Capítulo IV (Longtae)

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Se colocó sus gafas de sol mientras esperaba a que fueran a recogerle, intentando ocultar con ellas sus ojeras. Todavía no sabía exactamente si debía esperarle en aquel preciso lugar o había errado en su elección, ya que la facultad tenía diversas salidas y Yok prefería hacerse el misterioso antes de acordar una ubicación concreta. No obstante, Longtae se negaba a moverse, por si terminaban iniciando un absurdo juego de persecución infantil, sin que lograran encontrarse el uno al otro. El estudiante de Bellas Artes le había asegurado que lo encontraría, y lo había dicho tan seguro de sí mismo, que Longtae suponía que no tenía por qué dudar de él.

Aprovechó la espera para sentarse en uno de los bancos que se ubicaban frente a la puerta de su facultad que había elegido, y tomó el pequeño libro de bolsillo que se había comprado días atrás en su librería de confianza para continuar con su lectura. Llevaba desde pequeño acudiendo a la misma tienda, puesto que el dueño era uno de los mejores amigos de su padre. Aunque el hombre tenía diversos locales distribuidos por todo Bangkok, Longtae tenía predilección por la más antigua de toda y donde había empezado toda la actividad empresarial. Podía ser la que ostentara menor superficie, pero en ella se encontraban los libros menos populares, permitiéndole al chico descubrir todo tipo de tesoros.

Desde que había empezado su bloqueo, había estado alimentándose de libros sin ningún tipo de pretensión al respecto. Sabía que su enorme biblioteca personal podía dar cabida a todos los que Longtae necesitara, por lo que el espacio para alojarlos no constituía un problema para él. Tian le había aconsejado que, debido al gran número de libros de los que se empapaba últimamente, le resultaría más económico tomarlos directamente de la biblioteca; sin embargo, para Longtae aquello hacía perder la magia de poseer un libro, colocarlo en su estantería bien ordenado, y olfatearlo siempre que necesitara trasladarse instantáneamente a un escenario de paz y tranquilidad.

Incluso el mero acto de sostener un libro tenía la capacidad de relajarlo y darle la seguridad de la que carecía.

Y no sólo se trataba de eso.

Si la novela se convertía en una de sus favoritas, Longtae se encargaba de hacerse con varias ediciones distintas, incluso antiguas o en otros idiomas. Backaof, el mejor amigo de su padre se encargaría de ayudarle en su búsqueda y captura, conectándole con las editoriales y otras librerías, fueran tailandesas o del extranjero. No le importaba repetir con el ejemplar y no es que su coste fuera un problema para él. Tanto su madre como su padre ostentaban economías holgadas, cubriendo las necesidades de su hijo. Y, respecto a Longtae, el chico no solía destinar grandes cantidades de dinero en otros quehaceres, reduciéndose sus gastos a prácticamente los libros que devoraba.

La táctica que había empezado a emplear desde que el bloqueo creativo inició había sido la de elegir un libro al azar. Para ello, necesitaba que Tian lo acompañara para asistirlo en su ritual, ya que tenía que darle varias vueltas sobre sí mismo hasta desorientarlo; posteriormente, caminaba a tientas y con los ojos vendados por el espacio libre de la librería hasta que su mano inocente alcanzaba el libro al que iba a dedicar su atención. Su mejor amigo se encargaba de evitar que se golpease con alguna persona u obstáculo, si bien usualmente acudían a horas en las que la tienda se encontraba bastante tranquila.

Su última adquisición había sido el libro que tenía en sus manos, el cual se llamaba El Fugitivo y había sido escrito por Stephen King. Aunque los libros predilectos de Longtae procedían de autores asiáticos, no era la primera vez que leía novela de uno estadounidense. De hecho, el chico había leído varios libros de Stephen King, pero nunca se había hecho con un ejemplar que inicialmente había escrito bajo su pseudónimo de "Richard Bachman".

El libro que tenía en sus manos desapareció, siendo sustituido por el rostro de un joven que lo miraba con una sonrisa ladina. Longtae intentó recuperar su tesoro, pero Yok empujó su pecho con la palma de la mano para mantenerlo distanciado, mientras inspeccionaba el libro con la otra. El menudo chico maldijo los brazos extremadamente largos del estudiante, sintiéndose en desventaja. Realmente, la estatura de Longtae no era verdaderamente baja, e incluso superaba la media tailandesa; pero, al lado de Yok se sentía diminuto.

It's not the goodbye that hurts, but the flashbacks that follow (YokLongtae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora