Para protegerte

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Sasori suspiró en cuanto Itachi se acercó a la mesa, unos segundos después de que Sakura saliera, con Kisame siguiéndola, por la puerta verde.

- Yo llevaré al kyūbi. - dijo Itachi, tomando la caja de madera entre sus manos. - Espero sepas lo que haces, Sasori. - advirtió dirigiéndole una corta mirada. - Fue muy arriesgado de tu parte.

- Sé lo que hago. - afirmó con los labios hinchados y el puño presionándoselos.

Itachi asintió, sin hacer más preguntas al respecto. Cuando pasó por la sala, le dio un vistazo a Deidara. Éste permanecía con los puños apretados a un costado, mirando enfadado a Sasori. Itachi apenas abrió la boca para preguntarle algo, cuando Deidara respondió.

- Me quedaré con él. - aseveró dando un paso al frente. - Apresúrense, tu hermano debe estar cerca.

Itachi aceptó antes de ocultar el kyūbi entre su capa para colocarle el anulador del que les había hablado. Sólo Deidara y él podían ver lo que Sasori había hecho y por qué. No se trataba de una simple escena de celos o un arranque de sinceridad; Sasori se había arriesgado a perder el amor de Sakura para salvarla. Él sabía que no sería fácil ser aceptado en Konoha y no esperaba que fuera así. Sasori aún pertenecía a su propia libertad y no sería nada fácil hacerlo cambiar de opinión. Sin embargo, todavía quería proteger a Sakura de todos los peligros que próximamente iba a afrontar. Con la cabeza fría y endureciendo el corazón, actuó. Decidió dejarla libre, decidió apartarla de él, de su soledad, y regresarla al mundo donde creció, con las personas que la vieron florecer. La dejó ir, esperando que ella lo olvidara rápidamente, que ella recuperara su vida, que olvidara lo que había ocurrido en Artis gratia ars. Sin importar qué sucediera con él, sin importar lo que él hiciera a partir de su ida, Sasori había dejado ir a la única razón para ser quien era. Abandonó los sueños y esperanzas que crecieron durante esos cincuenta días, abandonó cualquier anhelo a su lado. Abandonó su propia felicidad... y lo había hecho para darle lo que ella merecía: una vida en Konoha.

Un momento después de que se escuchó la puerta de Artis gratia ars cerrarse, Sasori recargó la mano derecha sobre el comedor para levantarse. Deidara lo observó desde su lugar, sin moverse un centímetro. Sasori se puso de pie, mareado, y se sentó en una de las sillas. Alcanzó un trapo que Sakura había dejado sobre la mesa después de comer y se lo llevó a la boca. Sentía las marcas de sus dientes en los cachetes, origen de la sangre que salía; además de morderse la lengua hasta sangrársela a chorros. La nariz le dolía muchísimo; quizá estaba rota, no le importaba. Con el trapo, abarcó nariz y boca, presionando con fuerza.

- Te lo mereces, idiota. - le dijo Deidara. - ¿Por qué hiciste eso? Ella te quiere, te lo dije hace unos días. ¿Acaso no lo comprendiste?

- Pásame un recipiente con agua, por favor. - pidió él, ignorando sus preguntas. - Y el botiquín, está en la alacena.

- No, ya te dije que lo mereces. Desángrate, danna. - respondió Deidara, cruzándose de brazos y alzando la barbilla.

- Estúpido. - farfulló Sasori poniéndose de pie, nuevamente mareado. Esa chica sí que golpeaba con mucha fuerza.

- ¡Eh, idiota, vas a caerte! - le dijo Deidara, olvidándose de su orgullo y yendo hacia el marionetista para sostenerlo por los hombros. - ¿Te ha desorientado?

- Toda mi cabeza vibró con ese golpe, ¿tú qué crees? - espetó, caminando con ayuda de Deidara a la cocina.

- Espero que con esto aprendas a no volver a hacerla enojar. - lo regañó recargándolo en la encimera del lavadero. - Entibiaré el agua, te servirá mucho más. - avisó.

Sasori no respondió. Su mirada se clavó en la mesa donde trabajaba. Sakura y él habían planeado terminar de llenar los contenedores de las noventa y siete marionetas que ya tenía. Les faltaban cuatro. Después, Sasori probaría el antídoto en sí mismo, y Sakura estaría al pendiente de él, como buena médico. Ella lo había ayudado a solucionar lo que se presentó durante la creación de dicho antídoto; fue cuando Sasori se percató de lo mucho que le faltaba para ser un buen creador de venenos y antídotos. En verdad, Sakura era una chica asombrosa.

Artis gratia ars (Longfic SasoSaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora