suigetsu y le pidió con la mirada que no abriera la boca. No era como si lo quisiera con vida... pero no estaba dispuesta a morir por tener que defender a un chico tan estúpido como Suigetsu. Porque sabía que lo defendería, que Jūgo trataría de inmovilizar a Sasuke. Así como también sabía que Sasuke se estaba haciendo más fuerte, lo percibía. Su aura se oscurecía a cada segundo y la poca sensibilidad que había mostrado durante su primer encuentro, se desvanecía. Serían hombres muertos si alguien se atrevía a retarlo.

Los cuatro estaban tan sumidos en sus propios pensamientos que ignoraron la vigilancia de una quinta persona. Aun cuando tenía puesta la capa negra de Akatsuki, sus fines en ese lugar habían sido órdenes por otra persona. Debía vigilarlo, debía calcular la fuerza que crecía en él y, sobre todo, debía provocar el primer asesinato a sangre fría de Sasuke Uchiha.

El hombre encapuchado dejó escapar una leve risa de satisfacción. Con el humor con el que había despertado, sería muy sencillo instruirle a matar. Ese muchacho ya buscaba la sangre en sus manos, ya buscaba probar lo que era tener el poder, ya ansiaba sonreírle a su primera víctima. Era una verdadera lástima que todavía no fuera tan fuerte como para derrotar a Sasori. Hubiera matado dos pájaros de un tiro. Pero no se preocupaba, Orochimaru-sama tenía algo preparado para Sasori, algo que lo haría sufrir, que lo destruiría física y emocionalmente. Sería divertido verlo tan decaído. Sin embargo, debía esperar, esperar a que el momento indicado llegase. Sasori no podría refugiarse ni siquiera en sus estúpidos juguetes de madera. Sufriría, sufriría como nunca antes había sufrido. Y Orochimaru tenía la fórmula perfecta para arruinar su poca esperanza. Haciendo eso, obtendría lo que siempre había deseado de él: sus habilidades.


Itachi, Kisame y Deidara bajaron de la avioneta blanca de Deidara antes de echarse a correr a Artis gratia ars. Yahiko le había ordenado a Itachi y Kisame que mantuvieran vigilado a Zetsu; había algo raro en él últimamente y temía que fuera algo relacionado con Danzou u Orochimaru.

Deidara los había acompañado porque Zetsu tenía una rapidez asombrosa, por lo que podía casi aparecer y desaparecer en un lugar en menos de dos segundos. La avioneta de Deidara era útil en esos momentos.

Tan pronto como los tres visualizaron a Hebi caminar hacia la obvia dirección, Itachi descubrió cuál era la tarea oculta de Zetsu. Se debatió entre aparecer frente a Sasuke y detenerlo o avisarle a Sasori que Sasuke planeaba matarlo. Finalmente, Kisame le dijo que probablemente Sasuke se detuviera en sus acciones si veía a Sakura a salvo. También, Kisame prometió ayudarlo a eliminar la sucia marca de maldición que se veía detrás de su cuello. Lo harían enseguida Sakura lograra tranquilizar al vengador.

Artis gratia ars (Longfic SasoSaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora