Deniz
"Toda la casa está en vuelta en caos". Alaya no me había hablado desde esa llamada que tuvimos muy temprano en la mañana, el único que después se comunicó conmigo fue Joseph pidiéndome que estuviera listo para cuando hicieran un movimiento. No esperaba que arrasaran la entrada de la casa con una movilidad de guerra y varios hombres salieran con los rostros cubiertos empezando una matanza descomunal.
Al ver como Alaya salía de forma rápida seguida de otro hombre hacia el sótano, supe que esto era obra suya, "tengo que resguardar a mi madre del fuego cruzado". Desde que Omer fue arrastrado por mi padre, ella no ha pronunciado palabra alguna, lo único que me suplicó cuando reclamé es que callara, no queriendo empeorar más la situación, lo hice.
Al llegar al piso de su habitación encuentro a los guardias muertos y me apresuro en llegar hasta su cuarto. La imagen que me encuentro es una que me hiela la sangre, Alaya y Amelia manchadas de sangre, paradas a los lados de la cama de mi madre quien tiene todo el abdomen quemado y las extremidades atadas tal sacrificio, "mi madre...ella no...no está...", me muevo rápido hasta donde Alaya y la encuello estrellándola hacia la pared. No se inmuta ni me detiene —¿Qué fue lo que hiciste? —gruño.
—Devolverle lo que ella le hizo a tu hermano —mi agarre se tambalea y busco a Amelia. Su mirada y el asentimiento que me da, confirma mis sospechas. Despacio la suelto y retrocedo con el cuerpo pesado —puedes odiarme si lo deseas —dice Alaya —pero no iba a dejarla con vida después de que por su culpa Omer tiene la espalda vuelta mierda y mis sobrinos casi fueron secuestrados.
—¿Hasta en eso estuvo involucrada? —pregunto sorprendido y decepcionado a la vez.
—Nos escuchó esa noche que Omer y Alaya nos dijeron la verdad sobre mi tía —explica Amelia —junto con una conversación que Omer tuvo con Elena Bernardi esa mañana—miro el cuerpo destrozado de mi madre y su expresión de horror con la que murió —ella se lo comunicó a Emir y planeó la trampa que nos tendieron al intentar detener que le hicieran algo a los niños —me acerco a la cama y con pesar le cierro los ojos, "tu fidelidad al hombre equivocado te llevó a esto".
Mi madre como la mayoría de las mujeres dentro de esta organización, fue adiestrada para que sea una «esposa adecuada». Ser obediente, atenta, no ir en contra de ninguna decisión de su marido y jamás cuestionarle nada. Su matrimonio como el de todos fue concertado, pero se sabía que mi madre amaba a mi padre, aunque el sentimiento no fuera mutuo. Siempre fue cariñosa y atenta, nos curó y nos adulaba cuando estábamos castigados en nuestra infancia.
Sabía que ella no estaba feliz con nuestras acciones al irnos revelando contra mi padre, ya que eso significaba que él le reclamara por no habernos educado como se supone que debería, que era una negligencia por su parte al no hacernos obedientes a su palabra, "ni volviendo a nacer lo hubiera obedecido". Suelto una respiración pesada tratando de pasar el maldito trago amargo que significa ver a tu madre muerta. Unas manos me envuelven la cintura y sé que es Amelia, reconocería su tacto donde sea —lo siento mucho —me doy la vuelta y tomo su rostro apoyando mi frente con la de ella con los ojos cerrados.
—Duele, pero sé que jamás me mentirías Ángel —al abrir los ojos noto como esa preocupación que había en ellos se disuelve —siempre te creeré —ella me besa y lo siento como un bálsamo a la herida sangrante que tengo en mi pecho. El sonido de un teléfono nos vuelve a la realidad y Alaya contesta.
—¿Qué mierda dijiste? —frunzo el ceño y noto como todo su cuerpo y expresión se vuelven de piedra. Al colgar su puño se estrella con la pared y respira con dificultad.
—¿Qué sucede? —peina su cabello hacia atrás a la vez que toma una respiración profunda.
—La mansión Bernardi se derrumbó —traga —pero Elena ni Federico salieron de ella —me mira —necesito que te encargues de aquí. Joseph está trasladando a Omer hacia Rusia, cuando el este recuperado, volverá —asiento.
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ZARINA
RomansaLIBRO 2 - TRILOGÍA AMORES Y MENTIRAS Mi pasado siempre estará marcado por tres cosas; Era el resultado de una aventura. El reemplazo de una hija muerta. El error vivo de Iván Petrova. "Tres cosas a las que fui obligada a aceptar y convertir en mi v...