Artis gratia ars (Longfic SasoSaku)

Epílogo. Artis gratia ars

Habían pasado tres meses desde que la tiranía de Danzou terminó. Las casas que se encontraban en la calle donde Artis gratia ars fueron ocupadas por los habitantes del tren de Konoha. Los demás trenes encontraron su aldea original y ahí se establecieron. Gaara, Temari y Kankurō se quedaron en la torre del kazekage. Baki consiguió que Gaara tomara oficialmente el puesto de líder en Suna. Tanto civiles como guerreros agradecieron que un hombre como Gaara se hiciera cargo de la Arena. Los guerreros de todas las aldeas se encontraron con el descontento en el que Danzou también sumió a los civiles, por lo que la revolución les llevó felicidad al igual que a los guerreros.

Shikamaru, Ino y Chōji exigieron al señor feudal que se les otorgara el título de "ninjas" a todos los héroes de la revolución. Después de recibir el apoyo de Akatsuki y manejar algunos asuntos económicos - bajo la instrucción de Kakuzu - todos los guerreros que lucharon contra Danzou y Orochimaru recibieron un título. Sasori se incomodó cuando llegó hasta ellos el papel que lo nombraba "ninja".

- Soy un marionetista. - dijo devolviendo el paquete a la bolsa.

Jiraiya pasó parte de los primeros meses a un lado de Tsunade, hasta que ambos se hartaron de sus vicios y decidió salir de viaje. Tenía muchos libros que publicar. Kakashi fue su primer comprador, seguido por Ebisu e Iruka. Naruto y Konohamaru consiguieron quitarle el primer volumen a Ebisu, pero lo devolvieron de inmediato después de llamarlo pervertido.

- Yo no compré esos libros, ¿ya te queda claro quién es el pervertido aquí? - le preguntó Sasori a Sakura después de ver eso.

- Eres un pervertido reprimido. - lo acusó ella. Sasori negó con la cabeza, afirmándole que nunca cambiaría.

Sai pasó de casa en casa, sin encontrar a alguien que lo aceptara con todas las dudas en su cabeza. Hinata y Shino trataron de ayudarlo, pero Kiba no soportó su indecencia cuando entró al baño y le dijo que su pene era muy pequeño. Sai terminó en casa del equipo siete, donde Naruto frecuentemente lo amenazaba a muerte por hablar tan deliberadamente de los penes en el equipo siete. Sakura y Sasuke lo obligaron a callarse esos temas o los dos se encargarían de matarlo. Sasori dijo que no veía problema en Sai, pero cuando éste dijo que él sí le veía problemas a su cuerpo, Sasori le advirtió que podría romper la ley y hacerlo una marioneta humana si seguía hablando de eso. Kakashi, mientras tanto, siguió leyendo su libro erótico. Entre todo, el equipo siete decidió "adoptar" a Sai.

Kurenai adquirió un trabajo de medio tiempo mientras su barriga crecía. A Kiba le encantaba jugar con ella acerca de qué nombre le pondría al bebé. Shikamaru, Ino y Chōji también se unían al juego. Empero, Kurenai nunca quiso revelar cuál sería el nombre de su hijo o hija.

Lee y Gai tomaron el trabajo en una escuela sobre maestros de educación física. Sus alumnos no podían aborrecerlos a pesar de todo lo que los obligaban a hacer: Gai y Lee siempre les tuvieron paciencia y los hacían reír con sus eslóganes de la llama de la juventud.

Neji y Tenten decidieron no esperar a que volvieran a encerrarlos y empezaron una relación muy seria. A nadie le pareció una sorpresa y eso le molestó a Neji, quien dijo tener cuidado con mostrar sus sentimientos. Naruto se carcajeó, consiguiendo que Tenten le arrojara un tenedor que se clavó en su frente. Sakura lo atendió de inmediato mientras lo regañaba por ser tan idiota. Sasuke le dijo a Tenten que le arrojara otro para ver si volvía a gritar como niña. Tsunade le advirtió a Sasuke que ella lo haría gritar como niña si provocaba otro alarido más en Naruto.

Taka consiguió una casa muy cerca de la del equipo siete. Era algo pequeña y cómoda, pero a Suigetsu le parecía extraño el tener algo propio, por lo que muy pronto se dedicaron a rentar la habitación que les sobraba. No obstante, sólo Yamato pudo acostumbrarse a las discusiones entre Karin y Suigetsu. Además, Yamato conseguía tranquilizar los impulsos asesinos de Jūgo. Nadie fuera de esa casa sabía cómo lo hacía, pero Jūgo estaba muy agradecido por su presencia.