EPILOGO

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6 meses después.

Narrador X

—Deniz Baruk, ¿aceptas a Dalia Aponte como tu legitima esposa? — la garganta de Deniz se siente lija y todo se vuelve incomodo viendo a la mujer que tiene en frente.

—Si, acepto —responde y el padre repite la pregunta esta vez para Dalia.

—Si, acepto —la mujer responde con la felicidad rebosando en sus poros.

—Por nuestro señor alá, que su unión sea bendecida —los aplausos no se hacen esperar y Deniz besa la frente de la que ahora es su esposa. Ambos novios giran hacia los invitados que celebran su unión. Deniz escanea el jardín, cada hombre nuevo como jefe desde ese día, excepto uno, uno que ahora se sienta al lado del hombre responsable de su amargura y desgracia, responsable de que ahora tenga una cadena llamada «matrimonio» con una mujer que nunca va amar.

Ambos novios caminan entre los invitados recibiendo sus felicitaciones hasta llegar a las carpas donde se celebrará la recepción. Deniz ve hacia el cielo el cual está totalmente blanco, sin un mínimo rayo de sol, a lo que su mente evoca un recuerdo que le hace doler el pecho.

"—¿Cuándo te gustaría casarte? —pregunta este mirando hacia la pelinegra recostada en su pecho.

—No me importa la fecha, solo que este soleado y con una brisa fresca —ella apoya las manos en su pecho viéndolo —el jardín tiene un verde hermoso con el sol encima —ella sonríe —casi pareciendo al color de tus ojos".

—¿Deniz? —la voz femenina lo saca de su recuerdo, regresando a su oscura realidad —¿todo bien? —los ojos de Deniz la escanean y aun cuando se puede decir que su esposa es una mujer hermosa, con el rubio de su cabello y los ojos azules, a él no le despierta nada.

—Si —vuelven a caminar llegando a su mesa designada. En una de esas la novia es sacada a bailar por su abuelo, dejando a Deniz solo, mas solo dura segundos cuando alguien ocupa el lugar al lado suyo.

—Será mejor que cambies esa cara —le dice Emir tomando un sorbo de su champaña —es una boda, no un funeral.

—No le veo la diferencia —Deniz toma su whisky para mirar al hombre por el cual está en esta situación —te recuerdo que esto no es algo que yo deseara —Emir gira a mirarlo —y que, si esto ha pasado, es porque asesinaste a tu hijo, a la vez que eliminaste a cualquier testigo.

—Aún hay una testigo —este sonríe y Deniz siente que la sangre le hierve de rabia —una que depende de cómo te comportes de aquí en adelante —el vaso que tiene en su mano se termina rompiendo que siente como el líquido hace arder sus heridas, pero no es peor de como arde su interior de rabia —no hagas un rio de una gota de agua —le pasa su pañuelo dejándolo en la mesa —solo tienes que cumplir con todo lo que dicta ser un buen jefe de la maffiya, así como lo he cumplido yo y los anteriores a mí.

—¿Los otros jefes también asesinaron a sus hijos y a sus hombres? —pregunta con ironía.

—Si resultaba necesario, si —ambos hombres se retan con la mirada —no provoques Deniz, una sola llamada y tu amada Amelia estará siendo comida para los peces —amenaza y Deniz no emite una sola palabra más a lo que Emir le da unas palmaditas en la mejilla —espero recibir pronto las noticias de la llegada de mi primer nieto, ya no estoy tan joven como para seguir esperando a que mi sangre siga creciendo —se levanta justo en el momento en el que Dalia aparece.

—Deniz tu mano sangra —intenta tocarlo, pero este lo evita y solo se levanta alejándose de todo. En el camino va aflojándose la corbata, todo le ahoga, la rabia le brota por los poros que cuando llega a su oficina, manda todo lo que hay en su escritorio al piso. Lanza las sillas, golpea repetidas veces el escritorio hasta que este se rompe por la mitad y aun así sigue exudando rabia. Escucha la puerta abrirse y al girar espera encontrarse con su padre, mas es Dalia la que entra.

ZARINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora