CAPITULO 25

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Omer

Hace ya un buen rato que tengo los brazos entumecidos. Las heridas de balas arden, mis rodillas igual, no sé cuánto tiempo ha pasado desde que me desmayé en las fosas y me arrastraron al sótano de mi casa, pero sé que tengo que aguantar y no soltar ninguna palabra, "si cedo será el fin de todos y no lo puedo permitir".

Admiro tu resistencia hijo —la voz de mi padre retumba entre las paredes y el arrastre de su látigo contra el suelo lo puedo escuchar claramente, "concéntrate en cualquier otra cosa, apaga cualquier sentir" —es por eso que siempre supe que serias un digno sucesor de mi imperio —la quemazón de mi piel y la agitación de las cadenas es lo único que detecto, "no duele, solo es un picor" —pero primero tengo que matar esa parte estúpida de ti —me agarra del pelo levantando mi cabeza para que lo vea —esa que una vez también tuve y solo me volvió débil —mi cabeza vuelve a caer y noto como mi sangre a manchado el concreto.

Una, dos, tres...diez, once...pierdo la cuenta de los golpes, mi mente evoca la imagen de Alaya y mis momentos con ella, "su olor, su calor, lo bien que encaja cuando está durmiendo a mi lado" —de nada te servirá guardar silencio —todo desaparece cuando siento el látigo rodear mi cuello apalancando mi cuerpo hacia atrás —de igual forma esas dos terminaran muertas —susurra en mi oído —en estos momentos, la hija de Giulio debe estar soltando su ultimo respiro —gruño y me agito para poder respirar.

La puerta se abre y mi padre me libera —señor estamos siendo atacados.

—¡¿Qué?! —se apresura en salir dejándome. "Mierda, la vista está comenzando a fallarme", todo está dando vueltas y mi espalda grita de ardor a la vez que siento como mi sangre escurre por ella.

Segundos o minutos ya se me hacen irrelevantes, pero mis oídos captan pasos bajando que como puedo levanto la cabeza y la veo, manchada de sangre, agitada, ocultando sus verdaderos rasgos —A...—mi voz se corta cuando ella se acerca y se arrodilla frente a mí.

—¿Qué mierda te hicieron? —su voz tiembla de rabia a la vez que sus ojos están rojos. Apoya la frente con la mía y sus manos las siento como un bálsamo, "no debió venir, aun con su disfraz, es peligroso".

Debes irte...—susurro apenas.

—Me voy, pero contigo —se apresura ir hacia las cadenas y cuando libera un brazo mi cuerpo cae al suelo de costado, "mierda, no puedo si quiera mover nada" —soporta un poco más, amor, por favor —su voz me mantiene consciente. Cuando mi otro brazo es liberado, despacio me coloca recto y no dudo de sisear cuando mi piel toca el concreto —¡Marco ayúdame! — "¿a quién llama?" — mantente conmigo Omer —mi vista se enfoca y desenfoca, "tengo que reponerme, carajo". Otras pisadas aparecen y no pasa mucho cuando alguien sostiene mi brazo y me alza, un gruñido sale de mi —iré de primera, cuando les de la señal se mueven.

—Como ordene —Alaya va por delante y me enfoco en ella y en que tengo que salir de aquí para devolverle todo el daño a mi padre.

Alaya

"Tiene la espalda destrozada", tengo todo ardiendo dentro de mí que imbécil que me apunta, imbécil que mato. No importa el tamaño o la cantidad, mi meta es despejar el camino para que Marco, el numerale de Elena, pueda llevar a Omer hasta donde esta Joseph y lo saque al aeropuerto.

Al llegar a la planta de arriba, la pelea se ha intensificado, noto como los hombres que contraté junto a los hombres que juntó Joseph se enfrentan a los guardias de la mansión. Corto, disparo y despejo el camino hasta que llegamos a la salida en donde Joseph apenas nos ve se acerca corriendo y ayuda a Marco a cargar a Omer —ya sabes dónde ir.

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