Ángel

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Otro estúpido día de escuela.
Desde que te fuiste, ya todo perdió su color.
Todo es tan monótono.
Ya no quiero seguir con esto, solo espero que estés feliz donde sea que estés.

Te extraño tanto... —Miré el retrato de Rosé entre mis manos. —Ojalá pudiera regresar el tiempo y salvarte

Salí de la casa que era de Roseanne y caminé hacia la escuela.
Sé que es tonto, pero conservo la esperanza de que un día entre a aquel lugar y ella esté allí en el sofá o bailando como antes.
Lo único que me quedan son fotos, las cuales no puedo abrazar.

Oye, T/n —Escuché la voz de Yeri. Mierda. —¿Por qué no te tiras de un puente? Así podrás estar con la estúpida de tu noviecita —Comenzó a reír.. —Si quieres puedes ir a mi casa y tirarte por el balcón, recuerda que mi balcón es alto

Por tu culpa Park está muerta —Continuó su amiga Seulgi. —Deberías estar contenta, tú solo la usabas y nunca la amaste--

Se detuvó en seco al escuchar como un casillero se cerraba con fuerza. Una chica desconocida se acercó a nosotras.
Por desgracia, no la conocía. Su rostro estaba cubierto por una gorra y su cuerpo por un gran abrigo y unos jeans anchos.

¿Quién es esta chica y por qué está caminando hacia nosotras?
¿Acaso también viene a molestarme?

¿Te molesta? —Seulgi la miró arrogante. —¿Qué no ves que estamos ocupadas?

Vete si no quieres terminar como la estúpida de T/-- —Su cuerpo chocó con fuerza contra el suelo, seguido del cuerpo de Seulgi cayendo sobre el suyo.

Ni piensen volver a llamarla así —Se escuchó la voz de aquella chica, quien se puso frente a mi como escudo.

E-esto no quedará así —Seulgi se levantó adolorida, alejándose junto a Yeri.

¿Estás bien, hermosa? —Rápidamente se giró, acariciando mi mejilla suavemente. —L-lo siento —Quitó su mano avergonzada.

S-si, estoy bien —Asentí nerviosa. Ya no por las chicas, sino por su misteriosa pero agradable presencia.

Soy Lalisa Manoban —Se quitó la gorra dejando ver su bello rostro. ¿Acaso esta chica es tallada por los dioses? —Soy nueva en la escuela —Eso explica su rostro desconocido.

Me brindó una tierna sonrisa, haciendo que me sonrojara.
No sé por qué, pero no pude evitarlo.

Por un instante me sentí como si estuviera con Rosie.

No. No. Eso no es posible.
No puede ser así.
¿Qué es esto que siento en mi?

B-bueno... —Hablé nerviosa. —¿En qué salón te toca?

En el BP808

Oh... —No pude evitar sonreír. —Te llevaré, somos compañeras

Caminamos hacia aquel gran salón y entramos.
Fui a sentarme a mi lugar usual al fondo.
Saqué de mi mochila mi libro de canciones y tomé mi lápiz dispuesta a escribir.

Ojalá supieras cuánto te extraño, Roseanne... —Comenté en un susurro conteniendo mis lágrimas.

Estuve mirando unos minutos mi pequeño cuaderno sin ideas llegando a mi mente, hasta que pude ver a Lalisa caminando por el salón. Parecía un tierno cachorro buscando a su dueño.

¡Lalisa!

Dio un salto por el repentino grito, pero rápidamente se acercó con una sonrisa. —¿Qué sucede?

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