-Te perdono. -Le sonreí y bajé la mirada.
-¡Huye! -Grité antes de oír el ruido de la pistola.Apreté los ojos y me dejé llevar.
Por una fracción de segundo, juraría haber sentido como el tiempo se paraba y el cuerpo de Matty se ponía delante del mío empujándome brúscamente contra la pared.
Cayó sobre mí y noté como un líquido caliente cubría mis pantalones.
Grité pero no pude oír ni mi propia voz.
Me levanté horrorizada, no podía hablar, mis ojos se habían llenado de lágrimas, la rabia fluía por mi cuerpo con más rapidez que mi propia sangre.
Salté por encima de Matty y me abalancé sobre Jack, le tiré al suelo y arranqué la pistola de sus propios dedos.
-No vas a hacerlo, no eres capaz, no puedo morir y lo sabes. -Rió.
-¡Que te jodan! -Y esas fueron las únicas palabras antes de oír el eco de los disparos retumbando en mi cabeza.
Uno, dos , tres... Cuatro disparos atravesaron su cráneo que crujió al tacto de las balas.
Las lágrimas pararon.
Tiré la pistola y corrí hacia Matty.
Envolví su cuerpo reposando su cabeza en mi torso.
Sonrió.
-Estás bien. -Dijo con un hilo de voz.
-Lo estoy, y tú vas a estarlo. -Dije acunándolo.
-Perdóname por no contarte toda la verdad, perdóname por ocultarte cosas aun prometiéndote que te estaba contando todo, todo eso ya no importa, sólo quiero que sepas una cosa, lo único en lo que no mentí es en que te quiero, y si dar mi vida por ti no es suficiente, - respiró con dificultad- entonces ya no sé qué lo es.
-Voy a buscar ayuda, vas a estar bien, te lo prometo. -Dije notando cómo las lágrimas fluían por mis mejillas.
-¿No vas a decirme que me quieres ni en mi lecho de muerte?, nunca cambiarás... -Dijo con una risa desfallecida.
Suspiré.
-No lo he dicho porque no quiero que pienses que lo hago porque creo que estas muriendo, pero... Sí, lo hago, te quiero, me di cuenta el día que escuché la canción, sex, entonces supe que me querías, y a pesar de todas las mentiras, te he querido desde que me di cuenta de que estar lejos de ti producía un fuerte sentimiento de angustia en mi interior, cada vez que pensaba en ti, mis pulmones suplicaban por volver a respirar con normalidad y las lágrimas se me atragantaban, pero me mentiste y tuve que mentirte, y estoy harta de todo esto, te quiero a ti, Alex, Matty, me da igual, te quiero y no quiero que vuelvas a mentirme nunca más, o la próxima bala será disparada por mí. -Dije en tono melancólico, seco...
Sonrió y se apretó la herida.
-Esa es mi chica. -Dijo con felicidad en su voz. -Acércate, bésame.
Me incliné y le besé.
-Yo no te quiero, porque querer me parece un sentimiento demasiado posesivo, yo te amo, porque es más romántico y me gusta la idea de amar algo que no puedo tener y más ahora que me voy al otro lado, pero todo esto es demasiado romántico, puedo decir que voy a tener la mejor muerte de todas. -Rió.
Las cuencas de mis ojos se llenaron de lágrimas.
-No vas a morir, hoy no, no conmigo aquí. -Me levanté, enrollé su chaqueta y coloqué su cabeza sobre ella.
-Voy a pedir ayuda. -Dije mientras notaba como la sangre salía a borbotones por mi boca.
-Haz que te salven, para mi ya es demasiado tarde. -Dijo él con tono sombrío.
-No es demasiado tarde para ninguno de los dos. -Me levanté, escupí la sangre y chocando un pie contra otro eché a correr en busca de ayuda.
Miré en todas partes y no había nadie.
Volví hasta Matty, y el cuerpo de Jack seguía ahí, aparentemente sin vida. Busqué en sus bolsillos, un móvil.
-Número de emergencias, dígame. -Contestó una voz detrás de la pantalla.
-Necesito una ambulancia, mi novio esta herido de bala, estamos en el cementerio de la avenida 13, hay una comisaría a unos cuantos metros de aquí, por favor manden ayuda lo antes posible. -Mi voz sonó más desesperada de lo normal.
Colgué y me giré a Matty.
El sonreía.
-No te muevas. -Dije quitándole la camiseta y acto seguido me quité la mía también.
-Creo que no es el mejor momento para tener sexo, cielo. -Sonrió y tosió algo de sangre.
-Cualquier momento es bueno para tener sexo. -Corrigió.
-Cállate. -Sonreí mientras usaba su camiseta para limpiar la sangre y le ataba la mía a modo de torniquete en su abdomen.
-Vale ahora quiero que intentes levantarte, vamos a caminar hasta la salida. -Dije apoyando su brazo sobre mí.
Le levanté y dejó caer su peso sobre mí, sentí una punzada de dolor en mis costillas y volví a vomitar sangre de nuevo.
-¿Estas bien? -Preguntó él.
-Sí. -Dije mientras giraba mi cabeza para no ver la sangre.
-Te amo. -Dijo en un susurro.
-Vamos a salir de esta, te lo prometo. -Le respondí.